Hoy día muchos hablan de “igualdad económica”, pero la pregunta que cuelga es… ¿qué quieren decir con eso? Otros son más específicos y hablan de “igualdad de ingresos”. El gran problema de todo ello es que del dicho al hecho hay un inmenso trecho que, al caminarlo, nos muestra la falacia de semejante pretensión. Falaz, no porque fuese malo que todos llegásemos a ser igualmente productivos, lo cual sería extraordinario. Lo falaz viene por el lado de cómo pretenden lograr esa supuesta igualdad; para lo cual es menester el uso de un poder coercitivo estatal que en sí no sólo es desigual, sino que jamás logrará su cometido.
La igualdad económica no es un problema siempre que se logre en el contexto de un mercado desembarazado o libre mercado, ausente de interferencias gubernamentales clientelistas. Lo que tenemos hoy día no es libre comercio, y difícilmente lo tendremos. Aún más, la interferencia estatal que tantos claman es la fórmula ideal para crear más desigualdad. Tomemos un solo ejemplo, el de la educación gubernamental: ¿Crees que el NODUCA crea igualdad? La mayoría sabe que las escuelas privadas, esas que cuestan menos que las gubernamentales, rinden un mejor producto, más creador de igualdad.
Y, si quieren igualdad… ¿Por qué no dar a todos el derecho a escoger? ¡Uy!, no, porque eso saca de la jugada a los politicastros.
En todo caso, el problema de la desigualdad es mucho más complejo y viene arrastrando desde los albores de nuestra historia patria y antes. Una historia que cultivó la ausencia de la sana coyunda matrimonial, y que a través del tiempo dio a luz una mayoría de niños nacidos de madres solteras. La probabilidad de que estos niños vivan en pobreza es, al menos, cuatro veces mayor que aquellos nacidos del matrimonio. Jamás debemos perder de vista que el ser humano es un ser social que prospera en sociedad; pero no en cualquier sociedad, sino en una libre de estéril intervencionismo politiquero o peor.
En muchos casos, llegamos a la triste situación de que la interferencia estatal promueve más hogares a medias; mediante programas de subsidio a la soltería. En adelante lo que conviene a muchas madres no es buscar pareja permanente, sino lo contrario. Luego, es vergonzoso ver a politicastros que se dan golpes de pecho alegando que ayudan a las madres solteras. Sí, ayudan a que cada vez haya más llenas de hijos que difícilmente se arrimarán a una igualdad.
Otra clase de interferencia nociva la vemos en cosas como el salario mínimo, que es control de precios. También en el favoritismo estatal y hasta constitucional a los sindicatos de “trabajadores”. Todo ello es interferencia que termina dañando y no ayudando, ya que no podemos llegar a una economía sana vía la intervención estatal clientelista. A fin de cuentas, lo que sumas por el lado de la economía formal lo terminas restando por el lado de la informal. Que eso no lo entiendan nuestros politicastros no es nada raro.
Y luego, tenemos la perniciosa inflación monetaria que recibimos a través del dólar; la cual sería peor si fuese a través del Balboa. El asunto es que cuando un gobierno falsifica su propia moneda, la misma no se distribuye equitativamente; es decir, el dinero nuevo les llega a unos antes de que pierda su valor y cuando llega a los pobres les llega con menos valor. Pero, también hay otros mecanismos que dan ventaja al mercado de valores, lo cual no está al alcance de los que menos tienen. Lo cierto es que con esa intervención el salario o jubilación de los pobres es cada vez menor.
Y, ni hablar de sectores de izquierda en los EE.UU. que hoy día proponen salario para los desempleados, lo cual garantizaría más desempleo. Supongo que eso es lo que anhelan, ya que con ello el país colapsa y facilita su transformación a la venezolana.
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