Unos piensan que la AI es un terror y otros que es la llave para abrir el portal a un mundo de maravillas; yo me inclino por ir más allá, ¡mucho más allá! Yo creo que el Creador nos entregó las llaves del Paraíso y que Él ya no tendrá que bajar al mundo en una nube resplandeciente a llevarnos, sino que nos espera allá, que llegaremos cuando encontremos el camino.
Y lo creo porque a cado rato veo atisbos de que los humanos tenemos una capacidad latente que ni soñamos. Recuerdo el joven que acogieron unos frailes en un convento hace mucho tiempo, al cual le pedían que hiciese una multiplicación de dos cifras de grandes; el chico comenzaba a temblar, se tiraba contra las paredes y tal y… al cabo de un rato comenzaba a decir números, que al constatarlos eran la respuesta correcta a la multiplicación.
Para mí la AI es un atisbo a aquella nueva dimensión que nos cuesta imaginar; aunque los indicios están en nuestro entorno y simplemente no los vemos. Pensamos que la AI nos va a quitar los empleos y a desestabilizar la sociedad; lo cual me lleva a preguntar: ¿acaso los adelantos que hemos visto han hecho eso? Y sí, cada adelanto, uno mucho más que otros, aumentan la contienda entre el mal y el bien; pero… ¿cómo vamos a derrotar el mal sino es con herramientas que nos lleven a un nuevo estadio de entendimiento y desarrollo?
Lo que tantos no logran comprender son las reglas económicas de la escasez que desata la acción humana creativa. Son tantos que en vez de salir a ver cómo logran adelantar simplemente piden o exigen que el “estado”; es decir, el resto de la gente, les resuelva. Y es precisamente la tendencia de servilismo y dependencia que se aprovechan los pervertidos políticos para crear y mantener su mundo de fechorías.
Como nos dice Michael Matulef: “Aún si la AI automatiza el 99% de los trabajos que hoy hacemos, no eliminará la escasez y los deseos humanos”. Simplemente no tenemos la capacidad de ver lo que ni soñamos. Nuestro principal problema y reto está en creer que los gobiernos o gobernantes nos pueden resolver nuestras necesidades o sueños; y simplemente no vemos que ese no es el camino, que el verdadero camino está disperso entre todos y cada uno de los humanos.
Otro de nuestros mayores errores está en creer que estar empleado crea valor y que si las máquinas nos quitan el empleo ya no tendremos como ganarnos la vida. Pero como también dice Matulef: “El valor no es intrínseco, no es una cosa”. Lo que vale está dentro de nosotros y el reto es encontrar la llave. En resumen, la automatización no destruye el valor, sino que nos lleva a redescubrir nuestro camino hacia el Más Allá.
La AI no nos quita nuestras funciones sino las aumenta y lleva a otro plano que todavía no vemos. Es lo que llamamos “creación destructiva”. En el mercado, aunque cada quien trabaja para sí, el resultado es para todos. El fracaso del MEDUCA es el resultado de dar a unos pocos burócratas aquello que es de cada uno y todos los panameños. Y sí, no hay caso que el cambio es desconcertante… ¡siempre lo ha sido! Pero el verdadero valor y la potencialidad está en la libertad y no en la centralización, en lo controles de precios, en los disque subsidios y tal. Ciertamente que la AI traerá grandes desajustes, pero mucho peor sería la pretensión de seguir con los fracasos MEDUCA del mundo.
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