Los estados son entidades ficticias, usualmente determinadas por una minoría violenta, que logró a sangre y fuego el monopolio de la fuerza sobre un territorio y una población determinada, y que luego se inventa una narrativa para justificar este dominio. Esta narrativa solía ser religiosa, pero ahora suele ser nacionalista secular. Esta narrativa tiene dos propósitos. Para ejercer el poder se necesita codicia pero también un ideal. Nadie puede ejercer un poder por mucho tiempo siendo totalmente cínico. Los políticos y sacerdotes, usan sus ideologías y religiones para ejercer el poder sobre otros, pero no serían verdaderamente efectivos en ejercer este poder si no creyeran ellos mismos de manera total o parcial en las narrativas ideológicas o religiosas que dicen. Michael Foucault dijo algo que es totalmente cierto. Saber y poder se mezclan en el discurso.
Las ideologías seculares han venido a llenar desde el Renacimiento el espacio de la religión. Al igual que la religiones suelen dividirse en religiones tribales, como el judaismo o el hinduismo y religiones con aspiraciones universales, como el cristianismo o el Islam, las ideologías seculares suelen dividirse en ramas tribales y universales. El humanismo y sus hijos en pugna, el liberalismo y el socialismo tienen aspiraciones universales. El nacionalismo en cambio es tribal y puede tener un aspecto positivo y otro negativo. Por un lado el nacionalismo suele exaltar las virtudes positivas, reales o fingidas de una tribu, pero por otro lado el nacionalismo puede exaltar los resentimientos reales o imaginarios de esa tribu contra otra tribu.
En este nacionalismo puramente tribal, la tribu es excepcional por magia, y su grandeza es producto de Dios o de la historia secular, pero no es traducible. Otros pueblos tienen que reconocerla pero no pueden copiarla. “Los extraños que vienen a nuestro país, nunca podrán ser como nosotros porque no bebieron desde niños, o peor, no está en sus genes y nunca podrán ser como nosotros.” Este nacionalismo suele cultivar el resentimiento. “Los estados extranjeros nos quieren joder porque somos mejores y nos quieren negar el destino que nos toca”. “Los extranjeros vienen a aprovecharse de nosotros y a destruir nuestro país”. Este nacionalismo es el más común y es puramente tribal, fundamentado en el pensamiento mágico, el tradicionalismo y el tribalismo más primitivo.
Suele ser colectivista y a la larga destructivo. Ningún pueblo se escapa del todo, por su origen en el carácter tribal del ser humano, pero unos pueblos son más vulnerables que otros. Acá en Panamá lo estamos viviendo, sobre todo con la emigración extranjera producto de que Panamá ha hecho las cosas relativamente bien y atrae personas que quieren ingresar a la tribu provenientes de países cuyos estados han hecho las cosas mal.
Volvamos ahora al tema de los Estados. Los estados nacionales europeos formados por personas unidas por un lenguaje común, son una creación relativamente reciente. Antes existieron por años pequeños reinos feudales que tenían un lenguaje compartido con otros reinos, o Imperios multilingúisticos y multireligiosos. Durante la Edad Media existían pequeños reinos feudales integrados por una ideología común, el cristianismo Católico Romano. Los estados nacionales, una unión de pequeños reinos que comparten un lenguaje común, son ideas recientes. Y no exceptos de problemas.
Usualmente el lenguaje común y la historia común de la “nación” son imposiciones desde arriba. Usualmente una región, con más importancia política militar (Castilla, la isla de Paris) o comercial y cultural (la Toscana, la Baja Sajonia) impone su dialecto, que es el “correcto” al resto de las poblaciones vecinas. Y sobre esa unidad de dialecto se crea la “nación”. El problema es que nunca este dialecto es uniforme. Y nunca logra reemplazar a los otros dialectos e idiomas (si el dialecto tiene forma escrita estandarizada es un idioma) de manera absoluta. Y esto ha creado problemas.
Como los que tiene España. De 1492 a 1898 España se unifica, con el castellano y el andaluz como dialectos dominantes, los cuales serían conocidos en conjunto como el español. Y la ideología nacionalista española era el Imperialismo Tradicionalista Católico. Eso no logró suprimir a las otras lenguas de España. El galaicoportugués se siguió hablando tanto en el reino de Portugal que logró mantener su independencia de España, como en Galicia que forma parte de España. El Euskera y el Catalán siguieron siendo hablados en el país Vasco y en Cataluña. Otros dialectos más cercanos al español pero no iguales como el asturiano, en aragonés siguieron hablándose también.
Salvo en el caso catalán, que en ciertas ocasiones protestó su unión al Reino de España, los demás grupos estaban cómodos con su arreglo. La gente usaba el español y su dialecto regional. El estado español estaba justificado por el catolicismo.
Para esta época surgen los nacionalismos seculares vascos y catalanes. Que son nacionalismos más bien negativos, “somos un pueblo grande y especial, pero España nos quiere suprimir”.
Para los años 30s las dos Españas del siglo XIX, la tradicionalista católica y secular liberal se habían convertido en varias Españas divididas por la mitad. De un lado, tradicionalistas católicos, conservadores y fascistas al modelo italiano, y del otro lado, socialdemócratas, comunistas, anarquistas, y nacionalistas vascos y catalanes. Fue la guerra civil y la ganó Franco.
Franco gobernó con el tradicionalismo católico del viejo impero al máximo, mezclado con las ideas de uniformidad lingüística de los nuevos nacionalismos seculares. Quiso callar a vascos y catalanes con una mezcla de plomo y plata. Por un lado, trató de suprimir los idiomas hablados por siglos en beneficio del castellano y por el otro, mediante inversiones públicas, subsidios y aranceles proteccionistas, garantizó que estas regiones se convirtieran en las más ricas y productivas de España, lo cual de hecho exacerbó la idea de vascos y catalanes de ser superiores a los demás españoles, superioridad que les era negada al tratar de suprimir sus idiomas y con ello su identidad. Estas regiones terminaron a su vez aportando más en impuestos al estado Español, de lo que reciben de éste. La receta para tener regiones ricas y resentidas estaba dada. Lo mismo pasó en el Panamá Colombiano o puede pasar en la Liga Norte Italiana.
Tras este trasfondo histórico, nos debemos hacer esta pregunta. ¿Cuál es la posición liberal frente al problema de los separatismos, sea el de Panamá de Colombia, de Cataluña de España, de Escocia de Inglaterra, de Flandes de Valonia en Bélgica, de Zulia de Venezuela?. ¿Qué derecho tienen los pueblos a decidir a qué estado quieren pertenecer?
Uno de los puntos favorables de los estados nacionales con unidad lingüística es que suelen ser culturalmente más homogéneos. Al ser culturalmente homogéneos, es más fácil construir consensos y lograr pactos sociales que hagan que ese estado deje de ser propiedad de una mafia que gobierna mediante la fuerza, y más el resultado de un consenso democrático entre varias facciones. Esta es una de las razones por las cuales los Estados Nacionales Europeos son la cuna de origen de la democracia moderna, aunque democracia y estado nacional no siempre son sinónimos. El fascismo se justifica en los estados nacionales, y la India es multireligiosa y multinacional pero es una democracia.
Para un liberal, un estado moderno es fruto del consenso. Si ese consenso no existe y un grupo lo suficientemente grande de personas en una región determinada decide que tiene que largarse y formar un estado con el cual se identifiquen, un liberal debe aceptar y respetar esta determinación, siempre y cuando los derechos humanos de las minorías sean respetados.
Por esta razón en principio, si los escoceses quiere tener país propio o los catalanes el suyo, pues están en su derecho. Si los kelpers de las islas Malvinas quieren seguir siendo británicos, pues están en su derecho. Las personas tienen derecho a fundar estados, porque los estados son creaciones de la mente humana. No existen fuera de la mente humana. Y es mejor un estado moderno basado en el contrato social consensuado que un estado primitivo basado en conquistas militares de gente que murió hace mucho tiempo.
El problema del caso Catalán es el siguiente: En principio los catalanes tienen derecho a la independencia, sea ésta ilegal según la Constitución Española o no. Una separación conlleva un estado independiente y éste tiene derecho hacer tabula rasa con el orden legal del estado antiguo y a hacer una constituyente. El problema para un liberal es que los nuevos nacionalismos, no son nacionalismos positivos, sino un resurgimiento de los viejos nacionalismos tribales. Una Escocia separada de Inglaterra probablemente ha de ser más socialista y menos liberal. Un Flandes separado de Valonia en Bélgica, va a ser casi neofascista. Cataluña se divide entre una burguesía nacionalista que tiene rasgos autoritarios y una izquierda extremista que no dudaría en convertir a la nueva nación en una Venezuela europea, y que no quiere las camisas de fuerza de España, la Unión Europea y la OTAN porque sabe que le impiden realizar sus planes totalitarios. Una Catalunya independiente, tras ser una de las regiones más progresistas y liberales de España puede caer en un caos o en una Catalunya menos respetuosa de los derechos de las minorías que la actual.
La manera como se ha llevado el referéndum, apresurado, sin observadores, sin salvaguardas, con una minoría del patrón, y sin verificación independiente de los resultados, nos deja ver cómo se va a gobernar una Catalunya independiente. Pronto la derecha y la izquierda nacionalistas terminarían con las manos en el cuello.
Por otro lado España, que Rajoy y el Rey traten de refugiarse en el positivos jurídico, de decir que “este referéndum es inconstitucional” y sean apoyados por el Tribunal Constitucional no es muy efectivo. Mucho más efectivo para España sería reformar la Constitución para permitir el separatismo siempre y cuando sea por la vía pacífica y democrática. Es mejor un buen divorcio que un mal matrimonio. Canadá y el Reino Unido permitieron referéndums independentistas para Quebec y para Escocia, Puerto Rico en los USA ha tenido varias votaciones. En todas ha ganado el NO.
En cambio en Catalunya, al negarse a legalizar el referéndum, se aseguraron dos cosas. Primero, que los votantes que iban por el NO, no fueran a votar en masa al boicotear el referéndum. Y segundo, muchos votantes que tal vez si el referéndum fuera legal lo hubieran pensado dos veces antes de votar SI, porque las consecuencias podían ser funestas en caso de tener una Catalunya independiente, fueron en masa a votar que SI como protesta ante la negación de su derecho a decidir pensando que el referéndum sería algo simbólico, sin consecuencias.
Ver policías secuestrado urnas e impidiendo votaciones, por más ilegales que fueran, no es una buena imagen para la democracia española. Mejor los hubieran dejado votar.
Hoy Maduro no permitiría un referéndum revocatorio porque sabe que lo pierde; y menos unas elecciones generales. Si los españoles hubieran permitido el referéndum separatista catalán con garantías razonables, como una concurrencia de votantes calificada mayor al 75% del padrón, puede ser que el referéndum o se declarara inválido, o ganara el No, o bueno, hay que aceptar el derecho que tiene la gente a separarse. El gobierno de Madrid no quiso hacer esto. Se refugió en el positivismo jurídico y luego en la fuerza.
Allí están los resultados. La ventaja de la libertad es que se es libre para estar equivocado.
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