Opinión

Thucydides Vs. Alberdi

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No tengo la menor duda de que el mundo en que vivimos habría sido incomprensible por siglos en la historia. En Atenas entre 430 y 400 años antes de Cristo, Thucydides estableció una regla general respecto a las guerras. Con ella pretendía explicar las guerras del Peloponeso entre Esparta y Atenas. Al respecto me voy a atrever a decir que esos principios a los cuales me voy  a referir habrían sido válidos hasta el siglo XX.

Tal como lo describe Graham Allione en un reciente artículo de Foreign Affairs: “Los poderes crecientes comprensiblemente sienten un creciente sentido de derechos y demandan mayor influencia y respeto. Los poderes establecidos, enfrentando desafiantes tienden a convertirse en temerosos, inseguros, y defensivos”. En ese sentido se percibe el pensamiento de Thucydides que pretende explicar la razón de ser de la Guerra del Peloponeso.

Ahora voy a dar un salto cósmico en la historia y en pleno siglo XIX Alberdi escribió ‘El Crimen de la Guerra’ donde adelantándose al futuro dijo: “Indudablemente las guerras serán más raras a medida que la responsabilidad de sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las suscitan. Mientras haya unos que las hacen y otros que las hacen hacer, no se ve por qué motivo pueden llegar  a ser menos frecuentes las guerras”.

Puedo decir que Thucydides describió un mundo que llegó hasta el siglo XX con las dos Guerras Mundiales. Alberdi predijo el mundo que surgiría en siglo XX por la creación de las armas nucleares. Por siglos las guerras eran la razón de ser de los países en la historia. Al respecto Hegel dijo que la guerra era el momento ético de la sociedad. Y ya Kant había escrito: “El hombre quiere la concordia, pero la naturaleza que sabe qué es mejor para la humanidad quiere la discordia”. Es decir la guerra, que Marx la transformó en la guerra de clases.

Volviendo a Alberdi, indudablemente que predijo la razón de ser de que la guerra fría haya quedado fría y hoy llegamos a la impensable discusión de que Trump negoció con Rusia en contra de Hillary Clinton. Batalla que sigue en ciernes. Y por supuesto igualmente previó el terrorismo como la guerra del siglo XXI, que está pendiente.

En virtud de esa realidad mi criterio es que Thucydides no aporta ninguna idea al respecto de las relaciones de China con Estados Unidos en la actualidad. La comparación entre ambos países a mi juicio entraña una paradoja, que según el Diccionario de la Lengua Española significa: “Especie extraña u opuesta a la común opinión”. La China es un país que ha existido por miles de años, que contiene una raza única y tiene la mayor población en el mundo. Al respecto reconozco que se adelantó al Occidente europeo hasta el siglo XV.

Estados Unidos por el contrario constituyó la creación de un mundo nuevo. No existía; se creó, y en 1787 cuando logró la aprobación de la Constitución la población alcanzaba a solo 240.000 habitantes. Y dicho sea de paso es un país de inmigrantes donde hoy la raza no tiene lugar, de conformidad con los principios liberales. Y la inmigración persiste en busca de la libertad que garantizan los principios de la Constitución y que no debemos confundir con la democracia mayoritaria. Como bien escribió Richard A. Epstein: “Los principios incluidos en la clásica Constitución liberal, no son aquellos que operan solamente en esta o aquella era. Son principios para las eras”.

Como ya he repetido, tal como lo describe William Bernstein en su The Birth of Plenty, el mundo hasta hace doscientos años vivía como vivía Jesucristo. Por tanto es indudable que la evolución del mundo comenzó en Inglaterra con la Glorious Revolution que fue llevada a sus últimas consecuencias en Estados Unidos a partir de la Constitución de 1787 a la cual me he referido. Así comenzó la libertad basada en el reconocimiento de la naturaleza humana y el respeto por los derechos individuales a la vida, la propiedad y a la búsqueda de la felicidad. Y en esos principios se basó la concepción de la mano invisible tal como la describiera Adam Smith.

La China durante el gobierno de Mao Tse Tung era unos de los países más pobres del mundo y hoy continúa creciendo al 6,5% anual. Ese cambio se produjo con el advenimiento de Deng Xiaoping, pero no creo que en la China bajo el gobierno del partido comunista reine el Rule of Law. Pero es indudable que desde el poder absoluto reina hoy la mano invisible y por ello el 40% de la inversión extranjera va a la China.El gobierno chino no tiene ningún interés en una guerra con Estados Unidos, y Marx habría desaparecido bajo la égida de Confucio: “Tratar a los demás como queremos ser tratados”. No es el Caso de Europa que está bajo Marx, Bernstein mediante, que predijo que al socialismo se puede llegar democráticamente, y por ello hace diez años que no crece. Diría que Xi Jimping ha aceptado a Hume internamente: “La estabilidad de la sociedad depende de la seguridad en la propiedad, la transferencia por consenso y el cumplimiento de las promesas”. Y en el orden externo: “La riqueza de tus vecinos no te perjudica sino que te beneficia”.

Estos principios indudablemente aceptados por los Founding Fathers en Estados Unidos aparecieron repentinamente desafiados por Trump cuando propuso impedirle a las empresas americanas invertir en otros países que constituye una violación del derecho de propiedad. Y seguidamente propuso cerrar el comercio internacional. Indudablemente que en su viaje por Asia estos presupuestos parecen desparecidos de su mente. En su entrevista con Xi Jimping quedó claro el acuerdo con la China, que a su vez satisface la situación del superávit de la China en el comercio con Estados Unidos.

Podemos concluir que no nos encontramos ante un enfrentamiento de civilizaciones, como describió Samuel Huntington. Como dijo François Ravel: “Culturas hay muchas, civilización una sola. Cuando se respetan los derechos”. No obstante las diferencias, si en China no se respetasen los derechos de propiedad no estaría creciendo a los niveles actuales. Y es en Occidente donde no se están respetando mediante el incremento inusitado del gasto público, que entraña en si la violación de los derechos de propiedad. Y Alberdi está presente también al respecto: “Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del pais, es la riqueza del fisco”.

About the author

Armando Ribas

Es abogado, profesor de Filosofía Política, consultor de empresas, periodista, escritor e investigador cubano que reside en la Argentina. Se graduó en Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana y en 1960 obtuvo un master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University (Dallas, Texas, EE.UU.).

Es autor de varios libros, entre los que se encuentran Teoría monetaria, inflación y tasa de interés y El rol del empresario (Editorial El Ateneo); La inflación en Argentina, Pensamientos para pensar y El príncipe y el principito (Editorial El Cronista Comercial); Entre la libertad y la servidumbre y El retorno de Luz del Día (Editorial Sudaméricana); y Cuba entre la independencia y la libertad (Ediciones Universal).

Armando Ribas falleció el 26 de Junio del 2020. Sus pensamientos nos acompañan eternamente.

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