En Panamá, tanto los gobiernos del estado como los medios de información y los grupos que idealizan el confisca parte y reparte para quedarse con la mejor parte, ignoran o peor, burlan la libertad capitalista con el propósito de favorecer el intervencionismo central politiquero que es el fétido manantial de su corrupción. Es común ver los artículos mediáticos que culpan a lo que ellos llaman “la economía informal” de los problemas de pobreza, tal como la falta de seguridad social, transporte, alimento y más. Y ¡por supuesto! que ese cuento es fácil de tragar ya que se cuela por las sendas del peor de los pecados que es la envidia y el deseo desordenado de resolver las carencias personales aunque sea pisoteando las de otros.
Según Iniciativa en Panamá Sin Pobreza, la economía informal casi alcanza el 50%, aunque hay quienes, como yo, aseveran que es mucho mayor; entre otras, dado que dentro de la supuesta formalidad hay un buen grado de informalidad, de tantas empresas, particularmente pequeñas, que buscan desesperadamente como sobrevivir los embates de la burrocracia gubernamental. Y lo tristísimo de ello es que casi nadie apunta o destaca que tanto la formalidad como la informalidad son calificaciones subjetivas y hasta hipócritas; tal como cuando se dice que la informalidad es mala y la formalidad buena.
¿Qué hay de malo en ganarte la vida por la vía que llaman economía informal, cuando ir por lo formal es imposible? En todo caso, ¡menos mal! que existe la vía informal. Y es que como bien apunta el joven boliviano Sergio López -ecónomo graduado en la Universidad de Arkansas, quien estudia la historia de Bolivia y más, “las estadísticas denotan la naturaleza arraigada en las políticas estatales y su impacto socioeconómico perjudicial.”
Sergio López también señala algo más tétrico que yo veo también tenemos en Panamá: “Bolivia tiene una sicosis estatista destructiva que parece imposible de ser revertida y que les lanza de manera eterna en un abismal ciclo de una crisis tras otra.” En Panamá yo la he venido ventilando en mis apuntes como columnista de diversos medios como el fenómeno del “no a la privatización”; ya que si no quieres empresa privada… ¿¡Qué rayos quieres!? Obvio, pues la única alternativa es la del estatismo o marxismo. O peor, al “maleanterismo político”.
Recién escuché al presidente Mulino quejarse de que resulta casi imposible para un informal inscribirse en el programa de IVM individual; lo cual es absurdo y confirma lo que vengo señalando. En Panamá es común decir que “los empresarios también andan con la corrupción”. ¡Por supuesto!, ya que todos estamos inmersos en la burrocracia y quien no paga la coima lo llevan a la quiebra.
Lo otro que me saca de quicio es escuchar: “Ojalá Mulino resuelva todo…” ¡No!, mis estimados hermanos; Por más bien que apunte Mulino, él no es mago. Si los panameños rechazamos las verdaderas soluciones, no hay salida. Y, por otro lado, pocos saben o se atreven a proponer verdaderas soluciones a los problemas; ya sean de la CSS, de la educación, etc. ya que todas resultan impopulares. Es como ocurre con la Mina de Cobre que la quieren cerrar en vez de arreglar; con lo cual vamos a causar mayor daño económico y ambiental que lo que produjeron los corruptos políticos que nos metieron en el jaleo.
Salir de los enredos en que nos hemos metido no será nada fácil y habrá que tomar medidas muy duras de tragar. Las soluciones existen pero no será posible si preferimos seguir con el “bien cuidao” politiquero. Algo de esto habló Rubén Castillo con un mensaje dirigido a “quienes amenazan con salir a las calles… a imponer criterios”, pero no soluciones.
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