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El mes en el cual el mundo se detuvo. II parte.

el estado destructor

Sociedades cerradas vs sociedades abiertas

Dos sociedades confucianas: China vs Corea del Sur. Una sociedad cerrada versus una sociedad abierta. Dos respuestas distintas. Una cuarentena draconiana versus dejar la sociedad relativamente abierta, confiando en los profesionales de la medicina, en los individuos, en la familias y en la comunidad para tomar decisiones correctas.

Los políticos ahora tienen la piel en juego, y todos están tomando decisiones duras, quizás porque tienen miedo del pánico ciudadano y de que los acusen de que fallaron en actuar, porque raramente en la vida de un político, sus decisiones van a tener castigo, así que prefieren equivocarse del lado de la precaución. Ahora todos los políticos son oficiales de crédito de bancos porque tienen la piel en juego. Es casi una ley marcial, la gente se queda en su casa si o si, y los derechos de reunión y de libre tránsito de los ciudadanos son coartados.

Es San Luis versus Filadelfia en 1918. San Luis tomó medidas draconianas de cuarentena, Filadelfia no lo hizo, quiso que la vida siguiera normal. Y al final tras miles de muertos, entre ellos servidores públicos, la sociedad cayó en la anarquía, con muertos apilados por las calles sin que nadie los recogiera. Por eso las medidas que tomaron tardíamente China, Italia y España, de prácticamente declarar una ley marcial son tan populares, cuando los políticos ven la barba de su vecino arder, ponen las suyas en remojo. Ahora todo el mundo quiere ser San Luis en 1918, con sus medidas de alejamiento social. Nadie quiere ser Filadelfia, con su “es otra simple gripe dejen que la vida siga normal”. Pero ¿hay alguna alternativa?

Cuando la crisis estalló en China, todos los problemas de una sociedad cerrada de un solo partido, se vieron venir juntos. El virus andaba circulando desde noviembre, y cuando un médico se dio cuenta en diciembre que existía un virus con características similares al SARS, pero más contagioso, dando vueltas y lo mencionó en redes sociales, las autoridades chinas en lugar de premiar su alerta e investigar qué estaba pasando, detuvieron al médico, lo interrogaron, le hicieron eliminar sus post, y le hicieron firmar una retractación de los mismos. El médico moriría durante la epidemia. Era más importante mantener la reputación de infalibilidad del Estado Chino y del Partido Comunista, que alertar a la población. Cuando la pandemia estalló en Wuhan y en Hubei, se ocultó al mundo su gravedad, aunque el hecho de que China limitara la exportación de materiales médicos y los satélites detectaran la construcción de enormes hospitales de emergencia, le hicieron pensar a muchos que la crisis era más seria de lo previsto. Al final parece que China ha logrado controlar el brote en Wuhan y puede lograrlo pronto en Hubei, pero la crisis ahora es mundial y los estados, uno a uno parecen seguir el ejemplo Chino, de una cuarentena rigurosa y dejar que la economía se detenga por varios meses.

Pero no todos. Entre ser una sociedad cerrada como China, o ser una nueva Filadelfia, como muy pronto lo serán el México de López Obrador o la Nicaragua de Daniel Ortega, hay otras medidas y hay otros caminos; eso sí, siempre y cuando la sociedad sepa manejar el problema. Y los vecinos de China saben cómo lidiar con eso. Corea del Sur, Japón o Taiwán, saben los problemas de epidemias que presenta la peculiar combinación de clima, hábitos higiénicos y sanitarios, combinados con la censura estatal, que hacen de China un foco de epidemias muy peligroso. Y se han preparado por décadas para ello. Por eso han logrado luchar contra la pandemia, pero manteniendo en lo posible las sociedades abiertas y la vida económica activa.

Corea de Sur es un caso importante, porque junto con China ha logrado reducir la pandemia, aunque de una manera radicalmente distinta.

¿Cómo lo hicieron?

Bueno, como hemos dicho, ellos conocen a su vecino, así que se prepararon. Un tamizado masivo de la población mediante testeo, un seguimiento agresivo de los casos infectados para aislar a los infectados, uso masivo de mascarillas, no solo para el personal médico sino para todo el mundo, un país donde los negocios se abrogan a no dejar entrar a nadie sin mascarilla. Los derechos de propiedad en lugar de violarse, se potencian. Un local tiene derecho de echar a quien no se limpie o no use mascarilla sin miedo a ser llamado discriminador.

El tamizado masivo se permite gracias a que los surcoreanos han desarrollado kits de pruebas rápidas y los producen en masa en su empresa privada, tienen puestos de control voluntario donde en 10 minutos tienen un resultado preliminar, tienen apps de celular para diagnóstico temprano, donde las personas pueden entrar a ver si cumplen con los síntomas. Los coreanos han sido educados para lavarse las manos, usar mascarillas, practicar el distanciamiento social.

Sí se han tomado medidas restrictivas con los contagiados, como usar cámaras de televisión, ponerles brazaletes con GPS, vigilar los celulares, tarjetas de crédito, y transacciones bancarias de los infectados para asegurarse de que no incumplan la cuarentena.

Los Coreanos del Sur, están dando cátedra sobre cómo luchar contra una pandemia tratando de defender la propiedad privada, la transparencia y libertad de expresión y la sociedad abierta.

Su sistema de salud es mixto, con un componente público primario preventivo y uno privado secundario. El privado secundario ahora mismo está subsidiado con fondos de emergencia del gobierno, porque está claro que los seguros privados o el seguro estatal universal no son suficientes,  pero a diferencia de otros países como España, se han negado a establecer controles de precio o a requisar de hecho a la sanidad privada.

Claro que a diferencia de España o Italia, los coreanos del sur sabían lo que se podía venir. Ahora el reto es preparar al mundo y a Panamá para luchar contra pandemias futuras, siendo menos China y más Corea del Sur. Esta vez nos agarró desprevenidos, en el futuro no habrá excusas.

About the author

Ricardo Soto

Ricardo Soto Barrios, abogado, especialista en políticas públicas, egresado de la Universidad Santa María la Antigua. Políticamente liberal, ha participado en muchos proyectos donde se analizan las políticas públicas de Panamá desde un punto de vista liberal y se proponen alternativas. Ha trabajado en la Policía Nacional de Panamá, el Ministerio de Gobierno, y AMPYME, además de ejercer la práctica privada.

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