Panamá, desde 1988, no experimenta una recesión en toda la regla. Lo más cercano fue el 2008 y solo fue una especie de ralentizamiento del crecimiento, que llegó al 3% cuando la media panameña en los últimos 15 años ha sido del 5 al 6% anual. Este año parece que vamos a tener el crecimiento más bajo en los últimos 10 años, y que tampoco llegaremos al 4% anual. Claro, es lógica consecuencia porque tenemos un gobierno que solo se dedica a importar regulaciones en materia económica o de seguridad, sin que esto le represente votos o sea algo pedido por los ciudadanos locales, sino que lo hace para ser un “buen ciudadano global”. A costa de los ciudadanos locales, claro está.
Así, la tendencia ha sido en aumentar la carga regulatoria sobre los ciudadanos privados y las empresas, y en materia de seguridad, a volver a apretar las tuercas en materia migratoria laboral y en asuntos de seguridad y posesión de armas. Al mismo tiempo parece aumentar la carga sobre sí misma en el tema regulatorio, por lo menos en el tema de las compras e inversiones estatales, lo cual ha paralizado la ejecución en estos sectores, pero al mismo tiempo se ha disparado la planilla. No se puede decir que es un quinquenio perdido porque las bombas que nos deja en el tema regulatorio y el tema de seguridad le van a explotar en la cara a los próximos gobiernos. Así que es más bien un retroceso.
Lo que nos lleva a la indolencia del Panameño versus otros países. La República Checa ha luchado por su libertad, rodeada de alemanes toda la vida. Fue la República Checa la que trató de hacer el socialismo con rostro humano en la Primavera de Praga. Fue la Republica Checa la de Revolución de Terciopelo contra el comunismo en 1989, cuando a dos siglos de la revolución francesa se cumple el sueño de tener una Europa occidental liberal. Pero esas rebeliones contra la versión rusa del socialismo real, no tapan el hecho de que durante toda su historia, quienes atentaron contra la identidad nacional checa no fueron los rusos, sino los germano-parlantes vecinos al Norte, Sur y Oeste de los checos. En 1938 ese enemigo alemán era el nacionalsocialismo de Hitler.
Antes fueron los emperadores Austriacos de la casa de Habsburgo. Y el cristianismo católico Romano era la ideología de esa casa real, así que los checos fueron de los primeros en tratar de romper el monopolio religioso de la Iglesia de Roma sobre Europa occidental. Desde antes que Martín Lutero clavara sus 95 tesis en Wittenberg. Lo que nos trae la respuesta de los checos a los gobernantes que hablan paja y hacen estupideces desde el poder.
En 1419, una pelea entre los sacerdotes husitas contra las autoridades municipales terminó con el alcalde, un juez y cinco miembros del consejo municipal arrojados desde una ventana a la calle y linchados por la multitud. En 1483 una disputa entre husitas moderados y radicales terminó con los alcaldes y ciertos miembros del consejo arrojados por las ventanas para su muerte a manos de la plebe.
Pero hasta ese momento eran disputas internas. Con la reforma protestante de Martín Lutero surge un movimiento de los distintos príncipes alemanes y checos de usar el protestantismo como una manera de sacarse de encima a los católicos Habsburgos. Se quiso imponer a un Rey de Bohemia, vasallo del Emperador Habsburgo, católico, cuando la mayoría de los nobles eran protestantes. El fin de la tolerancia de los protestantes, la reintroducción de la servidumbre y el cese de la construcción de iglesias protestantes, fueron los detonantes. Los gobernadores católicos nombrados por los Habsburgos fueron arrojados desde las ventanas del castillo de Praga a pilas de estiércol; no murieron pero tuvieron que huir humillados.
El tema es que los checos aman su libertad y su pequeña nación en el corazón de Europa. Aún en momentos en los cuales parecen luchar contra imposibles. Desde matar a Reinhard Heinrich, el heredero designado de Hitler, pese a la terrible venganza que sabían se exponían, a poner flores en la boca de los cañones de los tanques rusos. A crear movimientos undergrounds basados en la prensa clandestina o ahora, en el Blockchain, a responder a la política antiarmas de la Unión Europea con un derecho constitucional a tener armas, los checos se la saben todas.
No es solo arrojar a indeseables desde las ventanas a pilas de estiércol. Se trata de reaccionar ante la injusticia. Esta es la lección de la historia checa. Contrasta con nuestra indolencia latina ante el mal gobierno imperante.
Pero bueno, si por un día fuéramos checos, a quienes echaríamos por la ventana a una pila de estiércol?
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