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Nuestro enemigo, el estado

virus gubernamental

El título de este escrito es el título del libro de Albert Jay Nock, y no sé si al lector le ocurre igual que a mí cuando por primera vez escuché decir semejante cosa: que el estado es nuestro enemigo, ya que a través de toda mi vida se me había presentado o vendido la imagen mental del estado benefactor o bondadoso, que resuelve, protege y combate a los malos y a la pobreza. Esa burbuja de ingenuidad se fue rompiendo con las advertencias de personajes como Nock, que abre su obra literaria con una cita de Herbert Spencer (1850): “Sea cierto o no de que el Hombre fue moldeado en iniquidad y concebido en el pecado, es incuestionablemente cierto de que el Gobierno es concebido de la agresión, y por la agresión.” Y si vamos a la historia veremos cuan ciertas son estas palabras.

La realidad es que todo se presta para el bien o para el mal; sin embargo, hay cosas que mejor se prestan para ser instrumentos del mal; y los gobiernos están de primeritos en esa lista de la ignominia. La distinción debería ser simple: El gobierno o la gobernanza, en su justa medida, es esencial en un mundo de abundantes injusticias, en el cual unos optan por salir adelante pisoteando a otros. Pisotean arrebatando vidas, hiriendo, negando libertades y despojando propiedades; y para ello se supone es el estado y gobierno. Pero, esa esencial y delicada función de velar por la vida, la libertad y la propiedad debe llevarse a cabo sin menoscabar el orden espontáneo social; es decir, fomentando que cada quien resuelva por cuenta propia sus necesidades, entre las cuales está la de extender la mano al prójimo. Es así ya que sin ello los destinos humanos no pueden prosperar.

Pero, resulta que el gobierno o el rey no sólo es el instrumento ideal para velar por la vida, libertad y propiedad, sino también lo es para abusar del poder y usarlo como instrumento de la rapiña. ¿O será que no hemos caído en cuenta de ello? ¿Acaso no hemos visto como los que acceden a los puestos de “autoridad” van conformando una casta que se imagina superior? Una casta que investida con un poder adulterado puede entrometerse en todo. Inclusive, pueden encarcelar a toda una comunidad bajo el falaz alegado de: “Te estamos cuidando”.

Y es que el poder es algo difícil de definir. Pruébalo, anda y define en tu mente, con tus palabras imaginarias, lo que entiendes por “poder”. Yo acabo de hacer lo mismo en este momento que escribo, y mis palabras mentales fueron: “El poder es poder; es decir, es poder hacer algo por la fuerza de la fuerza o, idealmente, por razón de la fuerza de la verdad”; lo cual me lleva más allá. Me lleva a preguntar: ¿Cuál fuerza es mayor, la fuerza de la fuerza o la fuerza de la razón del pensamiento lleno de la verdad? La pregunta es más que válida.

Hace años, en un conclave de gremios empresariales que se habían separado del CoNEP, debido, precisamente, a abusos del poder, yo sugería que dicho organismo (consejo nacional de la empresa privada) no era un gremio sino un consejo de gremios; cuya función consistía en permitir y promover un intercambio de ideas sobre las cuales los distingos gremios podían encontrar comunidad o… encontrar la fuerza de la razón. Pero un joven representante de uno de los gremios me reclamó: “Tú lo que quieres es un club de conversación.” Le respondí: “¿Y qué propones tú que sea el CoNEP?” Me dijo algo así: “Un instrumento del poder empresarial.” Le dije: “¿Crees que existe mayor fuerza que la razón? Y el joven no supo responder pues, dudo que entendía.

Como bien señala Nock: “Las ideas tienen consecuencias…” Pero, a diferencia de las consecuencias de nuestros actos personales, los actos de los organismos nacidos y forjados en el poder, fácilmente se combinan para promover los intereses de la coerción, a expensas de los más débiles. Más aún, el estado excedido no sirve a los débiles sino de ellos se sirve; pues son los mismos débiles que eligen en votos de ignorancia a los henchidos de vano poder.

Una cosa es la satisfacción de nuestras necesidades personales por intermedio de nuestro ingenio y esfuerzo y, a su vez, a través de intercambios de muto acuerdo. Otra cosa, muy diferente y perversa, es la procura de satisfacer necesidades propias por intermedio del trabajo de otros, sin que en ello medie un muto acuerdo. Así, por ejemplo, son los controles de precios coercitivamente impuestos a través del estado excedido en poder; en cual caso se mitigarían carencias del momento a la vez que se potencias otras mucho mayores a futuro.

¿No ha visto el lector a tantos políticos que llegan a ser acaudalados sin que de ellos se conozca empresa que no sea la política y la fuerza del estado en vicio? ¿Acaso no es más que obvio que se trata de síntomas del poder estatal desbocado? Creer que en tales circunstancias el estado pueda ser instrumento de desahogo de los más necesitados es máxima ingenuidad o peor.

Y, más allá, cuando a quienes se ataca son a los que salen a denunciar la rapiña del estado excedido, es que debía ser obvio que estamos frente a nuestro enemigo el estado; particularmente, cuando un estado es erigido sobre las arenas de adulteradas constituciones. Pero aún, teniendo constituciones construidas sobre la roca sólida de la razón y la verdad, no queda garantizado el gobierno comedido y puesto al auténtico servicio del pueblo; ya que quienes ejercer el poder exagerado fácilmente pueden prostituir las instituciones estatales para practicar la rapiña bajos instintos.

Hoy, el común de la gente no entiende lo que es un gobierno limitado; lo cual les suena caricaturesco cuando, para ellos, el poder es para ser poderoso, tal como la lujuria es para ser lujurioso. Y, a fin de cuentas… ¿qué hemos de proponer a cambio del estado, sus gobiernos y gobernantes? ¿Acaso estoy hablando de “reformas políticas”, o de una afanada búsqueda del caudillo salvador?

Lo que debemos esforzarnos por ver es que mientras persista una población escasamente educada, que no tenga la profundidad de carácter, así como la capacidad intelectual para entender los principios subyacentes, seguiremos a merced de nuestro enemigo el estado.

Y… hoy que les escribo, lo hago consciente que igual que Nock, me dirijo al remanente; es decir, a esa minoría capaz de entender y de tomarse el tiempo de leer; pues no son los fácilmente manipulados los que podrán propiciar un cambio. Pero semejante cambio no podrá ocurrir sin antes no colapsan las corruptas prácticas de enemigo estado. Y es, precisamente, eso lo que hoy día estamos presenciando, aunque pocos lo advierten. Que el estado de ayer ya no tiene cabida en el mundo del mañana.

Y más allá de las predicciones de Albert Jay Nock en 1935, hay que ver que los cambios sociales son como tomar el tren; es decir, que tienes que estar en la estación cuando llegue el mismo. O son como los frutos que sólo se pueden cosechar cuando maduros. O… tal vez, son como los restos de un naufragio, que sólo sirven como asidero luego del naufragio. Hoy, en el 2020, ya va siendo obvio que los cambios siempre han estado presentes, en mayor o menor grado. Los eventos que estamos viendo en sociedades más desarrolladas, tal como en los EE.UU., así lo muestran.

Y es que se está exacerbando el frenesí de pedir al estado o, mejor dicho, a los zorros del gallinero, aquello que jamás debíamos pedirles. Y hablo de gallineros y zorros, ya que el estado, propiamente dicho, no es para lo que mayormente le usamos hoy día. Que si controles de precios, inflación, endeudamiento, manipulación agraria y tantas otras actividades impropias. Y son los jóvenes hoy día que, a pesar de que tal vez no lo entiendan… ¡vaya si no lo sienten!

En síntesis, y como señala Nock, “igual que el estado no tiene dinero propio, tampoco el poder que tiene es propio; pero vayan ustedes a ver si los politicastros lo entienden o les importa. El poder del político o del politicastro es aquel que le damos los ciudadanos. Y no será hasta que despertemos que dejaremos de permitir que se abuse de aquello que nos pertenece a cada uno de nosotros.

About the author

John Bennett Novey

Piloto profesional. Trabajó en Aeronáutica Civil como Director de Flight Safety; fundador de la Escuela de Aeronáutica, donde se desempeñó como Director durante 5 años, así como instructor de teoría de la aerodinámica y la meteorología (un proyecto del PNUD y el Gobierno de Panamá). Luego, como Director General Adjunto de Aeronáutica Civil y finalmente como Director General en 2 ocasiones. Fundador del Servicio de Bomberos de Tocumen y Búsqueda y Rescate. También estudió la investigación de accidentes en la escuela NTSB y se desempeñó como investigador de accidentes de aviación durante muchos años.

Fue secretario de la junta directiva de George F. Novey, Inc. hasta 2007, cuando se vendió la cadena . También se desempeñó como presidente de Miami Window Corp., una planta de fabricación de ventanas.

Fue elegido para 2 períodos como Presidente de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresas, donde también sirvió en una multitud de comisiones, tales como transporte y libre empresa.

En 1990 fue galardonado con la medalla de logro de la Administración Federal de Aviación por sus servicios a la aviación internacional.

Socio fundador de Goethals Consulting Corp. y presidente honorario de ISA, Instituto de estudios para una Sociedad Abierta.

Columnista de los 2 principales periódicos de Panamá y columnista económico de la Agencia Internacional de Prensa Económica (AIPE). También escribió para varias otras revistas. Ponente en diversas universidades panameñas y organizaciones cívicas, y autor del libro Educación ¿gubernamental o particular? Además de un libro histórico pendiente 'El Verdugo de Panamá'

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