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Ripple, XRP y el desafío a SWIFT: de la disputa con la SEC a la reinvención de los pagos globales

Ripple XRP

Cuando Ripple Labs lanzó el protocolo XRP en 2012, la ambición era clara: crear una red capaz de mover valor con la misma fluidez que circula la información en internet. El diseño del XRP Ledger (XRPL) introdujo innovaciones notables para la época: un sistema de consenso distinto al proof of work de Bitcoin, liquidaciones en segundos y comisiones fraccionales. El objetivo inicial no era ser una “criptomoneda especulativa”, sino un rail de pagos eficiente, interoperable y adoptable por instituciones financieras.

Sin embargo, la trayectoria de Ripple no fue lineal. En 2020 la SEC de Estados Unidos demandó a la compañía, alegando que XRP era un valor no registrado. Durante tres años, la incertidumbre regulatoria empañó el proyecto. Finalmente, en 2023, los tribunales fallaron que XRP, en su comercialización secundaria, no constituía un valor y el caso se cerró definitivamente en Agosto del 2025. Con ese lastre levantado, Ripple recupera su agenda original: competir con SWIFT en el terreno de los pagos transfronterizos.

SWIFT: el estándar… con grietas crecientes

Fundada en 1973 y con sede en Bélgica, SWIFT conecta a más de 11.000 instituciones financieras en 200 países. Su papel es crucial, pero limitado: es un sistema de mensajería, no de liquidación. Para que el dinero se mueva realmente, los bancos deben recurrir a corresponsales y a cuentas prefinanciadas (nostro/vostro), lo que implica costos, demoras y una cascada de comisiones.

Además, SWIFT es vulnerable a la interferencia gubernamental: en 2012 fue utilizada para excluir a Irán, y en 2022 a bancos rusos tras la invasión a Ucrania. Este carácter de “palanca geopolítica” convierte a SWIFT en un punto único de estrangulamiento, donde decisiones regulatorias pueden aislar a países o instituciones enteras.

La sobre-regulación post-2008 añadió otra capa de complejidad: las exigencias AML/CFT encarecieron la banca corresponsal, reduciendo relaciones en mercados emergentes (de-risking) y dejando a millones de personas con menos acceso a pagos globales.

Ripple/XRP: menos pasos, menos fricción

Aquí Ripple ofrece una alternativa estructural. Su producto On-Demand Liquidity (ODL) convierte divisas en XRP y de vuelta en cuestión de segundos a través de exchanges regulados, eliminando la necesidad de cuentas prefinanciadas en múltiples países. Esto reduce la dependencia de corresponsales, libera capital inmovilizado y acorta la cadena de cumplimiento.

Las ventajas adicionales son claras:

  • Velocidad: liquidaciones en segundos, contra horas o incluso días en SWIFT (aunque gpi mejoró mucho la trazabilidad, no siempre significa liquidación inmediata).
  • Costo: comisiones de fracción de centavo por transacción en XRPL, frente a las tarifas acumuladas en cada banco corresponsal.
  • Disponibilidad: XRPL opera 24/7/365, sin cortes ni dependencias de horarios bancarios.
  • Liquidez dinámica: el DEX nativo del XRPL y el auto-bridging permiten encontrar rutas de conversión eficientes entre pares.
  • Transparencia: cada liquidación queda registrada en la cadena, facilitando conciliación y auditoría en tiempo real.

En términos de gobernanza, la descentralización relativa del XRPL evita que una sola entidad pueda “apagar” la red, aunque los on/off-ramps sigan sujetos a normativas locales. Aun así, es un substrato más resiliente que un consorcio legal centralizado y regulado como SWIFT.

Limitaciones y realismo

No todo es ventaja para Ripple. El efecto red de SWIFT es formidable: décadas de integración con core banking y un estándar de datos (hoy ISO 20022) que se ha vuelto lenguaje común. Muchos bancos prefieren mejorar lo existente antes que migrar a un rail alternativo. Además, la entrada y salida en fiat sigue requiriendo cumplimiento estricto en cada jurisdicción.

Sin embargo, el diferencial de Ripple está en aliviar los dolores estructurales: reducir pasos innecesarios, democratizar acceso a liquidez y limitar la dependencia de nodos políticos. En un contexto donde las sanciones financieras son cada vez más frecuentes, esa resiliencia puede volverse atractiva incluso para actores que hoy son firmes usuarios de SWIFT.

El futuro de los pagos globales

La historia de Ripple y XRP es la de un proyecto que pasó de ser un experimento cripto a un contendiente real contra un sistema con medio siglo de hegemonía. La disputa con la SEC fue apenas un obstáculo en un trayecto más ambicioso: reinventar la infraestructura de pagos globales.

SWIFT representa solidez, escala y tradición, pero también fricción, sobre-regulación y vulnerabilidad política. Ripple, en cambio, aporta velocidad, eficiencia y resistencia a la manipulación centralizada.

La pregunta ya no es si Ripple puede reemplazar a SWIFT, sino cuántos bancos estarán dispuestos a probar un rail que no les exige cambiarlo todo, pero sí les promete liquidaciones más rápidas, más baratas y más libres de ataduras políticas.

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