Desde tiempos antiguos, a los gobernantes les ha interesado mantener a las masas ocupadas con un ocio colectivo. Esta estrategia, lejos de enriquecer a los ciudadanos, ha servido como una vía de escape o distracción, desviando la atención de asuntos cruciales que, de recibir la debida atención, podrían impulsar a la ciudadanía a involucrarse en la solución de sus problemas reales. El dicho “Panem et circenses” de los romanos, o “Pan y toros” según los ilustrados españoles, refleja esta idea, que en la actualidad podría representarse como “pan y circo, /jamones/cualquier cosa “gratis” “.
Este enfoque, al ofrecer entretenimiento vacío mientras no se cubren las necesidades básicas, parece haber encontrado lugar entre ciertos líderes políticos a lo largo de la historia. Sin embargo, en tiempos actuales, ¿es realmente prudente priorizar el ocio sobre asuntos cruciales?
La reciente crisis sociopolítica ha traído consigo una serie de desafíos fundamentales. Podría pensarse que lo más urgente sería realizar las acciones politicas dolorosas que encausen la senda del crecimiento y progreso. Sin embargo, resulta sorprendente que, en lugar de atender a estas necesidades, se prioricen ya las entregas de pavos y jamones y comiencen ya los festejos de diciembre, otorgándole un espacio inverosímil en las noticias y medios de comunicación en un momento tan crítico.
La famosa frase “Panem et circenses” tiene su origen en el poeta satírico Juvenal, quien lamentaba la pérdida de interés del pueblo romano por la política en su época. Se quejaba de la pasividad ciudadana, que solo buscaba “pan y circo”. Este concepto se arraigó en una era marcada por el desarrollo del Imperio, donde el poder estatal prevaleció sobre las libertades individuales, y se impulsaron entretenimientos como las carreras de carros y los juegos gladiatorios para controlar y contentar a la plebe.
El entretenimiento de masas en la antigua Roma, aunque heredero de la tradición griega, distaba mucho del refinamiento y la excelencia individual del atletismo griego. Mientras que en Grecia se promovía el ocio como un momento para el cultivo intelectual y el cuidado de la mente, en Roma, este ocio se convirtió en un espectáculo para las masas, buscando anular espiritualmente a los espectadores.
Los paralelismos entre el circo romano y los estadios actuales no son difíciles de trazar. En la época de Juvenal, el entretenimiento baldío y la desviación de la verdadera reflexión cívica sirvieron para mantener al pueblo ocupado, distraído de asuntos más trascendentales. Esta estrategia, lejos de promover un ocio edificante, se convirtió en una herramienta de dominación y control social.
En tiempos modernos, este fenómeno se ha replicado de diversas formas. El subsidiar a manos llenas y otras formas de entretenimiento vacío del cual son cómplices muchos del ambiente televisivo y periodístico, han ocupado el espacio que antiguamente se utilizaba para cultivar la mente y participar en la cosa pública. La vorágine de estímulos sin pensamiento crítico ha llevado a una pérdida de profundidad en la reflexión y la participación ciudadana.
En resumen, la historia del “Panem et circenses” nos recuerda que el entretenimiento vacío, utilizado como herramienta de control y distracción, puede convertirse en un obstáculo para el desarrollo de una sociedad reflexiva y comprometida con resolver sus problemas reales. La priorización del ocio sobre las necesidades cruciales puede ser un indicio alarmante de los tiempos modernos, donde el entretenimiento trivial se ha convertido en el opio del pueblo, impidiendo una mayor conciencia y participación ciudadana en la solución de los problemas del mundo actual.
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