Argentina tiene un curioso sistema de Primarias, instaurado por el Kirchnerismo… donde en lugar de que los partidos políticos hacen primaras internas para elegir los candidatos, estas primarias actúan como una segunda vuelta adelantada, donde los partidos eligen sus candidatos en una elección simultánea, donde los que no pasan de cierto umbral lo pueden competir. En otras palabras, es una especie de segunda vuelta adelantada donde fuerza a un bipartidismo artificial. Donde los candidatos milagrosos que tienen poco voto partidista pero si una posibilidad de lograr un elevado voto independiente no tienen oportunidad. El número de 1.5 reglamentario es para entrar en la papeleta. Los que no pasen de esta cifra no pasan a la segunda vuelta. El resultado final es que el dúo Peronista Fernández y Fernández, donde Cristina Fernández, pese a todas sus acusaciones de corrupción, es la candidata a vicepresidenta, sacó el 47% de los votos, mientras que el dúo oficialista Macri y Pichetto, solo llegó al 32% de los votos. De seguir esta tendencia, es posible que Cristina Fernández vuelva al poder como vicepresidenta en las elecciones de Octubre.
Y la culpa es de Mauricio Macri…. Macri heredó una economía argentina donde un tercio de la población sostiene a dos tercios de la misma que trabaja en el Estado o vive de subsidios del Estado. Donde las actividades productivas están gravadas con impuestos tales que si la carga fiscal fuera cumplida a cabalidad y nadie evadiera impuestos, se terminaría pagando en impuestos más de lo que se genera en ingresos brutos. Un país que pese a su elevada carga fiscal, sufre de déficits crónicos, que motivan elevadas tasas de inflación y problemas de deuda externa, incluyendo las amenazas crónicas de default.
Argentina fue uno de los países más ricos del mundo per cápita hace 100 años (o el número uno con correcciones actuales), pero ahora lejos de ser un país rico, una Australia o Canadá hispanoparlante, es superado en renta per cápita por países como Panamá, Chile y Uruguay en la región. Desde 1930 y peor aún, desde la llegada del Peronismo, Argentina ha caído en el surrealismo económico, la presunción de que el sentido común económico no se les aplica a ellos, una especie de Venezuela a fuego lento. Donde el caos económico no llegó de golpe de la mano de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, sino que ha sido un proceso a fuego lento, de unos 80 años, donde gobiernos peronistas, gobiernos militares, gobiernos del partido radical, se han ido intercambiando el poder, de manera medio pacífica o violenta, pero nunca se han atrevido a cambiar de curso.
Un país donde políticas como la substitución de importaciones, los impuestos a las exportaciones, las expansiones monetarias crónicas, que crean una inflación crónica que en los años 80s llegó a la hiperinflación. Un país que tiene crisis económicas serias cada 15 años, y que está seriamente en amenaza de default todo el tiempo. Un país donde los sindicatos peronistas y los que viven de las dádivas estatales controlan la calle. Un país que sigue teniendo las mejores universidades de América Latina junto con México y Colombia (pareciera que en todos estos casos tener las mejores universidades no ayuda mucho al país) pero que es incapaz de producir un pensamiento económico que no sea justificar las políticas populistas del poder. Un país que culturalmente fue líder en la región junto con México, pero ya no lo es pese tener mucha gente inteligente.
Macri pudo haber cambiado todo esto cuando llegó al poder en el 2015, pero optó la política del gradualismo. O sea, evitar cambios radicales del modelo peronista de los esposos Kirchner, y peor aún, al no hacer cambios radicales, se continúa de hecho con las políticas más irracionales e irresponsables del gobierno anterior. Pero esta vez con “cariño” o con “rostro humano”. El resultado es que no se satisface a nadie. Para los populistas que siguen viviendo de las transferencias de riqueza de los sectores productivos, no es lo mismo que el populismo verdadero. Para los sectores productivos, la sangría de recursos continúa. Y la economía sigue decreciendo, mientras que los problemas se agravan. El gradualismo implica tener que seguir por un tiempo las políticas del gobierno anterior, validándolas de alguna manera, mientras poco a poco se arreglan las cosas. El problema es que es muy probable de que acabe el tiempo antes de que se puedan arreglar las cosas. Y eso es lo que le ha pasado a Macri, entre las políticas de choque los primeros 100 días y el gradualismo, eligió el último. Y la economía siguió empeorando, y las bombas que dejó Cristina Kirchner le estallaron en la cara.
La lección para Nito Cortizo es clara…. si mantiene el gradualismo para cambiar los errores de las administraciones Martinelli y Varela, es muy probable que los cambios no se vean a tiempo, y tengamos una nueva presidencia de Ricardo Martinelli en el 2024. La única solución es huir hacia adelante y hacer los cambios y reformas antes de que sea demasiado tarde.
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