¿Cómo saber si el uso de máscaras es efectivo en la lucha contra el COVID-19 o si, más que nada, es una buena herramienta para conducir la población a los corrales del centralismo corrupto y corruptor? La respuesta oficialista es la de ‘seguir a la “ciencia” y a los “expertos”. En los EE.UU. desde el 13 de mayo pasado el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) anunció que los vacunados solamente debían usar máscaras en situaciones especiales. Sin embargo, algunas autoridades demócratas decidieron seguir con sus mandatos de máscara para todos, vacunados o no. A eso llaman, “seguir la ciencia”; el asunto es cuál ciencia. Pues, la ciencia del centralismo ¿cuál otra?
En Panamá, pregunté a una enfermera en el centro de vacunación si los vacunados debíamos seguir usando máscaras. Nos dijo que sí, ya que en Panamá aún no se había logrado vacunar a la mayoría. La pregunta sería: Pero si los vacunados ya están inmunes, ¿cuál es la razón? Aducen aquello de “las variantes” del virus; lo cual me lleva a pensar que lo que debemos considerar es la variante de políticas y políticos, con sus razones o sin razones.
Pero, el meollo del asunto es que seguimos siendo arreados por politicastros interesados en mantener a una población servil. Algo así como las gallinas que corren hacia el granjero con maíz en mano y hacha en la de atrás. La realidad es que quienes quieran usar máscara, que la use, pues eso no está prohibido. Mientras nuestra política sea de arrear y no una de crear las condiciones más favorables para el desarrollo de la autodeterminación y la auto sostenibilidad, vamos a seguir en un subdesarrollo.
Lo otro que poco advertimos es que una vez que le cedemos alguna libertad a la clase politiquera corrupta, es muy difícil que te la devuelvan. El caso de los retenes delictivos es un buen ejemplo; que demuestra que la fuerza está del lado de una comunidad que exigen sus derechos, consagrados en sana constitución. Lo que nos ha opacado y sigue opacando es el estado desmedido; terrible realidad en dónde los del patio buscan acomodo en puestos estatales, mientras los extranjeros llegan a montar empresas, sean pequeñas, medianas o grandes; y, una vez que logran fortuna, chica, mediana o grande, los del patio piden protección política. La única auténtica protección es el saber producir y comerciar.
Ya veremos hasta cuando persiste la pandemia; no la infecciosa sino la politiquera de dominación y control para servirse y no para servir.
Vivimos en tiempos únicos, tiempos de cambios acelerados, en dónde quedarse en el pasado es fracasar. El futuro que se nos viene encima asusta; y el mayor de los sustos nos llegó con la bomba atómica, esa con la cual podemos acabar a toda la humanidad. Pero lo que poco advertimos es que ya la bomba se va quedando chica en comparación con las tecnologías emergentes; y una de ellas ha sido la del COVID-19, que se fugó de un laboratorio.
No debemos temer las herramientas del futuro, tal como en su momento muchos se oponían a los automotores. El futuro próximo está repleto de maravillas que nos abrirán el camino al mismo universo. Y ¡vaya! si hay retos en todo ello. Pero es el único camino al desarrollo sostenible y la erradicación de la ignorancia y la pobreza. El Señor de la Creación no tiene que bajar en una nube a llevarnos al Cielo, pues para ello nos dejó las llaves del portón celestial.
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