Mateo 18:7 – ¡Ay a la persona por intermedio o acción de la cual deviene el escándalo! Si por la vía de la mano, o del pie escandaliza, mejor es cortarlo y desecharlo. Dicho en idioma más común hoy día: Quien, en puestos gubernamentales de jurisdicción y mando que por sus actos u omisiones, produce escándalo justo sería que fuesen defenestrados.
Para entender la sentencia bíblica señalada primero debemos conocer el vocablo “escándalo”, el cual hoy día ha perdido su sentido original y brutal. El origen o etimología viene del latín scandälum, que originalmente era el escollo o piedra marítima de poca profundidad con la cual encallaban las embarcaciones y naufragaban. El término luego fue tomado para referirse metafóricamente como toda cosa, acto o conducta que hace caer en el mal a otros; es el dar mal o pervertido ejemplo.
A dónde voy con este escrito es a denunciar el escándalo horroroso y latente que está omnipresente en nuestra gobernanza parasitaria que yo he apodado el “regalierno”. Pero el asunto no se limita al saqueo de la cosa pública sino al desgobierno; ese que tuerce la realidad convirtiéndose en el escándalo o escollo que conduce a la población al zozobro moral y socioeconómico.
Hablo de una variedad de actuaciones inmorales que involucran el dar ventajas especiales a personas, empresas y otras organizaciones, tal como las sindicales que trastocan por completo la función de los gobiernos del estado. Ello no es cosa nueva, pero lo que sí es nuevo está en la conjunción del momento histórico de la singularidad que se produce en un mundo que ha llegado a su punto de inflexión; es decir, de cambios tan acelerados y dramáticos que cambiarán por completo el mundo tal y como lo hemos conocido.
La acción escandalosa, esa que corrompe al pueblo, es muy variada en sus razones que en algunos casos son meramente un comportamiento de ineptitud; pero, en otros casos se trata de malevolencia que llega a lo diabólico. Tal sería el haber afectado el pensamiento de la población a tal grado y en tal desviación que una mayoría entrega a los gobernantes funciones que no son propias a las del gobierno sino de la comunidad; tal sería los servicios de transporte, agua, electricidad, salud, educación y tantos otros.
En tal grado de tergiversación de la realidad los mercaderes del escándalo, vale decir, los prostituidos gobernantes y sus huestes de funcionarios parásitos, se vuelven diccionarios de la Babel, torciendo las palabras, frases e ideas hacia el mal y lo absurdo. Así, vemos desde la misma Constitución el uso de frases como: el “interés social, justicia social, deberes sociales, leyes sociales, defensa social, seguridad social, previsión social, mejoramiento social, etc. El término “social” aparece en más de 60 frases de la Constitución; pero en ningún momento lo llegan a definir, dejando dicha definición al arbitrio de los escandalosos de turno.
Consabido es o debe ser que la mayor función constitucional del Estado es limitar el poder gubernamental; el cual, por su misma naturaleza tiende a corromperse en proporción al tamaño del gobierno. Típicamente, a medida que los gobiernos crecen más allá de sus legítimas funciones, el escándalo se vuelve la norma; tornándose en el instrumento que todos quieren aprovechar para sus fines personales.
Hoy son tantas las piedras de escándalo, tal como la palabra “público”, usada para justificar prácticamente lo que sea; tal como lo absurdo de llamar “educación pública” al monopolio de adoctrinamiento estatal que poco o nada educa.
La única función propia del estado es la defensa de los derechos de la persona.
Add Comment