Al escribir en el título la palabra “alcance” todo va bien, hasta que añado la palabra “sobrealcance”, que Word subraya en ¡ROJO!, lo cual me irrita. ¡¿Cómo que no existe en el español?! Y si no ¿por qué no?, cuando es un vocablo esencial y común en otros idiomas, tal como lo es el término “overreach”. Lo curioso es que en el diccionario Definición De, el concepto de “alcance” se utiliza, entre otras, para referirse a la ausencia de justificación en las cuentas públicas y al rendimiento de personas que deben rendir cuentas por el manejo o la custodia de los caudales o erario.
Llamo a mi hermano Irving para conocer su opinión y me dice: “Sobrealcance” se refiere a la aplicación de una ley más allá de su alcance, tornándola en abuso de autoridad. A ello yo añado que se trata del abuso de la delegación constitucional ciudadana a sus autoridades e Irving añade que, todo buen economista usa dicho término pues la mayoría habla o entiende el inglés; con lo cual la pregunta que queda colgando sería: ¿Será que los latinos la soslayamos a propósito? Y ¿cuál sería tal “propósito”? ¿Será que ya la mayoría nos hemos acostumbrado al abuso gubernamental?
Alcanzar más allá de lo propio es el intento de abarcar demasiado; de querer hacer o ganar lo que no corresponde, echando a perder lo bueno. ¿Por qué los hispano hablantes no hemos adoptado o prohijado tan fundamental vocablo? ¿Acaso ello no refleja una riqueza idiomática en lo político, económico y social?
El problema o problemón nuestro es que a través del tiempo hemos permitido que el gobernar profundo haya secuestrado su encargo gubernativo; a punto de que nuestras entidades típicamente hacen una mórbida metástasis de sobrealcance, tanto en los propósitos de sus funciones como en lo económico y constitucional. En síntesis, no es más que una lujuria de poder que, particularmente, hace alarde presencial en el desquicio de políticas demenciales, tal como la ideología verde; la cual ha sido trastocada.
Y, tal vez, en ninguna otra actividad gubernamental se ha hecho más presente y patológico el sobrealcance de lo los sucios negocios politiqueros que en el NODUCA. La función gubernamental jamás debió secuestrar algo para lo cual no tiene la menor capacidad. El daño a los panameños es incalculable. La función de gobierno no es la de reemplazar a los ciudadanos en aquellas actividades propias del ciudadano, el mercado, sino vigilar que no se cometan abusos. Pero, cuando los abusadores se convierten en los abusadores, ¿entonces cómo logramos corregir los malos rumbos?
La plasticidad del sobrealcance parece no tener límites; cuando cada año y con cada nuevo desgobierno vemos la metástasis del sobrealcance gubernamental. El nuevo mandatario se sienta a imaginar cómo puede aumentar su endemoniado feudo destructor de la sociedad.
Un buen ejemplo de todo esto salió publicado en los medios de prensa cuando reportaron que los agentes de tránsito estaban deteniendo y citando a quienes hacían “car-pool” hace un tiempo atrás, lo cual es, no sólo ilegal sino aberrante; particularmente lo sería ahora en que los precios se disparan y, en particular, los del combustible. Eso es “sobrealcance”.
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