Al final de mi escrito de opinión intitulado, “siempre es mejor actuar en libertad”, propuse tres rutas de acción para enfrentar la extraordinaria situación a la cual nos ha enfrentado, por un lado, el COVID-19, y por otro, el claustro gubernamental forzado, el cual, bien o mal, es una realidad que nos aboca a otras realidades o formidables retos económicos y sociales. En todo ello, cada día que pasa, veo la urgencia de buscar la luz en la oscuridad. Me refiero a la oportunidad única de lograr cambios en las falaces políticas en las cuales hemos confiado nuestro desarrollo.
En el artículo señalado dije que expandiría las tres propuestas de cambios en ciertas políticas; a saber: 1) Reducir los impuestos. 2) Eliminar todos los impedimentos de libertad impuestos en la ley laboral, y 3) “Desburrocratizar el gobierno; tanto en lo que no le corresponde como en tamaño.
Hoy comenzaré ampliando el segundo punto; el de esas leyes laborales que son, más que nada, reflejo de despistadas ideologías impuestas por intermedio de un clientelismo morboso. Y no debemos limitar el tema laboral a “los trabajadores” o emplanillados, sino a todos, y en particular a los más pobres que quedan por fuera del club o sindicato de los “trabajadores”.
Y hoy, más que nunca, comienzo por rechazar de forma enérgica la torcida noción de que el común de los empresarios no sienta empatía por sus colaboradores. Precisamente, en la mañana de hoy, escuchaba al legislador estadounidense de la Florida, Marco Rubio, destacando el drama de los pequeños empresarios que se han visto forzados a despedir a personas que son mucho más que un mero empleado. Personas que han conocido íntimamente por años; inclusive a sus familias y hasta el perro y el gato de la casa. Quien jamás tuvo que despedir a un colaborador no debe emitir juicios a la ligera. En la actual crisis viral-económica no sólo los empleados están en crisis, sino los mismos empleadores.
Son tantas las injusticias impuestas a través de leyes clientelistas, que es difícil abordarlas. Tomemos el tema del salario mínimo: esa imposición que favorece a una minoría de emplanillados, al tiempo que deja en desamparo a más del 40% de trabajadores y emprendedores del sector informal para quienes la ley es perjudicial.
El trabajo del empleado depende del trabajo del empleador. Hoy, más que nunca, esto se hace presente y visible en la pandemia. La imposición de condiciones al empleador no garantiza estabilidad al empleado, y por regla, es todo lo contrario. Quien jamás tuvo que contratar difícilmente entenderá el reto que ello impone; y probablemente puede llevar a la contratación de empleados que pondrán en riesgo la paila de todos.
El gran error clientelista de sindicatos que exigen estabilidad laboral por la vía legislativa. ¿Cómo dar estabilidad a un empleado cuando al empleador se le imponen toda clase de obstáculos, más allá de los que impone el propio mercado? En términos aeronáuticos, es como mandar a un capitán de aeronave a cruzar un océano con poco combustible.
El tema es enfocar a todo el mercado; y no sólo el laboral. En la medida del éxito empresarial crecerá en tamaño y estabilidad el mercado laboral, reduciendo la necesidad o tentación de subsidios empobrecedores. En buena medida la crisis de la CSS viene por la poca cantidad de cotizantes.
En resumen, no sólo cambian los tiempos, sino las condiciones que motivaron legislaciones. El reto está en reconocer cuando las leyes son el problema. La AI o Inteligencia Artificial ya no es ciencia ficción, sino una realidad presente y creciente, la cual no va a reducir plazas de trabajo, sino cambiar las clases de trabajo. Y en la medida que se hace más eficiente la productividad, se reducen los precios y aumenta el consumo favoreciendo la economía.
Si nos quedamos estancos en caducas realidades laborales, empresariales, legislativas y tal, estaremos sembrando tempestades.
[…] Otro aspecto que poco o nunca se considera, es que los buenos trabajadores solitos se ganan sus aumentos; pero cuando dichos aumentos les llegan vía la coerción politiquera, sólo se esfuerzan en ser miembros de los sindicatos. […]