La inmensa tentación de los políticos y, en particular, de los politicastros, es la de sucumbir a la tentación no sólo de complacer al votante que pide lo que daña y no le conviene, sino a la tentación de convertirse, a través de sus políticas, en agentes de la prestación de su pueblo. Es parecido al padre que da al hijo malcriado cosas que no le convienen.
El otro factor agrio del debate político es el promover políticas o modelos que se originan en las vísceras y no en el cerebro. Y, ni entremos a ver como los neosocialistas tuercen el significado de las palabras para confundir. Divide y vencerás. O peor, destruye y vencerás.
Por ejemplo, si abordamos el tema del precio de los alimentos, también debemos abordar otros elementos, tales como la producción, distribución y venta de estos. La mayor parte de lo que comemos viene de afuera y se advierte que habrá seria escasez, debido a Ucrania, el combustible, fertilizantes y tal. Pero, lo triste de ello es que la escasez no será, necesariamente, a una falta tecnológica sino a otros factores más elusivos; tales como las malas costumbres alimenticias y gubernamentales.
Veamos un solo ejemplo, ocurrido en Venezuela, en donde a puerto llegaron barcos cargados de comida y la misma se pudrió en los contenedores debido a una desorganización en sus procesos y corrupción.
Si lo que he venido vaticinando hace muchos años es cierto, que nuestros gobiernos comen tanto que se han vuelto maquinarias obesas e inservibles, entonces por allí va el mal. Lo malo y difícil es que bajar de peso no es nada fácil; ya sea en nuestros cuerpos o el de grasosos gobiernos.
Un buen ejemplo de ello es nuestro hábito de comer cantidad de arroz y pocas frutas y vegetales. Los resultados de esas malas costumbres las vemos caminando por todas nuestras calles. Si tuviésemos más consumo de buenos alimentos, lograríamos más producción y menores precios; y, de ñapa, mejor salud y menos costos hospitalarios y de medicamentos.
Por otro lado, la comida es una forma de energía; es el combustible que requiere nuestro cuerpo para andar, lo cual trae al tapete el tema de nuestras políticas energéticas. ¿Están estas en las mesas de diálogo?
O está la terrible costumbre de politicastros de vilipendiar al empresario y al empresarialismo… el mejor ejemplo es ese “no a la privatización” que está en boca de la mayoría de nuestro pueblo. ¿¡De veras!? Si no crees en el emprendimiento ¿en qué crees? Si no lo sabes te lo soplo: la aspiración de muchos es ser funcionarios públicos o… receptores de subsidios. No sólo los politicastros han vendido estas ñamerías, sino los gobiernos a través del MEDUCA; ese que NODUCA.
En resumen y, como dice el proverbio chino: “en cada crisis hay oportunidades”. Hoy, en medio del alboroto, se nos está presentado la oportunidad de cambiar malos caminos; oportunidad que surge, gracias a que ¡por fin!, estamos comenzando a despertar. El gran reto es el de aprender a pensar desde el órgano de arriba y no el de abajo.
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