La pregunta del título de este escrito no sólo es fundamental sino esencial para el desarrollo y prosperidad de una sociedad nacional; y, el mejor ejemplo se dió con los movimientos de independencia de los EE.UU. de Inglaterra. Cuenta Hans Eicholz, integrante senior del Liberty Fund y autor de Harmonizing Sentiments y otros libros históricos, que cuando la provincia de Massachusetts, en acto de rebeldía, dejó de pagar los impuestos, al parlamento inglés le pareció gracioso, ya que confiaban que les iría muy mal sin gobierno y en anarquía. Sin embargo, los días pasaron a semanas, y luego a meses, y la gracia del parlamento se volvió mueca y frustración, hasta convertirse en shock. La explicación la dió Edmund Burke:
Estábamos confiados que la experiencia de anarquía y falta de gobierno movería a la provincia a la sumisión, de manera que no se ordenó una acción de fuerza inmediata. Pero… algo nuevo e inesperado apareció. La población no sólo halló la anarquía tolerable sino provechosa; por doce meses sin gobernador, sin concejo distrital, sin jueces, ni magistrados ejecutivos. Los miembros del parlamento inglés estaban perplejos.
Los gobernantes ingleses estaban convencidos de que el orden y la prosperidad fluían desde arriba hacia la masa inculta y no como es en la realidad, que el orden tiene muchos manantiales en cada miembro de la comunidad. Que cada persona, cada familia y cada comunidad cuentan con avenidas de accionar, que tienen sus propios intereses, fe, y capacidad de hacer lo suyo. Que el orden no se origina solamente desde el gobierno político. En fin, que las mejores sociedades son aquellas cuyos miembros no sólo son capaces de conducir sus propias vidas, sino que anhelan su independencia y rechazan las interferencias indebidas que vienen de arriba.
Nuestro problema en Panamá es que, a través de nuestra historia, hemos delegado demasiado a los poderosos centrales, a los políticos y a la politiquería. Hablo del Intramuros de la vieja ciudad amurallada de San Felipe, en donde a lo negros les estaba prohibida la buhonería. Hablo de la cultura del “bien cuidao”, que degeneró en el fétido clientelismo politiquero de las botellas y de los gobiernos que están metidos en cada paila que ponemos en la mesa cada día.
Es el Panamá en donde el gobierno no está para gobernar sino para estar repicando en la procesión; es el MEDUCA que compite con las escuelas privadas; es la pervertida CSS; es ese MERCA PANAMÁ al que le cuelgan un “S.A.”; es el IDDAN en nuestros grifos y retretes; y ¿para qué seguir?, pues si ya no van entendiendo el problema, entonces estamos fritos.
La verdadera riqueza de una comunidad está en su gente, en la diversidad que aporta cada quien en la búsqueda de su felicidad y no en los caminos torcidos que nos marcan los politicastros de la Asamblea y del resto del pútrido andamiaje gubernamental que hemos parido los panameños. Pero que no sólo lo parimos, sino que día a día lo seguimos amamantando.
El único camino de recuperación de nuestra independencia no está en la separación de España o de Colombia sino del gobierno desmedido y corrupto. Está en tener una Asamblea con la misma cantidad de diputados que provincias para cortar con los compinches.
En fin, el camino de rectificación no es simple. Dar marcha atrás luego de tanto malandar no será fácil, pero es vital; pues de lo contrario nos iremos al desastre. Será como el condimento del caldo o el picante del sancocho, sólo lo justo para saber que está allí pero no para quemarnos el hocico.
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