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Un problema de mujeres?

Como hoy, día que redacto mi columna, es el día internacional de la mujer, debo hacer varios comentarios sobre el feminismo.

Los reaccionarios de todo tipo ven mal al feminismo, mientras que para todas las izquierdas, el feminismo es prácticamente un señalamiento de virtud. Soy progresista, ergo soy feminista y viceversa. El problema es que hay diversos tipos de feminismo, y como dice la feminista disidente Camile Paglia, casi todos vienen de Rousseau.

Rousseau es el creador del mito del buen salvaje, en el cual la humanidad vivía un estado mítico de naturaleza, donde todo era lindo e idílico, hasta que un pecado original de la sociedad, rompe ese equilibrio y lanza a la humanidad a una larga caída, donde las personas nacen buenas, pero la sociedad las corrompe. Este pecado original puede ser la propiedad privada de los medios de producción para los socialistas, el patriarcado para las feministas que vienen de Rousseau, o sea casi todas, el separarse de la naturaleza para los ecologistas radicales, el comer carne para los veganos, en fin. Como todos estos movimientos tienen una rama Rousseauniana, el resultado es que suelen combinarse bastante bien. En movimientos socialistas feministas, o en movimientos ecologistas socialistas. Sin embargo no caigamos en el error conservador de pensar que todos estos movimientos tienen que ser rousseaunianos.

El feminismo siempre ha existido, siempre ha habido mujeres que cuestionan su estatus social inferior. Preocuparse por el medio ambiente empezó como un movimiento conservador. El socialismo de naturaleza religiosa siempre ha existido.

El feminismo moderno empezó como una preocupación liberal por la falta de igualdad legal y de libertad personal de las mujeres, condenadas a no tener propiedad, a no heredar, a pasar de la tutela de su padre a la de su marido. La primera oleada del feminismo buscaba la igualdad legal más que todo, el derecho al sufragio universal y la igualdad legal para ser propietarias y ejercer profesiones. Este movimiento era más bien de clase media y alta. Al mismo tiempo surge un feminismo más proletario de trabajadoras de las industrias textiles, que combina las preocupaciones sindicales de la época como vacaciones, días libres, mejores condiciones de trabajo. Ese es el inicio de los distintos feminismos socialistas.

La primera oleada del feminismo del siglo XIX a la primera mitad del Siglo XX, era tanto liberal como socialista, y se centraba en lograr derechos legales. La segunda oleada del feminismo es más bien de clase media y surge en la segunda mitad del siglo XX, era más de tendencia liberal social, y se centraba en cambios de actitudes sociales, más allá de los cambios legales. Por ejemplo el derecho de la mujer a su sexualidad, el derecho de la mujer a gozar de su cuerpo mediante el control de la natalidad y el aborto, la igualdad salarial, y estar libre del acoso.

Este feminismo de segunda generación se aparta más del liberalismo, ya que por ejemplo implica no tanto la igualdad legal salvo en temas como el control de la natalidad y el aborto, sino acciones afirmativas del estado sobre la esfera privada, en temas como el acoso sexual, la discriminación laboral, la violencia doméstica y la maternidad. Esto aparta al feminismo un poco del liberalismo clásico. Y el individualismo en los temas sexuales lo aparta del comunismo tradicional que es algo puritano.

Lo cual nos lleva a la tercera ola del feminismo, fundamentada en el postestructuralismo francés. Esta se aparta totalmente del liberalismo clásico e inclusive se puede hablar de un feminismo no-liberal. Si la primera ola busca la igualdad ante la ley del feminismo clásico, y la segunda buscaba lograr esa igualdad de manera más efectiva en la vida cotidiana, en la tercera ola, busca eliminar el patriarcado de las mentes de las personas mediante la modificación de la conducta y el lenguaje. Ya no es la igualdad legal o la acción afirmativa del estado en las esferas de la vida para garantizar esta igualdad. Ahora la masculinidad, el “male gaze”, o sea la lujuria masculina, el lenguaje sexista (básicamente todo el lenguaje), el man splaining (o sea el explicar cosas desde una actitud de superioridad masculina), la interseccionalidad, que lleva a la práctica la idea Nietzscheana de que no hay verdades sino voluntades de poder, ver “man xplaing”, han llevado a la tercera ola de feminismo a ser un feminismo iliberal, que sanciona códigos de conducta, códigos de lenguaje, o sea censura, que hace muy difícil identificar la verdad objetiva en favor de una subjetividad total, determinada por el género, pero que al mismo tiempo busca negar la idea de género. Esto ha llevado a un caos intelectual en las universidades y a una reacción contraria al feminismo, que vemos en personajes como Donald Trump y Jair Bolsonaro. Y no serán los últimos.

La idea de un feminismo más relajado, seguro de sí mismo y liberal en su idea de buscar tanto la libertad, la igualdad y la fraternidad, ha sido reemplazada por el feminismo de los códigos estrictos y las políticas de identidad. Esto no solo ha ralentizado el feminismo, sino que ha provocado una reacción contraria al mismo.

La idea de un feminismo liberal, donde se defienda la idea de que la mujer tiene el mismo derecho a decidir sobre su vida, propiedad y buscar su felicidad personal (que tiene un hombre), es liberal y es feminista. El problema es cuando se quiere actuar coactivamente sobre toda la sociedad para que cambie de acuerdo con los ideales feministas porque el patriarcado, que puede tener alguna razón biológica que explique por qué ha durado tanto y se presenta en casi todas las culturas humanas, sea erradicado porque es el pecado original que impide regresar a la humanidad a su estado de virtud original. Ese tipo de feminismo no es liberal. Es hermano del socialismo e imposible sin coacción estatal.

About the author

Ricardo Soto

Ricardo Soto Barrios, abogado, especialista en políticas públicas, egresado de la Universidad Santa María la Antigua. Políticamente liberal, ha participado en muchos proyectos donde se analizan las políticas públicas de Panamá desde un punto de vista liberal y se proponen alternativas. Ha trabajado en la Policía Nacional de Panamá, el Ministerio de Gobierno, y AMPYME, además de ejercer la práctica privada.

1 Comment

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  • Excelente artículo, muy claro y muy informativo. Se da uno cuenta que la historia del feminismo es más compleja que lo que uno sospecharía, y por lo visto tiene su lado luminoso y su lado oscuro, como muchas otras cosas de la vida.

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