La discusión moral y legal sobre el aborto parece tener al mundo en desasosiego. Al analizar la situación pendiente al respecto voy a rescatar el pensamiento de David Hume sobre pasiones, moral y justicia. “Aun cuando las reglas de la justicia son artificiales ellas no son arbitrarias”. La artificialidad significa que son hechas por el arte del hombre. Y siguiendo al respecto dijo: “Las acciones son laudables o culpables, por tanto no son lo mismo que razonable o irrazonable. Las distinciones morales, por tanto no son el producto de la razón”.
Me van a perdonar que siga insistiendo en el pensamiento de Hume a fin de llegar a alguna conclusión plausible frente a la presente discusión moral y legal respecto al aborto. Un planteo de Hume y que considero fundamental a los efectos del análisis que estamos haciendo es el que se refiere a la relación entre la razón y la moral. Así dijo: “Yo me propongo probar primero, que la razón sola nunca puede ser el motivo de una acción de la voluntad”. “La razón es, y tiene solo que ser la esclava de las pasiones”. En otras palabras la pasión es objetival y la razón instrumental y falible.
Otro aspecto fundamental para comprender la sociedad en que vivimos es su concepción sobre la naturaleza humana, y al respecto dijo: “Es imposible corregir o cambiar algo en nuestra naturaleza, lo más que podemos hacer es cambiar nuestra circunstancias y situación, y rendir a la observación de las reglas de la justicia nuestro interés más cercano, y su violación el más remoto”. Recordemos que “El justo peca siete veces”. O sea el cristianismo ya había tomado conciencia de la naturaleza humana.
“El interés propio es el motivo original por el establecimiento de la justicia”. Por tanto en el caso del aborto podemos encontrar la alternativa de los deseos de una mujer cuando tiene relaciones sexuales. Lo hace por el placer que implica o tiene el objetivo de tener un hijo. Si mal no recuerdo la Iglesia Católica consideraba que toda relación sexual que no tuviera el objetivo de tener un hijo era pecado capital aunque se hiciese entre marido y mujer. Por ello entre los diez mandamientos está: “No fornicarás”.
Me atrevo a pensar entonces que la problemática del aborto se encuentra en el ámbito de la justicia y no de la moral. Como bien reconociera Hume: “La justicia no es obra de la moral y en muchos casos la moral destruye la justicia”. La moral es un sentimiento. Uno no quiere a los hijos por justicia sino por la moral.
Entonces en la disputa sobre la ilegalidad del aborto también estaría presente la aparente razón de ser del embarazo que sería el fornicato. Es decir que toda mujer que tiene una relación sexual con alguien que no es su marido, está tomando el riesgo del embarazo y consecuentemente su posible decisión respecto al aborto. No creo que sea conforme a la moral y la justicia el prohibir el fornicar. Si así fuera todo parece indicar que la mujer en esa situación su decisión no está inducida por ser madre sino tan solo por su derecho al placer.
No creo en la justicia de forzar a una mujer a tener un hijo sin padre, ni tampoco a que se determine la existencia de alguien que sabrá que existe porque su madre tuvo una relación sexual con un desconocido. Al menos por el desconocido. Y en referencia a esa situación viene Hume de nuevo: “Si la benevolencia pública es la visión del interés de la humanidad, no puede ser el motivo original de la justicia, mucho menos puede ser la benevolencia privada”.
O sea, la decisión de la legalidad del aborto no es producto de la benevolencia pública, tampoco lo es de la supervivencia del ser engendrado. Al respecto es igualmente importante reconocer que un pecado no es per se un delito. Al respecto recordemos que en los diez mandamientos se encuentra el “No fornicar”. En ese sentido el origen de la moral no se encuentra en el aborto sino en lo que fuera su determinante original.
Posición referente a los que pretenden la ilegalidad del aborto se sostiene en el supuesto derecho a la vida. Por tanto ante ese juicio el aborto significa por una parte el pecado y el supuesto delito de violar el derecho a la vida. Mi criterio al respecto es que la vida no comienza en el género sino a partir del momento en que uno toma conciencia de ella, y todo parece indicar que el feto no es consciente de su existencia.
La discusión persiste tanto en la Argentina como en Estados Unidos. Y en la Argentina la discusión hoy en la Cámara de Diputados se ha presentado un proyecto de legalización del aborto. Al respecto nada sabemos de las razones que lo impulsan. Por otra parte se ha presentado otro proyecto de ilegalidad que se denomina: “Ley de protección a la mujer embarazada y al niño por nacer”. Creo que en esa denominación se incurre en un error conceptual pues es el derecho de la mujer embarazada el decidir si aborta o no. Y por último voy a recordar de nuevo a David Hume cuando dijo: “La Justicia es un aprendizaje”. Todo parece indicar que en esta vigente discusión aparentemente universal, que no hemos aprendido.
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