La novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley, nos lleva a un futuro deshumanizado en el que la sociedad está dividida en un sistema de castas en el que los individuos están creados y alterados genéticamente. A pesar de ser una novela distópica, nos introduce en un mundo utópico, en donde la humanidad es permanentemente feliz, no existen guerras ni pobreza y las personas son lo que llamaríamos normales, tienen buen humor, tienen buena salud y son tecnológicamente muy avanzadas.
Un mundo perfecto y feliz realmente. Para ello, está el Estado Mundial, que gobierna en este mundo feliz, que a través de regulación elimina a la familia, la diversidad cultural, el arte, la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía. En realidad, elimina a todo aquello que nos hace humanos, estandariza como una producción en serie de los carros Ford a los seres humanos (desde la selección genética para gestar a los perfectos, la inducción de las ideas mediante el sueño desde niños, hasta la división por castas de los mejores, los Alpha, a los de más baja cualificación, los épsilon).
El Estado Mundial (no les repugna la idea actual varias veces repetidas por políticos mediocres?) del mundo feliz tiene como lema: comunidad, identidad, estabilidad. Y para lograr ello, allí está la píldora de la felicidad en dosis, Soma. Si en algún momento aparecía algo de humanidad, el remedio eficaz sin contraindicaciones. Y todos felices.
Huxley considera que el mecanismo para aniquilar el humanismo e individualidad del ser humano es a través del consumismo excesivo y la obtención de bienes materiales, porque de esta forma se elimina todo aquello que nos revela nuestros sentimientos, como el amor, las artes, los sentimientos como la frustración, la tristeza, la curiosidad, en fin, una masa ignorante consumidora, que no piensa y que solo es feliz de esta forma y sin cuestionar nada.
El individuo de esta forma desaparece, el pensamiento está determinado por el sistema, el individuo ha perdido su capacidad y libertad de razonar, es un ser estúpido sonriente todo el tiempo y funcional al sistema. Y la tecnología, las máquinas, se ocupan de que este individuo pierda todas las características como ser humano, condicionándolos en todo su desarrollo. Al final, esta sociedad tecnológica es donde viven estas personas estúpidamente felices; y son estúpidas porque ellos se creen libres, aman ser esclavos sin saberlo, porque en verdad viven en una dictadura disfrazada de democracia.
Huxley lo describió como: “Una dictadura perfecta tendría apariencia de democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían la servidumbre.”
Si no han leído aún Brave New World, su título en inglés, la cuarentena es buena época para hacerlo. Luego de ello, pónganla en contexto con el mundo actual en que estamos viviendo, la pandemia, los organismos a nivel mundial que quieren imponer su agenda, las mismas frases de gobierno mundial que incluso llegó a decir (consciente o no) la ex ministra de salud y pregúntense ahora qué quieren hacer, si tomarse una Soma o pelear por seguir siendo individuos, con sus imperfecciones, sus riesgos, pero vivos al fin. Y por vivos quiero decir exactamente eso, la posibilidad de seguir siendo humanos con una fecha (inexorable por ahora) de morir, pero morir en nuestros términos y no como un cuerpo revestido de piel , repositorio de órganos y un alma extinguida.
Que buena columna! me gustaria ya saber una opinion mas personal de ella sobre hacia donde cree que va o nos esta llevando esta pandemia? como seria la mejor manera de luchar?