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Las lecciones de las Mid Terms.

¿Sabían que una de las razones por las cuales las fiestas patrias en Panamá se llevan a cabo en Noviembre es porque las elecciones de medio período de los Estados Unidos se llevan a cabo el primer martes de noviembre y Teodoro Roosevelt quería que la opinión pública norteamericana se encontrara distraída mientras él hacía su movida estratégica en Panamá, apoyando política y militarmente a este departamento en su separación de Colombia, un país que mantenía relaciones cordiales con los Estados Unidos?. Este es el poder de las elecciones de medio período; los Estados Unidos miran hacia adentro durante las mid terms, en ellas se actúa en una especie de referendo sobre la actuación del Presidente, dentro del sistema de pesos y contrapesos que diseñaron los Padres Fundadores de ese país en su Constitución, en una arquitectura que se ha mantenido por 200 años.

Las lecciones que podemos sacar de las actuales elecciones de medio término es los Estados Unidos son las siguientes:

  1. Es la economía, estúpido. Trump optó por irse por el tema migratorio y temas sociales divisivos; éstos galvanizaron su base social rural, blanca y conservadora, pero los demócratas logran avances importantes en las áreas urbanas socialmente más diversas y en los suburbios usualmente controlados por los Republicanos. Trump pudo haber usado la economía como una manera de lograr que los votantes latinos y negros se apartaran del partido demócrata, pero al irse por los temas sociales, estos siguieron más fieles que nunca al partido demócrata. Inclusive amenazando bastiones republicanos como Texas, o Miami. En Panamá por ejemplo ningún candidato por ahora habla de temas económicos, y esto es preocupante. Las lecciones de Carville a Bill Clinton de que la gente vota por su bolsillo siguen estado vigentes. Hay que recalcárselos. Todo lo demás es muy bonito, pero es la economía, estúpido. Trump no usó su mejor arma.
  2. Un sistema presidencialista que funcione debe ser bicameral y tener elecciones escalonadas. Este ha sido el principal problema histórico del presidencialismo latinoamericano, que siempre ha sido una mala copia del norteamericano. En los Estados Unidos el Senado representa los intereses nacionales, y supervisa el nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y otros altos cargos. Es quien enjuicia al Presidente. Los Senadores son dos por cada estado, independiente de su población, lo cual asegura que los Estados pequeños estén representados en igualdad que los Estados grandes. Esto evita lo que pasa en Latinoamérica donde los políticos suelen gobernar para las áreas urbanas grandes y se termina concentrando todo el poder en las capitales. Los Senadores son elegidos escalonadamente, en cada elección solo se puede elegir a un tercio del Senado nada más. Esto evita que la marea electoral que lleva un presidente a la Casa Blanca llene el Senado con senadores partidarios suyos o que el efecto de castigo logre una barrida de la oposición. Esto le da continuidad de Estado al Senado. Que como hemos dicho, representa los intereses nacionales a largo plazo. En cambio la Casa de Representantes, o sea la cámara baja del poder legislativo de los Estados Unidos, se somete de manera integral a elecciones cada dos años, una concurrente con la elección presidencial y la otra a mitad del periodo presidencial. Los representantes son elegidos de manera proporcional entre la población, de manera que los estados más poblados tienen más representantes. Un principio norteamericano es que no hay impuestos sin representación. La Cámara de Representantes tiene, entre otras misiones, la de establecer y aprobar el presupuesto, la de vigilar su ejecución y el desempeño de los funcionarios del gobierno.  Usualmente cuando un presidente es de un partido, en las primeras elecciones de medio término, el partido contrario recupera la Cámara de Representantes, dominada por el partido del presidente durante la elección presidencial. Lo hemos visto en diversas ocasiones. A Ronald Reagan en 1982. Le pasó a Bill Clinton en 1994, a George Bush hijo en el 2006 y a Barack Obama en el 2010. En todos estos casos, perder la Cámara de Representantes, lejos de ser una tragedia, significó que el presidente tuvo que moderar sus políticas y empezar a negociar con la oposición, siendo menos partidista y más estadista. Ronald Reagan, Clinton y Obama de hecho se reeligieron tras perder la Cámara de Representantes. En todos estos casos, el gasto público se moderó después que la oposición ganó la Cámara. El presidente ya no tendría una carta blanca para gobernar.
  3. La gobernabilidad no es cuestión de controlar el Legislativo, sino el saber negociar y el proponer políticas de estado que sean populares entre los votantes y que tengan el apoyo de todos los partidos. Acá en Panamá básicamente gobernabilidad es sinónimo de que el Presidente tiene que controlar la Asamblea de Diputados, usualmente a cualquier costo, incluyendo actos abiertamente corruptos para asegurar la Gobernabilidad. Es más, en la Constitución Panameña se habla de que los Órganos del Estado tienen que trabajar en armónica colaboración…. mientras que en los Estados Unidos los órganos del estado deben actuar como balances y contrapesos. Ser presidente no implica tener del legislativo una carta blanca para hacer lo que se le dé la gana. Por eso las elecciones de mid terms son importantes. Porque son una manera de los votantes de limitar a un presidente en ejercicio si ven que tiende a abusar del poder. Acá no existen. El presidente llega con una Asamblea favorable, gobierna sin contrapesos y ambos, Presidente y Asamblea, se desgastan mutuamente. En Panamá sería bueno implantar las elecciones de medio término para evitar esto, y un sistema bicameral, con senadores nacionales en la cámara alta.
  4. La arquitectura constitucional importa. Acá tenemos una idea muy Rousseauniana de la Asamblea Constituyente. “Vamos a reunir al pueblo, que es la Voluntad General, de la manera más representativa posible, para que dicten una constitución, que refleje sus aspiraciones (o sea que hagan una carta política al Niño Dios) y como la voz del pueblo es la voz de Dios, y Dios nunca se equivoca, lo que salga de esa Asamblea Constituyente será bueno, bello y verdadero”. Implícita en este pensamiento está la falacia totalitaria de que Pueblo=Estado=Dios. Por algo las constituciones latinoamericanas no funcionan. Y por algo hacemos Asambleas Constituyentes a cada rato; somos los campeones mundiales en número de constituciones escritas, para crear Repúblicas de Papel, con constituciones tan coyunturales y representativas de un momento político particular, que quedan obsoletas en una generación. Acá se ha puesto de moda, por ejemplo, que ciertos candidatos incluyen a la Constituyente como parte de su plan de gobierno, pero nunca dicen qué rayos quieren poner en una futura Constitución. Dejan ello de manera vaga a “los constituyentes”, como representantes de una infalible voluntad general. Esto es sumamente irresponsable. En los Estados Unidos y en las democracias funcionales, el diseño del Estado ha sido objeto no de un consulta ciudadana, sino de una sesuda meditación legal y política basada en la experiencia histórica. Son estos los que recomiendan la arquitectura que debe tener un estado funcional. Y que debe ser plasmada en la Constitución. Por algo la constitución norteamericana tiene más de 200 años, mientras que en Latinoamérica cada nuevo presidente aspira a tener una constituyente propia.

Creemos que las mid terms en los Estados Unidos nos dejan lecciones importantes que tenemos que asimilar en un debate sobre reformas constitucionales o en una constitución nueva para Panamá.

About the author

Ricardo Soto

Ricardo Soto Barrios, abogado, especialista en políticas públicas, egresado de la Universidad Santa María la Antigua. Políticamente liberal, ha participado en muchos proyectos donde se analizan las políticas públicas de Panamá desde un punto de vista liberal y se proponen alternativas. Ha trabajado en la Policía Nacional de Panamá, el Ministerio de Gobierno, y AMPYME, además de ejercer la práctica privada.

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