La principal característica de una persona con humildad es su capacidad de reconocer sus limitaciones y sus errores. Ello no es nada nuevo, lo que sí es nuevo es que la humanidad ha llegado a un trascendental punto de encrucijada en el cual tendremos que dejar atrás todo aquello que no prospere en el futuro que nos viene encima. Y, el problema con tantos “expertos” es su proclividad a la insolencia de creerse más de lo que son y de vivir en desdeño del prójimo; lo cual es la inmensa y fatal arrogancia de tantos políticos.
Es difícil entrar en la mente de tantos politicastros presidenciales, cuyo nivel de arrogancia les ha permitido no sólo el saqueo del erario sino la institución de perversas políticas. Pero… cómo no va a ser, cuando controlan los medios a base del dinero ajeno; controlan los centros de supuesta educación, esos que más bien son de adoctrinamiento y embrutecimiento, a tal punto que casi nadie en una población MEDUCA se los echa en cara y, más bien, lo piden y celebran al decir cosas como, “robó, pero le dio al pueblo”. Sí, les dio miseria.
El otro enfoque que saco a relucir a cansancio es el que les llamemos “autoridad” a quienes no son tal cosa. “Autoridad” es el autor del buen libro y no los dictadores de corrupción. Y, más allá, vemos que estos ponzoñosos sujetos de la oscuridad se valen de los “expertos”; pero no del experto humilde sino del experto mercenario, ese que blanquea falsedades. El problema con esta clase de desviados es que pocos ciudadanos tienen la capacidad de cuestionarlos. Es como el caso del COVID, en dónde la encerrona, entre otras, produjo una gran pérdida de inmunidad a las variantes de la influenza que están afectando particularmente a niños menores de 6 años y a los viejitos mayores de 65.
Frente a esta nueva realidad, causada por expertos mercenarios, ahora los centristas proponen volver a encerrar al ganado. Sin embargo, no aclaran que un problema covidoso sino uno causado por absurdas intervenciones en la vida ajena.
Pero el mal de los expertos va mucho más allá de lo viral y se hace presente y doliente en la falsa ciencia económica; esa que ha producido alguno de las “autoridades” más dañinas del mundo. El problema es que una vez que montas a uno de estos expertos en un pedestal, todos se lanzan a dar pleitesía al ídolo con pies de barro; tal como ocurrió con Sam Bankman-Fried en el caso de las criptomonedas de FTX. Fueron muchos los que llegaron a idolatrar a este falso experto.
A fin de cuentas, tanto en la economía como en la ciencia virulenta y más allá, debemos tener presente que son campos muy complejos, tal como el del cambio climático, que no obedecen los lineamientos de falsos y engreídos expertos. El verdadero experto es aquel que sabe tanto que bien sabe que poco sabe.
Add Comment