Una jornada laboral de cuatro días a la semana puede parecer el sueño de muchos empleados, pero, a medida que se pone en marcha una nueva prueba del concepto con la participación de 30 empresas del Reino Unido, podría convertirse en una realidad antes de lo esperado. El ensayo se realizará junto con pruebas similares en Irlanda, EE. UU., España, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
Este proyecto es parte de un estudio internacional sobre cómo el trabajo flexible puede mejorar la productividad. La prueba, que comenzará en junio de 2022, está siendo coordinada por 4 Day Week Global en asociación con el grupo de expertos británico Autonomy, 4 Day Week Campaign e investigadores de la Universidad de Cambridge, Boston College y la Universidad de Oxford.
Pasar menos tiempo en el trabajo, o perder menos tiempo en la oficina y trabajar de manera más efectiva, es obviamente un atractivo. La pandemia ha cambiado nuestras percepciones sobre la noción de equilibrio entre el trabajo y la vida personal ligado al hecho de muchas veces tener que realizar jornadas de teletrabajo desde el hogar. Reducir la semana laboral al mínimo y garantizar la máxima “productividad” (en realidad, una medida de nuestra producción económica por hora) es de interés para todos.
Bélgica se convirtió recientemente en el último país en anunciar una reforma laboral que incluye la posibilidad de reducir la jornada a cuatro días, aunque no se reducen las horas laborales totales. Si alguien trabaja una semana de 40 horas, por ejemplo, tiene la opción de trabajar cuatro días de 10 horas, obtener un día libre adicional o trabajar los cinco días normales.
Pero esta no es una idea nueva. Microsoft comenzó a usar la semana de cuatro días en Japón en 2019, los experimentos con empresas estadounidenses han estado en curso en los EE. UU. desde los años 90. A principios de este mes, el “Hotel Landmark” en Londres anunció que estaba ofreciendo una semana de cuatro días, con un salario más alto a sus chefs.
Para las empresas, la mejora real es indirecta. La evidencia anecdótica apunta a una reducción en el número de días libres por enfermedad, o empleados que van alegando “agotamiento”, y las tasas de retención del personal tienden a ser más altas a medida que los trabajadores mencionan menos estrés mental.
Las encuestas al personal muestran que el 90% de los empleados pueden hacer frente a la misma carga de trabajo en un día menos, mientras que el número de personas que dicen estar estresadas en el trabajo se ha reducido del 43% al 24%. La productividad es un claro beneficiario. En el caso de Microsoft, descubrió que la productividad aumentó en un 40%.
Más allá del aumento de la productividad, hay otros beneficios como la reducción de las emisiones de CO2, gracias a menos desplazamientos y menos consumo de energía, y algo que es más difícil de medir: el propósito de una empresa cada vez más centrado en la salud y el bienestar de sus empleados.
Sin embargo, en última instancia, los empleadores deben considerar qué es lo correcto para su negocio. Implementar una semana laboral de cuatro días en algunos sectores, en particular los de fabricación, o los que ya operan en patrones de turno, podría ser un desafío, o las organizaciones con trabajadores que realizan una amplia gama de funciones les podría resultar más difícil cambiar su negocio a una semana más corta.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el exceso de trabajo genera pérdidas de hasta el 3% del PIB. “Hace 100 años pasamos de trabajar seis días a la semana a cinco”, recordó la organización antes de enfatizar que no se debe perder el tiempo en esa discusión: “Ya llegamos tarde para una actualización”.
El plan piloto del Reino Unido es un buen intento para visualizar ese futuro. Todavía se desconoce si una semana laboral de cuatro días se convertirá o no en la norma para la mayoría de las empresas. Mientras tanto, esperaremos con interés los resultados de los ensayos.
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