La era digital prometía ser el gran democratizador del conocimiento, un archivo infinito donde la información permanecería accesible para las generaciones futuras. Sin embargo, la realidad ha demostrado ser mucho más frágil de lo que imaginábamos. Los datos no simplemente desaparecen: son eliminados, borrados y sepultados, muchas veces de manera deliberada y silenciosa.
El Revisionismo Histórico en Tiempo Real
Cada vez que una nueva administración toma el poder, las prioridades cambian. Esto es natural y esperable, pero lo que resulta inaceptable es la desaparición coordinada y silenciosa de información pública. Este fenómeno ya es visible, particularmente en Estados Unidos, donde paneles de salud pública, indicadores económicos y vastas cantidades de datos gubernamentales están siendo retirados de internet sin comunicados de prensa ni explicaciones.
Esta no es una simple limpieza administrativa o una medida protectiva: es revisionismo histórico ejecutándose en tiempo real. Cuando los sitios web desaparecen, los archivos se eliminan o los datos se retiran silenciosamente, no hay un bibliotecario a quien preguntar, ningún número telefónico que llamar, y generalmente ninguna explicación del porqué.
La Fragilidad de la Memoria Digital
Internet se ha convertido en un espejismo digital: vasto en apariencia, pero frágil en realidad. La centralización de la información se ha transformado en su mayor debilidad, creando un sistema diseñado para la conveniencia más que para la permanencia. Los hechos no tienen fecha de vencimiento, pero en el sistema actual, bien podrían venir con una fecha de caducidad.
Esta fragilidad tiene consecuencias devastadoras para la democracia y la justicia. El poder no puede ser responsabilizado si no hay acceso a registro de sus acciones. La justicia, las políticas públicas y las reformas no pueden ser perseguidas si los datos que las sustentan ya han sido eliminados.
Lecciones del Pasado y Presente
La historia nos enseña sobre los peligros del silencio y los vacíos en la evidencia. Los horrores del Holocausto se desplegaron en silencio, y las brechas en la evidencia permitieron que los negacionistas encontraran fisuras por donde colarse. Si las herramientas disponibles hoy hubieran existido entonces —herramientas para registrar, almacenar y distribuir sin censura— ¿cuánto podría haber cambiado?
Un ejemplo más reciente ilustra perfectamente este problema. En 2021, medios independientes como Apple Daily fueron forzados a cerrar en pocas horas en Hong Kong. Un archivo de 26 años de periodismo se volvió inaccesible casi de la noche a la mañana, cuando los servidores fueron apagados y los registros digitales eliminados del alcance público. Afortunadamente, activistas cibernéticos comenzaron a respaldar artículos en blockchain, ofreciendo una alternativa resistente a la censura.
Soluciones Emergentes
Aunque la amenaza a la preservación de datos públicos es real, también lo son las respuestas. Iniciativas sin fines de lucro como Internet Archive han respaldado silenciosamente miles de millones de páginas web a lo largo de los años, protegiéndolas efectivamente del deterioro digital. Estos esfuerzos de archivo de código abierto operan independientemente de los gobiernos porque ninguna administración debería tener las llaves exclusivas del registro público.
Las soluciones de almacenamiento de datos basadas en blockchain también ofrecen alternativas resistentes a la censura y a prueba de manipulación. A diferencia de los proveedores de nube dominantes actuales, que permiten e incluso actúan sobre la eliminación y manipulación de datos, estas tecnologías prometen mayor permanencia.
Un Llamado a la Acción
Preservar datos públicos ya no es un desafío técnico: es una obligación cívica. No todos pueden redactar legislación o liderar movimientos de protesta, pero todos pueden guardar una copia. Cada archivo perdido, cada conjunto de datos eliminados y cada enlace roto es un cincel aplicado a los cimientos de la realidad pública.
Sin datos, la verdad se vuelve subjetiva. Cuando la verdad es subjetiva, el poder habla último y más fuerte. La pérdida de información es la pérdida de la historia. Cuando la memoria pública se aloja en sistemas que pueden ser editados, comprados o eliminados, lo que permanece no es historia: es una versión de la historia, escrita por la última persona en el poder.
La elección es simple: permitir que las eliminaciones continúen o luchar por la permanencia y la verdad. El registro debe sobrevivir al régimen, y los hechos deben sobrevivir a las personas que los temen. Sin esto, las generaciones actuales no solo perderán su historia, sino que también perderán su futuro.
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