Ya hemos visto cómo la Europa mediterránea está enferma. La Eurozona se ha convertido en una Europa de dos velocidades, una Europa dirigida por Alemania que requiere una política monetaria restrictiva para evitar la inflación, a una Europa que busca expandir el gasto con emisión monetaria en el sur. Esto estira al Euro a su máximo.
El nuevo gobierno italiano parece querer expandir la política monetaria europea para sufragar los nuevos gastos públicos, lo cual en un país endeudado a más de su PIB, con impuestos que si se tuvieran que pagar exceden al 100% de lo que se gana, es imposible. Así que como no se pueden endeudar ni pueden recaudar más, solo les queda imprimir moneda. Y allí está el problema, Italia no tiene la Lira, tiene el Euro. Y el Euro tiene límites muy claros a la emisión fijados por el Banco Central Europeo.
Italia es el país con la mayor deuda nominal de Europa, mayor que la francesa, alemana, británica y española. Peor aún, la deuda es 132% del PIB, solo superado por Grecia. Los partidos de la coalición gobernante quieren que Italia supere el límite de déficit fiscal del 3% y que le condonen a Italia 250 mil millones de EUROS. Poca cosa. Mientras tanto los nuevos gobernantes parecen no querer practicar la ortodoxia económica y fiscal. Y querer expandir las ayudas sociales.
Italia es demasiado grande para fallar, pero demasiado grande para rescatar. Una crisis sería demasiado pesada para salvarla. Alemania puede rescatar a Grecia, pero no a Italia. Y sería el fin del Euro si se intenta hacer un rescate.
El nuevo gobierno, siguiendo al populismo de Donald Trump, promete recorte de impuestos, pero al mismo tiempo promete aumentos del gasto, no se sabe con qué dinero, porque a diferencia de la FED, el Banco Central Europeo va a poner el grito en el cielo, o en Berlín.
Mientras tanto el desempleo juvenil, que es altísimo en todo el sur de Europa, llega al 25%. Más alto que el de España.
Esta es la gran crisis que se aproxima a la Eurozona, pero por ahora ni la Liga del Norte ni el Movimiento 5 estrellas tienen idea de qué hacer. Es la cuarta economía más grande la Eurozona, y la que menos simpatía tiene por el Euro. Lo cual no es malo; hace cierto sentido que el resto de la Unión Europea proponga una Europa de dos velocidades, y que Italia y Grecia con su inhabilidad de controlar el gasto público tengan monedas propias y crisis económicas propias.
Pero la crisis italiana tiene una larga data, se inicia antes de que Italia, España y Grecia se unieran al Euro. En el 2002 hubo celebraciones cuando se descartó la vieja Lira por el nuevo Euro. Pero lejos de eso, no hubo un nuevo inicio para la economía italiana. El crecimiento económico fue mediocre siempre. Por lo menos España y Grecia tuvieron sus burbujas antes de que estallaran dolorosamente. Italia tuvo la recesión del 2008, pero sin haber tenido por lo menos una burbuja antes. Mientras que Francia y Alemania se han recuperado de la gran recesión del 2008-2009, aunque con fuertes presiones fiscales que explican las políticas de la OCDE, Italia sigue con un PIB menor al del 2008.
En 15 años del Euro la economía italiana ha crecido 4%, algo que un país como Panamá crece en un año promedio. El desempleo es del 11.6% y el desempleo juvenil del 25%. Lo cual explica el surgimiento de la xenofobia antinmigrante. En la católica o más bien ex católica Italia, la natalidad es la más baja de todos los tiempos y por debajo de la tasa de reposición.
El problema de Italia fue agravado por el Euro, porque devaluar la moneda, bajando salarios, expropiando ahorros era la única manera de mantener competitivas las exportaciones italianas.
Y es que Italia es un país de pequeños empresarios y negocios familiares, los cuales no invirtieron mucho en las nuevas tecnologías y si hubieran querido no habrían podido porque éstas están en su mayoría sobre gravadas con impuestos que no permiten excedentes para reinvertir en capital.
Italia además producía bienes de bajo costo, que ahora no pueden competir con China.
Y luego Italia tiene un problema de gasto publico enorme, con sus secuelas de endeudamiento, impuestos altos y productividad más baja.
El resultado es una tormenta perfecta. Que está por desencadenarse en cualquier momento sobre la Eurozona. Que coste que les advertimos.