Escribo sobre el tema vial desde la perspectiva de haber presidido por cinco años la Comisión Intergremial de Tránsito y Transporte de la Asociación Panameña de Ejecutivos. También con el antecedente de haber escrito ensayos intitulados “Qué Funciona para Cambiar el Comportamiento Vial” y otro intitulado “Retenes y Cateos”; y, vale decir, que no es un tema que abordo sin experiencia en ello. Y también vale acotar que por muchos años fui director de seguridad aérea y que la seguridad aérea y terrestre tienen mucho en común. El asunto es que hoy día, ya pasados mis 80 años, que ya no manejo sino me sacan a las vías, voy en disgusto al ver tanto desorden; desorden que, a todas luces, es producto de una inmensa irresponsabilidad de una entidad que muy mal llamamos “autoridad de tránsito” pues de autoridad no tiene nada, y paso a ampliar.
La mayoría de los conductores de automotores no son locos o desquiciados, pero… entre esa mayoría existe una fracción que ciertamente podemos llamarles o locos o irresponsables que no creo respetan ni a su madre. Es lo mismo que ocurre en la población en general, en dónde la mayoría procura respetar las normas de convivencia sana y cuerda; pero… está esa minoría que ni siquiera responde ante las multas y es necesario cancelarles las licencias; y si insisten en conducir sin licencia y causan accidentes graves, llegar al confinamiento. El problema o reto en administrar un sistema de educación vial requiere de una legítima y verdadera autoridad; que es lo que no tenemos.
Fíjense en la imagen que les presento, la cual estuvo en el Corredor Norte (CN) por años. Un límite de 25 kph en plena vía y, más adelante, en la rampa de salida un límite de 30 kph. Por años a diario pasaban por allí los agentes de tránsito y, que siga el desorden. Por supuesto que nadie obedecía o peor, en esa época (2011) le preguntaba a vecinos acerca del aviso y nadie lo había visto. Según parece era invisible. Lo que sí ilustra es que era magnífico instrumento de una desordenada educación vial.
Pero vayamos más allá en el Corredor Norte, que cuando abrió tenían un auto que se paseaba con un letrero que decía: “Paño izquierdo sólo para rebasar”. Ese era el inicio de un programa de educación vial en mano en autopistas, el cual quedó truncado y no pasó a sus siguientes fases, que debieron ser; fase 2, amonestaciones. Fase 3, las citaciones y multas. Fase 4, suspensiones de la licencia. Y, fase 5, al infractor consuetudinario o irremediable, según el caso, la cancelación de la licencia. Todo ello está en el reglamento, no de tránsito sino de adorno.
Hoy, cuando me llevan desde Las Cumbres al centro o Costa del Este no veo un agente. Y si lo veo, típicamente es cometiendo el delito de retenes coimeros. ¿Creen ustedes que las autoridades superiores, el director de la ATTT, en ministro y más arriba, no están al tanto de esta barbaridad? Del hecho de que muchos agentes de la ATTT no pasan de ser asaltantes de camino, que nada hacen por la seguridad vial.
Hace años estuvo en Panamá Mart Laar, dos veces primer ministro de Estonia, invitado por nuestra empresa. Un día, en mi auto y en el desorden, le pregunté: “¿Tienes este problema en Estonia?” Me contestó: “Teníamos, despedimos 1/3 de los agentes, entrenamos y equipamos al resto y hoy el ordenamiento vial es impecable”. Estonia, que tenía un IPC menor que el de Panamá en la época con Rusia, hoy día nos dejó en la polvareda de su desarrollo y ordenamiento.
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