Me duele decirlo, pero… lo que nos ocurre y ocurra en y con la CSS nos lo merecemos. Advertencias no han faltado, pero pocos han escuchado. La institución amorfa que es la CSS que, como diría Cantinflas: “no es ni gubernamental ni privada sino todo lo contrario,” era una inmensa estafa que ha venido pasando agachada debido a las luces bajas, como decía Omar.
No había que ser adivino para darse cuenta y entender que la estafa piramidal que era la CSS, desde su primer aliento infantil, la llevaría al desastre; una catástrofe que afectaría y afectará no sólo a los jubilados sino a toda la población ístmica.
Hoy, que escucho a “conocedores”, a exministros y tal, hablar del “déficit fiscal de la CSS”, se me revuelve el tracto intestinal, ya que no es sólo asunto de un déficit económico sino uno moral y de sentido común; que, ciertamente, es el menos común de todos los sentidos. Hoy mismo leo en LP, bajo el título “desfase en informes financieros; CSS sin reporte actuarial desde 2019.” ¡Claro!, mientras otros pagaban el festín el malgasto no paraba. Y el problema no es sólo en el IVM sino en todo.
El informe habla de el “IVM próximo a la quiebra…” Según parece el significado de “quiebra” es muy variable. Me parece que cuando una empresa no gubernamental la mantienen en un respirador pulmonar con los fondos de reserva, ya está en quiebra. Y más me crispa escuchar a algunas hablar de “salvar” la CSS; cuando la misma está como un paciente descerebrado que mantienen su carne viva con máquinas.
En estos días me encontré con un médico que me dijo: “Si un paciente me llega con un uñero yo le cotizo $150 por la operación. Pero si el paciente decide ir a que se lo hagan en la CSS, la operación del pinche uñero le cuesta no menos de $600 a la CSS. Imagínense como será con otras intervenciones más complejas.
O… está el caso que me contaron sobre la directora en la Junta Directiva que llevaba a sus hijos a las reuniones y los sentaba con ella a darles de las boquitas que les daban en la reunión. O… que había cantidad de Juntas Directivas que sólo duraban unos minutos, ya que su propósito era cobrar las dietas. O… las cirugías de cortesía a quienes no son ni asegurados ni pobretones. O… miles de botellas… Y, a todo ello ¡no a la privatización!; es decir, no a que puedas elegir al médico o clínica y pasar a ser cliente y no víctima infinitamente paciente.
Pero, la realidad va mucho más allá y en dónde mejor la he visto pintada es en el relato de una charla que dieron en junio 17 de 2021 en el Mises Institute’s Medical Freedom Summit en Salen, Hew Hampshire. La charla la abrieron con el anuncio: “Señoras y señores, ¿por qué estamos aquí hoy? Antes que nada, porque en cierto sentido la práctica médica en América está rota…” La calidad sigue en deterioro y los costos en aumento.
Menos mal que también hay buenas noticias; que, nos encontramos en la antesala de increíbles adelantos que revolucionarán no sólo la practica médica sino la manera en que pensamos de la salud en general. Recién mi médico me dijo: “Cada día encontramos remedios más naturales que son mucho más económicos y que podemos aplicar de manera preventiva; algo así como el dentista, que vamos a la limpieza y otras, en vez de esperar que se caigan los dientes. A fin de cuentas, los mismos médicos, los buenos, están inmensamente insatisfechos con la actividad.
Este tema es muy complejo, e intento sintetizarlo. Lo primero es señalar que si no regresamos la práctica médica al mercado y seguimos creyendo que el gobierno nos puede dar salud o lo que sea; ¡estamos fritos! Y sí, el mercado también anda mal; enfermo de trampas y politiquería. Ya en USA hay médicos que se han aliado y abierto clínicas de cirugía que cobran apenas un 10% de lo que cobran otros centros que viven en el mundo del juega vivo.
Ya los cambios se están dando y lo importante es tomar conciencia y poner atención. No será nada fácil ni grato pasar el mal tiempo neccesario para dar paso a los cambios, pero sin el purgante no hay remedio.
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