Hay un problema en los planes de trabajo. Por un lado está bueno para saber qué es lo aceptable e inaceptable en un candidato. Por ejemplo, el que lee el plan de trabajo del FAD sabe que éstos están muy cómodos con los controles de precios y salarios para todos y con los exprópiese, o sea, la imitación de Maduro. Y quienes han leído el plan de gobierno de Nito Cortizo saben que es un sensible plan centrista, tal vez demasiado predecible, reflejo de una candidatura que ha sido descrita por The Economist como bland and sensible (“sensata pero aburrida”).
Blandón, como buen panameñista, presenta un buen plan de gastos, perdón, de gobierno, aunque no dice cómo lo va a financiar. Rómulo Roux tiene un programa de computadora europeo que permite identificar carencias y deseos por región electoral y segmento de población. Y presenta propuestas más o menos populistas de acuerdo con sus necesidades. “Es la economía estúpido” dijo James Carville. Y Rómulo Roux, aunque de una manera vaga y populista, es el único candidato que parece seguir esta máxima buscando la nostalgia de la bonanza de gasto y deuda del gobierno de Ricardo Martinelli con su eslogan “lo bueno vuelve”.
Nito Cortizo, con “el buen gobierno”, apela a la experiencia del PRD para contrarrestar la mala imagen de sus diputados, pero no se centra en cómo el buen gobierno va a mejorar la situación económica de la gente; más bien garantiza que por lo menos no se va a seguir empeorando como ahora. Blandón, con su “cambio profundo” refleja la disyuntiva del Partido Panameñista, que sabe que han tenido un pésimo gobierno, así que prometen cambio, algo duro de creer cuando se es el candidato oficialista, y mucho más si va a ser profundo.
Los independientes tienen un problema que los partidistas no; los candidatos de los partidos oficialistas pueden armar equipos de trabajo de la maquinaria de sus partidos para organizar sus campañas y armar planes de trabajo, que son como una especie de “camello”. Un camello es un caballo hecho por una comisión dice el refrán. Pero por lo menos sabemos mediante los planes de trabajo qué es lo que desearían los candidatos al llegar a gobernar y qué consideran inaceptable (o sea que no dicen). Aunque todos sabemos que estos planes de trabajo, sobre todo mientras más largos sean nunca se cumplen. Son más bien trámites.
Ricardo Lombana con su “otro camino” apela a los que están hastiados de la clase política actual, sobre todo la clase media educada. Y el que sea deliberadamente vago con sus planes de gobierno puede ser una estrategia. Busca como Boris Yeltsin y Donald Trump debilitar un sistema existente, más que suplantarlo por otro sistema. De esa manera permite que personas disímiles puedan proyectarse en su candidatura con comodidad, porque éstos quieren otro camino, aunque no saben cuál sea.
Ana Matilde Gómez con su “un Panamá diferente” busca la misma clientela electoral que Lombana, con un plan de trabajo más detallado, producto de su mayor experiencia, pero a su vez más contraproducente porque permite que la gente disienta en más puntos concretos. Con Marco Ameglio el eslogan “la revolución independiente” falló un poco. Porque si bien resalta la rebeldía independiente al sistema de partidos, también es cierto que el candidato tiene una larga trayectoria partidista y no dice cuál es objetivo de esta revolución.
Las políticas sobre eslóganes de campaña y sobre planes de trabajo tienen mucho que ver con el mercado electoral y estrategias de marketing de los candidatos. No es algo casual como se quiere ver.
Ahora se inicia la veda, la otra semana veremos cuál fue el más acertado. Si una confirmación del sistema actual, aunque bajo amenaza de tener que hacer reformas con Nito Cortizo; una deriva populista de derecha con Rómulo Roux, o la victoria de un independiente que busca la ruptura del sistema como Ricardo Lombana. Y por supuesto, no podemos descontar la maquinaria del Panameñismo todavía, que puede lograr un tercer lugar con sus peores resultados desde el 2004.
En un par de días lo sabremos.
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