Nos cuenta Mark Thornton del Instituto Mises que si nuestros hijos aún no son comunistas, por la ruta en que andamos pronto lo serán. Y la verdad es que vale la pena ponerle atención, veamos.
De salida Thornton asevera que los mismos padres en los EE.UU. ya son, al menos, medio comunistas y al leer lo que dice Thornton caí en cuenta que esto también aplica, en buena medida, en Panamá. Ver que le hemos entregado la educación de nuestros hijos al MEDUCA o, mejor dicho, al NODUCA gubernamental es de pavor. Es decir, que le entregamos el futuro de nuestros hijos a los árbitros del partido, que se supone no están para patear balones sino para ver que no se haga trampa en el juego. Pero, ¿no han sido los árbitros gubernamentales los que más trampas vienen haciendo?
¿Qué hacer cuando no sólo los árbitros patean los balones sino hacen trampas? Y aún más allá, cuando muchos funcionarios del NODUCA, en vez de enseñar emprendimiento enseñan servilismo a la casta política. Y tengamos en cuenta que la ignorancia conduce al servilismo y la dependencia enfermiza que vemos con una población que quiere que el gobierno les resuelva todo.
¿Será tan difícil ver que todo el adelanto que vemos alrededor nuestro nace de la privatización y no de la estatización? Los gobiernos no son productivos; productivos son los ciudadanos libres. Y, sin embargo, el decir más popular entre nuestro pueblo es el “no a la privatización”. Es simple, si no es privado o empresas, sólo queda el centralismo que es comunismo o peor; pandillerismo, que es lo que hemos venido cultivando a través de nuestra historia.
Y regreso al MEDUCA que NODUCA, ese que sale más caro que la mayoría de las escuelas privadas que educan mejor. Y más triste aún, que miles de panameños pagan doble; pagan impuestos que van a dar al NODUCA, y luego pagan para que sus hijos vayan a escuelas no gubernamentales; sean estas con fines lucrativos o comunitarias.
La inmensa mayoría de las empresas privadas viven y sobreviven debido a que sirven bien a sus clientes, lo cual no es el caso de las empresas gubernamentales; particularmente cuando entran a competir con particulares. ¿De veras creemos que gobernar es recoger basura, vender agua, electricidad, alimentos y andar compitiendo en el mercado?
Y ¡por supuesto! cuando uno se ha acostumbra a que todo se lo hagan los gobiernos o, mejor dicho, los ladinos políticos, a punto de que no aprendieron a resolver por cuenta propia, no es de extrañar que lleguen otros que han escapado a dictaduras, como la venezolana, y les quitan sus empleos; ya que allá, a la brava, aprendieron la lección; y no vienen creyendo que Tío Gobierno les resolverá.
¡Por supuesto!, que en tal realidad, gran parte de la población es fácil presa de las ideologías socialistas, esas que plagan nuestra constitución. En el mundo irreal del comunismo, en el cual no existe la propiedad privada, se pretende que todos amen al prójimo y no les interese lucrar sino regalar. Creen que el capitalismo es salvaje y el comunismo es bondadoso. Vayan de vaca a Venezuela a ver si es así.
Y no es que los sindicatos no puedan beneficiar a sus miembros, sino que si se van por el sendero del comunismo y tal, terminan afectando al emprendimiento que es el único que pueden hacer realidad los beneficios laborales. Y más triste es que para lograr un salario mínimo se requiera una ley que prohíba trabajar ganando menos a personas con menor capacidad.
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