Desde el viernes 26 de Mayo, hemos comenzado a publicar como sección especial semanal, poemas extraídos de libros inéditos aún, del prolífico autor John Bennett, cuya pluma en este campo es realmente admirable. La combinación entre una mirada irónica y aguda de la realidad socio-política y la concatenación de las palabras producen estas pequeñas maravillas que invitamos a disfrutar. Esta semana, los deleitamos con “Valles y montañas”, que pertenece a la obra: El Mundo Mío que es Tuyo, firmada por Juan Alejo, en Panamá 1998 – 2023.
Valles y montañas
El Cerro Gaital, centinela norteño del Valle de Antón, en realidad es un cono volcánico extruido por inmensas presiones de las entrañas del caldero. Pero, para los que allí discurrimos nuestra juventud y casi toda la vida, ese macizo guarda recuerdos inolvidables y evoca pasiones magistrales. Este poema lo escribí sentado en la misma silla en que se sentaba nuestro padre, Irving, a tomar sus copas en plena vista del Gaital, y describe las impresiones de ese momento eterno. Hoy a poca distancia de esa silla, yacen los restos cenizas de Irving e Yvonne, nuestros progenitores. El día de inspiración poética, más allá, en el río, jugaban nuestros hijos y el carillón de sus voces en algarabía me hablaban de nueva vida. Lo otro que pinta este poema es esa característica particular del Valle de Antón, cráter del inmenso volcán dormido, bajo el cual aún yacen temibles calderos. En particular, el Gaital y sus vecinos, el Caracoral y el Pajita, en la estación invernal que en Panamá apodamos “verano”, reciben los vientos alisios y los desvía hacia abajo junto con el bajareque nuboso que nos moja el cuerpo y acaricia el alma.
Gaital
En este remanso de paz y vientos esquivos,
donde antaño rugieron temibles calderos,
el ocaso enciende mi alma
fecunda en recuerdos de otrora mustia.
Valle de Antón, tu cima norteña
cual viejo centinela,
anida en sus faldas cenizas del alma,
que al igual que tus fuegos dormidos
brillaron refulgentes,
cual capullos encendidos.
La voz alegre de retoños en juego
cual carillón sonoro en tardes baldías
soslayan angustias de cuitas futuras.
Pasarán los días, cual hojas al viento
y cerrarán los ojos que tu imagen grabaron,
pero, aun viviremos en recuerdos eternos.
Alegrías y tristezas giran en esta tarde ventisca;
mañana, debemos ver el camino porvenir,
donde aniden amores que nunca mueren.
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