La última semana de agosto trajo un golpe inesperado a la política comercial de EE. UU.: la Corte de Apelaciones del Circuito Federal declaró que la mayoría de los aranceles impuestos por la administración Trump bajo la International Emergency Economic Powers Act (IEEPA) son ilegales. En términos simples, este revés judicial para Trump significa que el tribunal consideró que un presidente no puede usar poderes de emergencia para cobrar impuestos a las importaciones, pues esa facultad es del Congreso.
Eso sí: la decisión no se aplica de inmediato. Los jueces suspendieron sus efectos hasta el 14 de octubre para dar tiempo a que el gobierno de Trump eleven el caso al Tribunal Supremo; mientras tanto, los aranceles siguen cobrándose.
Este limbo jurídico genera un terreno lleno de preguntas para importadores, operadores logísticos y equipos de sistemas. ¿Cómo planificar cuando el mismo tributo puede desaparecer en semanas?
Efectos globales: precios, rutas y tensiones comerciales
- Costos impredecibles. Los importadores pagan hoy aranceles que podrían declararse inválidos mañana. Eso obliga a provisionar flujo de caja adicional y a diseñar estrategias de reembolso por si los tribunales confirman la ilegalidad.
- Redirección de flujos. Algunas multinacionales están moviendo parte de su producción para evitar “golpes de clasificación”. Esto incluye buscar orígenes alternativos, ajustar el contenido regional de sus productos o incluso desviar cargas hacia países con acuerdos más estables.
- Relaciones internacionales. Si el Supremo confirma el fallo, Washington perderá una herramienta de presión comercial, lo cual puede reducir tensiones con socios como la UE o México. Pero si lo revierte, se consolidará un precedente de unilateralismo que otros países podrían imitar.
La capa tecnológica: cuando los sistemas deben bailar al ritmo de la política
El comercio exterior no se sostiene solo con barcos y contenedores. Detrás, hay capas de software que deben adaptarse a cada vaivén regulatorio. Hoy más que nunca, los responsables de IT y compliance están afinando sus plataformas para no perder el compás:
- ERP (SAP, Oracle, Dynamics). Deben parametrizar aranceles con fechas de vigencia y vincularlos a su base legal (IEEPA vs Sección 232/301). Esto les permite recalcular automáticamente los costos de importación y simular escenarios con o sin devolución de derechos. Ahora imaginen el altísimo costo que representa para los productores mundiales cambiar estos parámetros a cada impulso político que se generan con frecuencias temporales cada vez menores.
- TMS/WMS. Los sistemas de transporte y almacén ya están ajustando reglas de ruteo: por ejemplo, se priorizan puertos con menos congestión o deciden si conviene acelerar la entrada de una carga para entrar en una “ventana de exención” aduanera. Estas decisiones no son gratuitas, más allá del trastorno logístico que implican.
- Sistemas aduaneros (ACE/ABI en EE. UU.). Los brokers y equipos internos deben mantener actualizadas las tablas con los códigos de recargo (subcapítulos 9903) y documentar el fundamento legal de cada entrada. Esto es clave para futuras devoluciones, pero es un costo que también impactará en los precios que paguen los consumidores americanos.
- Integraciones EDI. Los mensajes electrónicos entre navieras, terminales y aduanas (ANSI X12) ahora necesitan transportar campos adicionales como la fecha exacta de carga a bordo, dato decisivo para saber si una mercancía califica a exención.
- Analítica financiera. Muchas compañías ya tienen dashboards de “duty at risk”, donde se calcula cuánto capital está comprometido en aranceles que podrían desaparecer. Esto facilita proyecciones de flujo de caja y evita sorpresas en el trimestre.
En el agua: qué hacen hoy los barcos
El impacto no es solo de escritorio. En los puertos estadounidenses se observa un patrón curioso:
- Algunos importadores están acelerando arribos para que su mercancía entre antes de la fecha de corte y quede protegida por exenciones de tránsito.
- Otros, al contrario, están demorando el despacho aduanero mediante zonas francas o depósitos, esperando claridad judicial antes de “consumir” la entrada.
Las navieras reportan que no hay una paralización general, pero sí mayor volatilidad en los tiempos estimados de llegada (ETA) y movimientos en puerto. Todo esto repercute en las tarifas spot, que se ajustan con rapidez ante cualquier expectativa de reducción de volúmenes.
Mientras tanto, qué hacen importadores y operadores
- Congelan reglas actuales en los sistemas, pero preparan un plan de reversión automática si el fallo se confirma.
- Revisan contratos logísticos e incluyen cláusulas de reparto de costos en caso de cambios arancelarios.
- Auditan orígenes y clasificaciones para detectar oportunidades de exención bajo otros regímenes.
- Capacitan a sus equipos en las guías recientes de CBP y en la sentencia del Circuito Federal.
Una pesadilla global para el flujo normal del comercio
Este último episodio demuestra que el comercio global no depende solo de acuerdos internacionales o de la capacidad de los puertos, sino también de la resiliencia de los sistemas de información de las empresas. En un escenario donde un arancel puede nacer y morir por una orden política o judicial, las empresas que mejor se adaptan son aquellas capaces de versionar reglas en su ERP, recalcular rutas en su TMS y traducir fechas de carga en decisiones financieras. La pregunta es quiénes son tan grandes como para poder hacerlo sin fricciones. Más que nunca, la cadena de suministro global necesita no solo barcos veloces y empresas adaptativas, sino reglas de juego claras y estables. El libre comercio no debería ser rehén del capricho político. Las compañías invierten en tecnología, logística y talento para sostener el movimiento del mundo; los políticos, en cambio, parecen invertir en incertidumbre. Y en un mercado global, la incertidumbre cuesta más caro que cualquier arancel.
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