Un buen ejemplo de la Bable, de lo difícil que es comunicarnos cuando usamos mal las palabras o, simplemente, no las entendemos, lo podemos encontrar en la frase “derechos humanos”; particularmente cuando conjugamos esa frase con la otra frase del “bien público”. Y es que día a día muchos van añadiendo más cosas que suponen ser derechos humanos; tal como derecho al seguro social, a las vacaciones, a un salario mínimo, a descuentos para viejos en restaurantes y tal, educación, agua y ¿por qué no? derecho a saltar y brincar en carnaval.
El elemento clave de dónde emana el verdadero “derecho”, en contraste con lo que no es derecho; vale decir, lo que es curvo, lo encontramos en el vocablo “propio” o “propiedad”. Originalmente el término propio se refería a lo virtuoso; en otras palabras, a lo que destacaba por ser adecuado o porque cabía, encajaba y era compatible y moral. A ello también se le asocia el término “privado” o “privativo”, dando a entender que le queda vedado a los demás; tal como nuestro derecho a la vida es privado y nadie tiene derecho a arrebatarnos la vida.
Así, el derecho fundamental existe sobre nuestro propio cuerpo y la vida que en él hay; y de dónde emanan los demás derechos fundamentales del pensamiento, palabra, tránsito, y el derecho a apropiarnos de las cosas del mundo que no pertenecen a otros; salvo dicho intercambio sea en conceso. El meollo de esto es que jamás debemos confundirlo con los derechos públicos. Los derechos humanos son derechos de propiedad y no más; más allá el asunto se vuelve nebuloso y se presta para el pillaje.
El tema que entra en juego y atenta contra los derechos de propiedad, tal como en países comunistas en dónde tu cuerpo no es tuyo, es la tramoya redistributiva de algunas instituciones que aducen estar a favor de los derechos humanos. Por ejemplo, quienes hablan de “derecho de género” jamás demuestran que tal cosa sea real se puede llevar a la práctica; lo cual nos mete en la arena del costo-beneficio. Si creamos 10 nuevos géneros, ¿podremos crear 10 nuevos servicios higiénicos en cada establecimiento abierto al público?
El elemento clave de los verdaderos derechos humanos, que son derechos de propiedad o derechos propios, es que son realmente universales y reales para todos. Más aún, estos derechos son los únicos que garantizan la supervivencia de la especie humana y de las demás que nos acompañan en esta nave sideral que llamamos “tierra”. Son derechos que no varían de acuerdo a intereses políticos y mucho menos si son politiqueros.
Y algo más, los verdaderos y auténticos derechos de propiedad van por encima de los derechos democráticos; es decir, que no dan lugar a la tiranía de las mayorías, en cuanto a que la mayoría no puede enviar al exterminio a unos, tal como ocurrió en la era de Hitler o durante la revolución rusa. Así, veremos que resultan absurdos la mayoría de los subsidios y artimañas politiqueras que suponen ayudar a los necesitados cuando en realidad terminan haciendo lo contrario. Si lo dudan, no hay más que ver en Panamá lo que ya asoma con Mibus, el Metro, la CSS, Patacón, y mejor lo dejo allí para no causar pánico.
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