Una estimada amistad, Richard Rahn, presidente de “Institute for Global Economic Growth”, economista y escritor más que prolijo, quien nos acompañó en Panamá en 1917 en ocasión del foro Pathways, en artículo del Washington Times, nos recuerda de que estamos en época de esperanza, de renovación en la resurrección. Es así ya que la humanidad no aprende y avanza sino a través de las tormentas de locura y corrupción que ponen en evidencia el mal camino y nos ayudan a retomar el bienandar.
Es muy cierto que vivimos tiempos de líderes incompetentes, de tranques y baches en las calles. Pero, más que nada, de contratiempos económicos a causa de políticas económicas alocadas o, mejor dicho, completamente corruptas en malgasto. Nos endeudamos para sostener al gobierno desmedido cuyo principal objetivo apunta a perpetrarse en la papa. ¡Qué ingenuidad!, cuando lo que hacen les traerá todo lo contrario.
La realidad es que vivimos tiempos de cambio y adaptación. Tiempos en los cuales se dará avances en la medicina, a punto que lograremos vencer a la mayoría de las enfermedades y prolongar nuestras vidas. Avances que, con el tiempo, reducirán los costos de vida de forma inimaginable.
Y, a todo ello, nos daremos cuenta de la forma torcida en que muchos intentan torcer realidades; tal como la del cambio climático, que pintan como un fenómeno nuevo y destructivo, cuando la naturaleza del mismo Universo es una de cambio. Cuando se acaben los cambios se acaba el Universo. Pero, el mayor de los peligros y maldades que nos asedian están en la locura de tantos que adversan los verdaderos derechos humanos de libertad y autodeterminación; sin los cuales la humanidad no puede acceder a su destino de un mañana en el cual podremos mover montañas.
Ya la ciencia asoma a la energía de fusión, limpia, segura, ilimitada y económica. Y tal como lo advierte Rahn, “ló único que hace falta es que la clase política comience a actuar como adultos y nos den el permiso…” permiso de administrar nuestras vidas y nuestro futuro. Rahn también nos habla del desastre de nuestros sistemas que osamos llamar “educativos”. De lo triste que es mantener a toda una juventud sumida en mazmorras como las del MEDUCA.
También por el lado oscuro de la Fuerza vemos el movimiento “woke”, que traduce a “estar al tanto y activamente atento a las realidades sociales, en particular a las del racismo.” Suena medio bonito pero debajo de todo ello subyacen los efectos que nos trae la mala educación, la politiquería de arrabal y entro otras más, la Babel idiomática en la cual pretenden cambiar la forma en que hablamos y pensamos; es decir, asignar nuevos sentidos a las palabras, con lo cual llegaremos a tal punto que unos y otros no podremos comunicarnos.
La realidad es que la verdadera prosperidad no nos llegará por la vía de los partidos políticos tradicionales y corroídos; sino, a través de mercados desembarazados que permitan que sean los ciudadanos los que marquen el compás de su andar. De ciudadanos cuya única esperanza de vida no sea la de un jamón en Navidad.
En fin, y vuelvo a citar a Rahn: “La buena nueva es que la locura del momento pasará, tal como ha ocurrido siempre.” Debemos estar atentos a las nuevas oportunidades que se presentan y van en aumento. Oportunidades de dejarles un mundo mejor a nuestros hijos. Un mundo cuyo objetivo será viajar a nuevos puertos; de manera que una vez más tomemos conciencia de que el mundo no es plano… el mundo no tiene límites.
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