El Metro y el mal llamado “MetroBus” son monopolios gubernamentales que guardan ciertas características con la hermosa flor tabogana(lo que se ve) que es venenosa (lo que no se ve). Ante tal afirmación sería raro encontrar a quienes no se extrañarían frente a lo señalado; pero, “en lo económico lo típico es que veamos las lindas estaciones del Metro y los trenes volando en alto como también vemos los $0.35 del pasaje pero… no vemos el tamaño y daño del llamado subsidio con el cual cargan a toda la población. Y, cuando digo “llamado subsidio” busco advertir que el verdadero o buen subsidio no daña. Y es que el verdadero y buen subsidio no promueve la dependencia enfermiza y no daña la economía.
El principio de la subsidiaridad lo que enseña es que una entidad de orden superior no debe hacer por otra de orden inferior lo que esta última debe hacer por cuenta propia. O, no des pescado sino enseña a pescar; y no te pases fregando la paciencia a los pescadores.
En Panamá, desde que llegó Cristóbal Colón y se creó la finca del rey de España conocida como Castilla de Oro, que llegaba hasta Nicaragua, fuimos creando un sistema gubernamental de monopolios en muchos servicios, tales como el agua, educación, carreteras y tanto más. Apareado con ello también fuimos inculcando en la población el “no a la privatización.” Hoy, cuando vemos a tantos inmigrantes que llegan y sí valoran el emprendimiento y prosperan, intentamos, vía perversa legislación, nacionalizarlo todo; con lo cual no vemos que son los panameños los que salen perdiendo.
Son tantos los que ven mal el lucro; es decir, las ganancias del comerciante, las cuales acusan ser explotación. Ello no es cosa nueva ya que hace miles de años había quienes consideraban que el lucro era pecado. Lo que no ven es que la producción o productividad de un pueblo depende, no sólo de la libertad de emprendimiento sino del lucro.
¿Es inmoral el lucro? En la realidad el empresario que cobra demasiado abre el camino para que otro le quite el mandado; a lo cual llamamos competencia, la cual no funciona cuando entran los monopolios gubernamentales en escena.
La forma más pura de una democracia se da en un mercado libre y no en los mercados intervenidos por los pillos del gobierno. Nuevamente, lo que no se ve es que el mejor voto lo damos cuando compramos lo bueno y rechazamos el mal servicio o producto; tal como el MEDUCA. Por algo hay más de 800 escuelas privadas en Panamá que no son para ricos.
Tampoco vemos que el empresario que invierte y administra mal quiebra, pero el político que monta un sistema de Metro o MetroBus que esconde graves daños económicos a la población, muchos lo quieren reelegir.
Son tantas las cosas que no vemos, tal como el que “economía” es el arte de poner la paila con lo poco que nos entra. Y absurdo es no ver que nuestros ahorros logrados produciendo se los lleven los piratas fiscales disque para invertirlos. ¿¡Hasta dónde llega nuestra ingenuidad!?
El empresario prospera o quiebra según las ganancias o pérdidas, que le obligan a seguir la mejor administración. Pero lo mismo no ocurre con las inversiones del gobierno.
Son tantas las cosas que no vemos, tal como si las obras del gobierno son cosas que necesitamos o cosas que nos llevarán al descalabro social y económico.
A los gobernantes típicos que hemos sufrido no le importan las pérdidas, las cuales resuelven emitiendo bonos que nos endeudan y empobrecen a todos.
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