Las interacciones sociales que ocurren durante los primeros meses de vida son fundamentales para que los bebés aprendan a comunicarse y desarrollen el lenguaje. El contacto físico, la mirada, la sonrisa y las primeras “conversaciones” cara a cara son los pilares sobre los que se construye nuestro conocimiento del mundo social. Las limitaciones en las relaciones sociales derivadas de la pandemia de covid-19 alteraron estas interacciones tempranas. Nos relacionamos menos y con menos gente. Tuvimos que renunciar a aspectos tan importantes en la relación como el contacto físico o la posibilidad de compartir objetos.
Las primeras interacciones de los niños nacidos en pandemia han sido tan diferentes que es inevitable plantearse su impacto en el desarrollo temprano.
Nuestro equipo ha investigado el desarrollo del lenguaje de los niños y niñas nacidos durante la pandemia y ha comprobado que es más lento que el de los nacidos antes de la misma.
Vocabulario y morfosintaxis
En el estudio, analizamos el desarrollo tanto del vocabulario como de la morfosintaxis, es decir, de la capacidad de producir frases cada vez más complejas. Participaron 153 niños y niñas de entre 18 y 31 meses. Comparamos los datos de dos grupos igualados en edad, en el nivel educativo de las madres y pertenecientes a escuelas infantiles de características similares.
El grupo PRE estaba compuesto por niños y niñas nacidos y evaluados antes de la pandemia, mientras que el grupo POST estaba formado por niños y niñas nacidos entre octubre de 2019 y diciembre de 2020, es decir, muy pocos meses antes del estallido de la pandemia o ya durante la misma.
Los resultados mostraron que los niños nacidos durante la pandemia utilizaban menos palabras distintas, es decir, tenían vocabularios más reducidos que los nacidos antes de la misma. Del mismo modo, los niños nacidos antes de la pandemia eran capaces de utilizar frases más complejas, es decir, con más palabras y con estructuras más elaboradas.
Mientras que, como era de esperar, la media de los niños y niñas del grupo PRE se situaba en torno al percentil 50, la media grupal del grupo POST apenas llegaba al percentil 40 tanto en el vocabulario como en la complejidad de las frases.
Limitación de estímulos lingüísticos
Debido a las restricciones derivadas de la pandemia, los niños y niñas del grupo POST tuvieron limitaciones en sus relaciones sociales y contextos de interacción que posiblemente han impactado en su desarrollo lingüístico.
Además, los estímulos lingüísticos recibidos se vieron afectados tanto en la variedad y frecuencia de las interacciones sociales como por el uso de mascarillas. Las mascarillas dificultan la comprensión e impiden aprovechar la información visual a la hora de aprender el lenguaje. El conjunto de estas circunstancias ha podido provocar un desarrollo más lento del lenguaje en este grupo.
Estos hallazgos ponen de manifiesto la enorme importancia de las interacciones sociales tempranas y el claro efecto del contexto en el desarrollo de los bebés.
En un desarrollo típico, los niños van aprendiendo primero unas pocas palabras y progresivamente van aumentando su vocabulario. Después empiezan a unir dos palabras, y de este modo van aprendiendo cómo pueden combinarse las palabras para expresar significados cada vez más complejos.
Este proceso tiene lugar a través de interacciones variadas y significativas con los demás: aprendemos a hablar porque hablan con nosotros y porque lo que decimos produce un efecto en los otros.
Riesgo para los más vulnerables
Es previsible que los efectos de la pandemia en el desarrollo del lenguaje se vayan compensando a medida que pase el tiempo en un contexto ya normalizado. Sin embargo, esta situación ha supuesto un factor de riesgo añadido para los niños y niñas más vulnerables: aquellos que tienen condiciones biológicas o sociales que incrementan la probabilidad de que tengan dificultades en su desarrollo.
Diversos estudios han mostrado que, en general los efectos de la crisis de la covid-19 han sido especialmente patentes entre los colectivos más vulnerables. Existe evidencia de que los nacidos durante la pandemia presentan un desarrollo más lento, por lo que es preciso no dejar atrás a los niños y niñas con mayor probabilidad de desarrollo atípico. Tenemos la obligación de detectar de la manera más temprana posible cualquier situación de riesgo. Solo así podremos evitar “efectos en cascada” en el desarrollo posterior.
Si la detección temprana ya era fundamental, después de la pandemia resulta imprescindible. Aunque la crisis de la covid-19 nos parece algo del pasado, sus efectos en la salud mental de la población en general y en el desarrollo de los niños y niñas en particular siguen siendo una realidad que debemos atender.
Eva Murillo Sanz, Departamento de Psicología Básica. Coordinadora del Máster en Especialización en Desarrollo Comunicativo y Lingüístico en a Etapa de 0 a 6 años, Universidad Autónoma de Madrid; Irene Rujas Pascual, Profesora Ayudante Doctora. Facultad de Psicología, Universidad Complutense de Madrid; Marta Casla Soler, Profesora del dpto. Psicología Evolutiva y de la Educación. Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Madrid y Miguel Lázaro, Profesor de la Facultad de Psicología. Logopeda y lingüista. Especialista en trastornos del lenguaje oral y escrito, Universidad Complutense de Madrid
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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