La politiquería chabacana y corrupta panameña ha sembrado y sigue sembrando la destrucción del país, lo cual queda en clara evidencia cuando vemos datos contundentes tal como el que en el 2013 los asalariados del sector privado representaban el 53% de todos los empleos en el país. Pero al 2020 el empleo del sector formal bajó a 33%, lo cual representa un 36% de reducción del empleo formal.
Durante el 2021 la tendencia continúa con 2 de cada 3 empleos generados por el sector informal o gubernamental. Y no que el aumento del informal sea malo, todo lo contrario, sino que la economía necesita el aporte de todos sus sectores. Y, a estas alturas, si el impacto no ha sido más grave y notorio se debe mayormente al aumento del empleo gubernamental que ha enmascarado la pérdida del formal. El problema con ello es que, pese a que los empleados públicos pagan impuesto, esos aportes salen de un bolsillo gubernamental para ingresar en el otro bolsillo gubernamental. Y, ni hablar que la mayor parte de trabajo gubernamental son improductivos y dañinos.
A todo ello, a través del tiempo los politicastros y su politiquería lograron convencer “al pueblo” de que los ricos tenían la capacidad para que el gobierno los ordeñara, para luego partir y repartir lo ordeñado. El “problemita” es que pocos saben sacar cuentas. Simplemente, el dinero de los ricos, que nos son tantos, no alcanza y más bien termina empeorando todo con la destrucción del empleo y la economía.
Más allá de todo lo señalado, está lo que se llama un ‘déficit estructural’; que es cuando sale más de lo que entra. Si en Panamá sumamos todos los llamados “subsidios” sería obvio que son la razón de que la deuda pública aumenta, sin hablar del pillaje. Y ello va imponiendo costos adicionales que eventualmente llevan a consecuencias nefastas, dado que ello es insostenible.
Cuando un gobierno usa el producto de los impuestos para el parte y reparte, no está cumpliendo con su misión básica y esencial, que es velar por la seguridad y la libertad de su gente; libertad sin la cual un pueblo se vuelve parasitario y no resuelve por cuenta propia y termina sentándose a esperar los llamados “subsidios” que no son tal; ya que un verdadero subsidio no crea dependencia.
Y más aún, el vicio de desgobierno consiste en aumentar la actividad gubernamental, no porque eso es lo que corresponde a la salud de una sociedad; sino porque con un gasto aumentado hay más de dónde meter la mano. Tristemente tío pueblo no entiende o no responde ante esta realidad y se vuelve cómplice de la politiquería, con lo cual se va potenciando el colapso de la sociedad.
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