Hace poco una de las personas más conservadoras de Panamá criticó las propuestas del candidato Ricardo Lombana de querer bajar el salario mínimo. Aparte de que el personaje es un mixtificador, y usa la falacia del hombre de paja, ya que Lombana nunca habló de bajar el salarió mínimo, sí es necesario tener un debate sobre el salario mínimo y el Código de Trabajo que no estamos teniendo. Ponerse a citar artículos sobre el debate laboral gringo, no elimina el tema tratado por el delegado de Lombana, de que durante los gobiernos de Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela, se aumentó varias veces el salario mínimo, muy por encima a la productividad marginal del trabajador. Hasta el punto de que en ciertos sectores el salario mínimo se acerca al salario promedio de los trabajadores calificados o profesionales de las empresas.
En un país donde el sistema educativo no forma bien a la mano de obra, la única manera de calificar a los jóvenes es mediante la experiencia laboral. El salario mínimo artificialmente alto perjudica notablemente a los jóvenes sin experiencia. Sobre todo en el interior del país. Es difícil para un joven encontrar un primer empleo que no sea en el Estado. Y muchos jóvenes del interior no tienen otra opción de emigrar a la capital, o integrar las crecientes bandas de Ninis que empiezan a aparecer en David, Santiago y otras otrora pacíficas ciudades del interior. La ciudad de Panamá es el único lugar donde los salarios reales promedio suelen estar por encima del salario mínimo. En el interior cada vez la diferencia entre los salarios promedio y el salario mínimo es así, igual. Eso no facilita los empleos buenos en el interior, quedan pocos trabajos productivos que ofrezcan salarios promedios competitivos. Esto hace que la informalidad laboral crezca en el interior de la República. Un mixtificador podrá decir todo lo que quiera, pero la realidad está allí. A vivir en el agro de subsistencia, a trabajar en una empresa que paga salario mínimo, a trabajar en el Estado, o sea a vivir de los impuestos de otros.
Costa Rica en cambio, cuenta con un Código de Trabajo más flexible, menos tierras estatales amarradas en las comarcas, o en zonas grises sin titular. El resultado de todo esto es que para crear empleos agroindustriales como con la empresa Del Monte, esos tres mil empleos significaron que la empresa tiene reglas propias en materia laboral y despidos. O sea que el gobierno tácitamente reconoce que para que una empresa pueda crear empleos rurales agroindustriales, es necesario eliminar o modificar las normas del Código de Trabajo. En un país donde no hay fueros ni privilegios según la Constitución, está claro que unos siguen siendo más iguales que otros. Que hay un país de enclaves que progresa y otro de leyes de aplicación general que se estanca. Si se quiere progresar, se tiene que tener el empuje de políticos para que pasen leyes especiales a cada uno. Al final, terminamos discriminando a los panameños con respecto a los extranjeros en la capacidad de crecer empresarialmente. Irónico ¿verdad?
EL salario mínimo demasiado alto hace que los jóvenes y los indígenas no sean empleables para obtener experiencia laboral, sobre todo en las áreas rurales. El Código de Trabajo, sobre todo en las normas de despido y de huelga, hace muy riesgoso hacer empresas industriales. Y si queremos crear empleos de calidad, sobre todo en el interior, discutir sobre estos temas, es algo que tenemos que discutir. Por ahora hay un solo candidato que se ha atrevido a tocar el tema.
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