En los primeros días de septiembre de 2025, Nepal vivió una explosión de ira popular, especialmente entre la juventud, que estalló por la corrupción y medidas autoritarias como la prohibición de redes sociales. Estas protestas, lideradas por la llamada “Generación Z”, dejaron al menos 51 muertos, miles de heridos, edificios públicos incendiados y el fin del gobierno de Khadga Prasad Sharma Oli. En su lugar, se nombró a Sushila Karki como primera ministra interina, con la promesa de nuevas elecciones.
Qué desencadenó el estallido
El detonador inmediato fue la prohibición del acceso a 26 plataformas de redes sociales, que el gobierno justificó con la necesidad de controlar la desinformación, las cuentas falsas y discursos de odio. Pero para muchos ciudadanos, en especial jóvenes, esa medida fue la gota que colmó el vaso: la expresión digital es central para su vida, su socialización y su activismo.
Más allá del cierre digital, lo que sostuvo la protesta fue el profundo malestar acumulado: corrupción sistémica, nepotismo, desigualdad económica, desempleo juvenil (que en algunos reportes supera el 20 %) y una clase política percibida como privilegiada e impune.
Reacción institucional y consecuencias inmediatas
Ante la presión, el gobierno dio marcha atrás con la prohibición de redes sociales, el primer ministro renunció, se disolvió el parlamento y se fijaron nuevas elecciones para marzo de 2026.
Se designó a Sushila Karki, expresidenta del Tribunal Supremo de Nepal, como primera ministra interina. Su perfil es visto como más creíble, independiente y firme en temas de anticorrupción.
Análisis desde una perspectiva liberal
Los principios liberales —gobierno limitado, rendición de cuentas, respeto a las libertades individuales, transparencia, libre expresión— se ven claramente invocados en lo que reclamaban los manifestantes. Estas protestas son, en muchos sentidos, una demanda liberal de mayor responsabilidad del Estado hacia los ciudadanos. Cuando un gobierno censura redes sociales, concentra poder, permite corrupción impune, o no garantiza oportunidades económicas, vulnera directamente esos principios liberales.
El desempleo juvenil alto refleja una falla en permitir que los individuos se desarrollen y prosperen, otro punto clave para el liberalismo: no se trata solo de expresarse, sino de tener un entorno donde la iniciativa individual tiene valor, donde no todo depende del favor del Estado. El acceso y la libertad de expresión digital tiene una dimensión de libertad individual; prohibir redes sociales es un ataque al derecho de los ciudadanos de informar, organizarse, expresarse, prácticas fundamentales según teorías liberales clásicas y contemporáneas.
La corrupción y el nepotismo funcionan como aranceles ocultos sobre la iniciativa privada. Cuando los políticos acumulan privilegios o agrandan su influencia a través de las instituciones públicas, se reduce la competencia, se desincentiva el mérito, y se vuelven barreras arbitrarias para quienes no formen parte de esas redes.
Riesgos y desafíos
Un reto importante es que la mera remoción de líderes no basta. Si no hay una reforma institucional profunda —poder judicial independiente, control de corrupción, transparencia en contratación pública, fin de la impunidad—, se corre el riesgo de que nuevos líderes reproduzcan los mismos vicios. Otro riesgo es que en el intento de restaurar el orden, se justifiquen medidas autoritarias en nombre de la estabilidad, lo que socavaría exactamente lo que los manifestantes exigen: libertad, dignidad, poder ciudadano.
Lo sucedido en Nepal no es solo una revuelta política más; es una expresión de los principios liberales de demanda de responsabilidad, gobierno limitado, transparencia, libertad de expresión y oportunidades individuales. Para quienes valoran esas ideas, estas protestas son una llamada clara: la legitimidad del Estado depende ya no solo de elecciones, sino de cómo ese gobierno se comporta cada día.
El caso de Nepal ofrece ejemplos útiles para cualquier país: la censura digital puede ser tan incendiaria como la inflación en otras latitudes, la impunidad genera explosiones sociales, y la juventud puede ser el motor de la renovación liberal si encuentra canales democráticos, institucionales y reales de participación.
Add Comment