F.A. Hayek refiriéndose a la planificación central, sostuvo: “A más planificación estatal, más difícil se le hace al ciudadano su planificación personal.” El tema de fondo es uno de principios, comenzando por nuestro inalienable derecho de ser libre para actuar en el marco de la moralidad y en busca de un bienandar que conduzca a un bienestar. Y lo que poco nos detenemos a meditar y comprender es la esencialidad de ser libres en la conducción de nuestras vidas, dado que de ello depende nuestro bienestar. Y la necesidad de esta libertad que nos fue legada en la misma Creación, surge a partir de las variantes que intervienen en nuestras vidas y debemos navegar de forma particular en la búsqueda de nuestros deseos y felicidad. Variantes que una planificación centralizada jamás podría suplantar. A modo de ejemplo: Un burócrata estatal podría decirnos que si nos lanzan una piedra, la esquivemos, pero jamás podrían predecir en el momento hacia dónde. En otras palabras, ser libre implica dejar al libre arbitrio sobre cómo reaccionar ante aquello que no podemos prever en tiempo real.
En el contexto del complejo pandémico en que nos encontramos, no sólo nuestra sobrevivencia sino la misma civilización descansa en la posibilidad de las tragedias. Cada día que salimos a llevar a los hijos a la escuela los ponemos en riesgo de lesión o muerte, pero ello es esencial. Sin embargo, vemos a un SINAPROC que llega hasta prohibir bañarse en la playa cuando hay marejadas, que es, precisamente, el momento ideal para el surfista.
Más allá debemos advertir que accidentes, tal como el pandémico que sufrimos, bien pueden tener un componente fortuito provechoso, tal como provechosas son las grandes olas para el surfista. Es decir, que se trata de una realidad que será enfrentada por una inmensa variedad de personas con diversidad de conocimientos y actitudes que les calificarán para enfrentar la particular situación; y el estado no debe jamás coartar aquello. Esas son las realidades de la ocasión y de las probabilidades. Y aunque por norma los accidentes no son provechosos, debemos prepararnos para encontrar en ellos el provecho. Esa es la realidad de nuestra existencia; y es lo que separa a los sobrevivientes de los que perecen. Frente a semejantes adversidades, lo único que podemos hacer es cargar a nuestro favor las probabilidades.
Todo ello guarda un paralelo con aquello de quienes buscan detener el cambio climático; lo cual no sólo es absurdo sino imposible, dado que la constante universal es la del cambio. La probabilidad de un impacto de asteroide que cambie por completo nuestra existencia es real; y el reto está en prepararnos para ello.
A todo esto, el uso y acuso de “la ignorancia del pueblo”, como razón de una planificación central que llegue a reemplazar y controlar nuestro albedrío, es bochornoso. Y es bochorno que se presta para la peor de las catástrofes; es decir, la extinción de aquel don que nos provee de la gracia de la adaptación y la supervivencia. Aún más, y como bien lo señala Hayek: “Encontraremos que las instituciones de la libertad son adaptaciones al hecho fundamental de nuestra ignorancia, adaptada para lidiar con lo fortuito y sus posibilidades, no sus certidumbres.” El CORONA virus es lo que es; pero lo que no es certidumbre es cómo actuamos frente a ello.
Y sigue Hayek advirtiéndonos: “El hombre aprende mediante la desilusión de nuestras expectativas. Y no debemos aumentar lo impredecible de los eventos mediante la tontería de nuestras instituciones. Y, por encima de todo, nuestro objetivo debe apuntar al aumento de las oportunidades de aquellos humanos desconocidos que puedan aprender acerca de las cosas que ignoramos, y que puedan ponerlas a uso y provecho de sus acciones.”
Es, precisamente, por intermedio los esfuerzos ajustados de muchos, que podemos aprovechar el conocimiento de todos y no el de pocos. Es, precisamente, mediante el uso disperso del conocimiento es que surgen los grandes logros. La libertad es renunciar del control directo del burócrata gubernamental; ese cuya auténtica labor no es de liderar, como bien dice Irene Gimenez, sino de facilitar el que todos seamos líderes de nuestros destinos.
1 Comment