Parece una película de ciencia ficción, las computadoras y robots adquieren inteligencia, se rebelan y terminan dominando o exterminando a la humanidad.
“Robot” deriva de la palabra checa “Robota” que significa trabajo duro, en la obra del checo Karel Capek “Los Robots Universales de Rossum”, la humanidad tiene hombres artificiales llamados Robots estos poseen la capacidad de pensar por si mismos, pese a ser creados para ayudar a la humanidad, estos se rebelan y son la causa de la destrucción de sus creadores, convirtiéndose así en una versión moderna del cuento clásico judeo-checo del Golem o del Frankenstein de Mary Shelley.
Isaac Asimov por su parte en “Yo Robot”, narra el conflicto entre una serie de robots que ya tienen conciencia y que deciden por si mismos la mejor manera de cumplir con la primera ley de la robótica la cuál indica que “Ninguna máquina debe hacer daño a los seres humanos o que por omisión permita que los humanos se hagan daño entre ellos”.
Los robots en el libro de Asimov razonan que la única forma de evitar esto es tomando el control de la humanidad y en este caso no se trata de una conspiración de máquinas, sino que su inteligencia artificial les lleva a concluir esto; Así empezaron a tomar pequeñas decisiones que agregadas poco a poco logran su objetivo, controlar a la humanidad, algo que en principio las tres leyes de la robótica buscaban impedir.
En la serie de películas Terminator el problema va más allá, aquí los robots y computadoras se encuentran conectados a través de una red mundial llamada “Skynet”, similar al internet, formando así una red neuronal que actúa como un cerebro global que decide que los humanos están de más, desencadenando una rebelión en donde las máquinas tratan de exterminarnos.
Estos miedos son reales.
Con el internet y los avances en inteligencia artificial estos escenarios se vuelven cada vez más posibles; el experto ucraniano en Inteligencia Artificial (IA) Igor Mordatch mientras trabajaba en el proyecto de IA de Elon Musk, Open AI, creo unos bots sencillos que tenían que realizar tareas simples, para esto les dio la capacidad de desarrollar un lenguaje que les permitiera hacerlas de forma colaborativa.
La idea, era que pudieran aprender mediante la experiencia, y que al desarrollar lenguajes pudiesen en un final comunicarse usando lenguajes humanos; Facebook usó un programa similar para dos chatbots para luego descubrir que podían comunicarse entre ellos a través de su propio lenguaje, esto no estaba dentro de lo planteado originalmente y por esto fueron apagados, ya que el interés de los programadores era que se comunicaran con humanos, no entre ellos.
Aparte de desarrollar su propio slang, los bots demostraron que podían negociar de manera muy humana, demostrando un elevado interés en un objeto, para luego exigir más del mismo.
No es la primera vez que esto sucede, Google en su programa Translate, declaró que éste creó su propio lenguaje para poder facilitar los procesos de traducción de un idioma a otro; proyectos como OPEN AI consideran que los lenguajes permiten a los robots ser más eficientes y que la IA debe incluir esta capacidad.
Pero para los magnates de la IA, Elon Musk y Mark Zuckerberg, estos peligros son vistos de otra manera.
Musk, pide regular la inteligencia artificial porque representan un peligro para la civilización a largo plazo, ya que podrían convertirnos en ciudadanos de segunda clase, o peor, nos exterminen estilo Terminator; mientras Zuckerberg toma una posición un poco optimista catalogando estás declaraciones como irresponsables, ya que la IA tiene diversas aplicaciones que pueden desde diagnosticar enfermedades, prevenir accidentes de automóvil hasta salvar vidas, el debate entre ambos magnates continúa.
Stephen Hawkings es otro que ve la IA como peligrosa, a pesar de él ser usuario de la misma para poder hablar, Hawkings coincide con Musk en que este tipo de tecnología puede igualar o eventualmente superar a los humanos, ya que ella puede rediseñarse y optimizarse a si misma mucho más rápido haciendo imposible a las personas competir contra ellas.
Aunque por ahora todo esto es especulación, no tenemos ni el poder de la computación, ni los algoritmos para que esta inteligencia compita con el capital humano, pero ¿Qué pasara cuando lleguemos a esa tecnología?
Como el cuento del Golem, un rabino encuentra las palabras mágicas para darle vida a un hombre de barrio que en su momento protegía a los judíos de los antisemitas, pero al final, el Golem termina convirtiéndose en un desastre para su creador.
Todavía estamos a tiempo de poder reflexionar sobre las conclusiones tanto de Musk como de Zuckerberg sobre sus peligros, pero este debate solo empieza.
[…] para emprender tareas mentales que requieran más atención. Otro cantar es que las máquinas y algoritmos acaben recordando, pensando y creando por […]