Respondiendo la pregunta del título, diría que “muy poco”; basado en el “no a la privatización” que es mantra en nuestra hermosa Panamá. Quien bien explicó lo que es la “empresa” o “emprendimiento” fue Richard Cantillon en 1755, considerado una figura fundacional en la economía y quien definió al empresario como alguien que asume riesgos comprando bienes a precios conocidos y especulando vendiéndolos a precios inciertos. ¡Ah, sí!, especular es ver y pensar o meditar acerca de algo. Y “empresario” es quien emprende o inicia una aventura harto incierta y riesgosa. Estar en contra del emprendimiento a la vez que se demandan subsidios es engaño politiquero y es el camino a la servidumbre.
En 1274 hubo claridad en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, quien abordó el tema de lo económico desde la perspectiva de la justicia en los intercambios mercantiles. Y luego le siguieron los clérigos escolásticos. Tristemente, luego de ello devino el pensamiento llamado progresivo; el cual, en realidad es una regresión. Menos mal que en 1962 Murray N. Rothbard publicó su magna obra El Hombre, la Economía y el Estado, en la cual nos advierte acerca de las torcidas visiones de la degeneración progre del pensamiento económico, moral y social; mediante la cual los promotores de la gobernación centralizada dominaron el panorama económico. Este es el mal que nos infecta hoy día en Panamá.
Hoy día, que tanto preocupa lo que paga el consumidor en las tiendas y tal, nos hemos olvidado de lo que nos advertía Carl Menger en 1871; quien se había dado cuenta que los precios del mercado, incluyendo salarios, rentas y tasas de intereses eran el resultado del juicio de cada quien, de quienes producen y vende y de quienes compran. Visto así, bien podemos descubrir lo que es la empresa, producir y ahorrar; es decir, poner la paila con lo que ganamos.
Pero, cuando una clase política que hemos ungido con poder gubernamental bajo la titulación de “autoridades”, en vez de concentrar sus esfuerzos gubernativos en crear las mejores condiciones bajo las cuales la población puede dar riendas sueltas a sus actividades mercantiles en una división del trabajo, se dedica a la creación de gobiernos mandones y regalones, ello destruye el sano emprendimiento.
En el primer párrafo de este escrito vimos que la creatividad está preñado de riesgo; ya que es algo como el pescador que cada vez que sale al mar debe batirse con las tormentas y la incertidumbre de la pesca. Y que jamás deben ser los políticos y sus funcionarios los que salen a pescar; ya que ésa es función de Juancho Pescador. Y no es lo mismo gobernar que pescar.
Cuando los gobiernos están metidos hasta la coronilla en actividades propias del mercado o la empresa; tal como vender agua, energía, transporte, educación y tal, dejando la función de crear las condiciones propicias para convertirse en el actor central o ‘empresario ilegítimo’. todos perdemos.
¿Cómo puede un gobierno cumplir con artículos constitucionales como el 47, que garantiza la propiedad privada, cuando luego la misma constitución pare otras normas populistas que controlan los precios, obligándote a vender lo tuyo a precio de politiqueros que están empeñados en ganar votos? Me refiero a salarios mínimos, descuentos a jubilados y tal. Y no contentos con eso, disponen toda clase de disque subsidios que cuando creen desastres económicos ya sus autores se habrán fugado.
Luego el artículo 49 que garantiza la calidad y resarcimiento por daños. ¿De verdad crees que el aparato político gubernamental te garantizará calidad y dará resarcimiento cuando sus torcidas leyes, coimas, robadera y otros abusos te llevan a la quiebra?
Add Comment