Una realidad perturbadora es que los movimientos liberadores siempre han sido, son y serán movimientos minoritarios. Más siniestro y preocupante es que la ideología democrática, entendida y aplicada llanamente como una mayoría de votos, vienen preñada por el mal de la dictadura de las mayorías. Es así ya que, como dije al inicio, si sólo una minoría logra buena comprensión acerca de las responsabilidades implícitas en un verdadero proceso liberador, una dictadura de mayorías termina usando el sufragio como herramienta para satisfacer apetitos desbocados y subyugar a las minorías.
Sólo a manera de ejemplo, en Panamá y otros países vemos que las mayorías exigen que sus gobiernos se constituyan en maquinarias de subsidios supuestamente benefactores. Poco o de nada sirve que a través de toda la historia humana semejantes sistemas terminen en monumentales fracasos económicos y sociales. Para ponerlo en un contexto más fácil de asimilar, es como darle a un salón de niños todas las golosinas que pidan, sin contrapesos. Semejante anarquía concedida o permitida a imberbes terminará en desgracia.
La realidad objetiva del mundo es que el mismo no produce una mayoría de personas dotadas del entendimiento y de la voluntad de estudiar, perseguir y trabajar de manera sostenida en defensa de los derechos fundamentales connaturales del ser humano.
Parte del problema o de la carencia de mística libertadora tiene que ver con las limitaciones de comunicación humana. Sin embargo, en estos momentos nos encontramos en la antesala de la singularidad; es decir, de un momento de inflexión que nos trasladará a una nueva dimensión de comunicación que, a su vez, se traduce en conocimiento y desarrollos tecnológicos. Como bien lo visualizaban personajes tales como Teilhard de Chardin, la nueva era del conocimiento o “noosfera”; que sucede a la biósfera (etapa biológica), que a su vez sucedió a la etapa de la litosfera (etapa mineral) planetaria. Así, vemos que el ser humano surge de los minerales de la tierra que le permiten la transformación biológica; luego de lo cuan estamos pasando a la nueva etapa del conocimiento o noosfera.
Una de las características del conocimiento es la de una comunicación más ágil, que permea y permite un entendimiento comúnmente sin intermediaciones. Esta realidad ya emerge en la sociedad, en la cual va produciendo cambios fenomenales que muy pocos advierten. Como bien lo ilustró el presidente del Salvador en su presentación ante el consejo de las UN, quien al inicio se tomó un selfie ante el asombro de todos; luego de lo cual anunció o sentenció que la distribución cibernética del selfie lograría ser visto por una audiencia inmensamente superior a la que vería la filmación de una conferencia de la UN, llevada a cabo con costos alucinantes.
Pero mucho más allá, la noosfera permitir una evolución liberal o libertadora al dar bypass a las restricciones impuestas por los conmutadores del conocimiento. Me refiero a todos esas instancias de intermediación entre humanos, que tiende a demorar y hasta trastocar las realidades. Son esos diarios de papel que terminan siendo usados como envolturas o elementos de limpieza.
Sin embargo, la evolución tecnológica de la comunicación, así como todos los descubrimientos tecnológicos en general, van produciendo otros cambios contundentes que igual tienen que ver con el bypass a interruptores. En tal sentido tenemos los monopolios del licenciamiento gubernamental, los cuales perderán todo sentido ante una comunicación que no requiere intermediación. Es el caso de esos diplomas que sólo servirán como adornos en las paredes.
Y aún más allá, el mismo comercio fluirá entre quienes comercian sin detenerse en estancos aposentos de intermediación política. Y los políticos se irán a pastar junto a las carretas y esos caballos que alguna vez derramaron estiércoles en las vías de comunicación vial.
La naturaleza que nos fue legada en la Creación es, en su esencia, liberadora. Hemos recibido un don de albedrío que dada nuestra imperfección hemos abusado; pero, sin ello no podríamos viajar a las estrellas y heredar el mismo Universo.
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