Ubicado en los Alpes, en pleno corazón de Europa, el Principado de Liechtenstein es una de las naciones más prósperas del mundo. Este microestado, que comparte frontera con Suiza y Austria, ocupa apenas 160 kilómetros cuadrados y cuenta poco más de 35.000 habitantes, ha aumentado su PIB por habitante desde los 20.000 dólares registrados en 1980 hasta los 150.000 observados en la actualidad.
Para que nos hagamos una idea, la riqueza media de Liechtenstein en 1980 era seis veces mayor que la de Panamá, la mitad que en la actualidad, cuando el PIB por habitante de la nación alpina es doce veces más alto que el del istmo centroamericano. Pero el desempeño del Principado también destaca cuando lo medimos contra países similares. Y es que, aunque su PIB per cápita era similar al de Suiza y Luxemburgo en 1980, hoy vemos que Liechtenstein está 65.000 dólares por encima de la confederación helvética y 45.000 dólares por delante del Gran Ducado.
El sistema territorial de Liechtenstein bebe del modelo de descentralización vigente en la vecina Suiza. En esencia, el Principado se divide en once municipios, algunos de apenas 400 habitantes y otros con una población superior a las 6.000 personas. La Jefatura de Estado impulsó en 2003 una reforma constitucional que permite la secesión de los territorios que así lo expresen vía referéndum. Aquella modificación de la Carta Magna trajo mucho revuelo, ya que también otorgó a la Casa del Príncipe la potestad de vetar leyes, cesar al gobierno o nombrar jueces. Otro cambio significativo introducido entonces abre la puerta a que el Príncipe sea destituido, también vía consulta popular.
El monarca, Juan Adán II, se ganó la antipatía de muchos analistas europeos con aquella reforma constitucional, pero cuenta con un alto nivel de popularidad entre los ciudadanos, sobre todo por el buen desempeño económico del Principado durante la segunda mitad del siglo XX y los primeros compases del siglo XXI. Las cosas no siempre fueron también: en 1967, el padre del actual monarca se vio obligado a vender la Ginebra de Benci, uno de los cuadros más celebrados de Leonardo da Vinci, en medio de una fuerte crisis económica.
Como curiosidad, cabe recordar que el segundo hijo del Príncipe, Maximiliano Nicolás, contrajo matrimonio con una mujer panameña nacida en Bocas del Toro (Ángela Gisela Brown, hoy Ángela de Liechtenstein). Maximiliano ha desarrollado en el sector financiero buena parte de su carrera profesional.
Como era de esperar, la campaña de la OCDE contra la competencia fiscal ha golpeado al microestado alpino. Especialmente agresiva fue la actitud del gobierno alemán, que desde 2006 ha liderado la campaña contra algunos de los rasgos centrales del modelo económico del Principado. Como respuesta, Liechtenstein ha abolido sus leyes de secreto bancario y ha empezado a colaborar con la OCDE, introduciendo sistemas de intercambio automático de información.
¿Cómo es el sistema tributario de Liechtenstein? El Impuesto sobre la Renta parte de una tasa nacional del 1,2% a la que se suman los recargos de las once comunas. Al final, el impuesto efectivo ronda el 18%, tasa a la que se suman recargos de entre el 4% y el 11% en virtud del sistema de Seguridad Social.
Además, se cobra un Impuesto de Patrimonio que llega al 0,9% y un Impuesto de Sucesiones que solo alcanza el 0,75% cuando se transmite el patrimonio al cónyuge o a los hijos.
Para las empresas, la fiscalidad fijada en el Impuesto de Sociedades es del 12,5%, varios puntos menos que en la vecina Suiza y claramente por debajo de los niveles registrados en Austria. El Principado cuenta con importantes industrias: banca, electrónica, textil, metal, herramientas y maquinaria, farmacia, alimentos, turismo… Una de sus empresas más relevantes en Hilti, todo un gigante en la producción de herramientas y equipamientos para la construcción. Esta compañía, fundada en 1940, tiene más de 20.000 empleados en todo el mundo.
El clima favorable al laissez faire explica que los niveles de desempleo sean reducidos. En la actualidad, la tasa de paro solo llega al 2,3%; de hecho, a pesar de la crisis financiera internacional, el nivel más alto que se ha registrado en la última década es del 3,2%. Conviene recordar, además, que en el Principado no hay subempleo, de modo que hablamos de una situación laboral muy desarrollada y próspera.
Está por ver si el éxito del tejido privado de Liechtenstein se podrá mantener en el marco de las nuevas leyes introducidas por la OCDE. En este sentido, ahora que el Principado alpino ha decidido jugar con las reglas de dicha organización, la clave radica en consolidar a Liechtenstein como un centro financiero más innovador y competitivo, pero también como un país capaz de seguir desarrollando otras industrias.
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