Tanto los comunistas como los socialistas no creen en los derechos de propiedad, comenzando por el derecho de cada persona a su propio cuerpo y vida, así como las vidas de sus hijos. Cuando los politicastros toman control del salario de tus empleados, pierdes control de tu negocio y ningún burrócrata saldrá a pagarte una ganancia mínima.
La inmensa mayoría de las empresas son pequeñas y nadie te garantiza contra la quiebra. Sin embargo, de ellas dependen la mayoría de los trabajos. ¿Verdaderamente crees que un burrócrata sabrá cuánto debes pagar a tus colaboradores? La economía de un país no es asunto de tripas sino de corazón; y, en especial, del corazón de que pone en riesgo todos sus ahorros para montar un negocio. Las dificultades y riesgo de montar empresas es tal que de cada 10 empresas que abren, a los diez años sólo subsiste una; y muchas de esas quiebras se deben a obstáculos burrocráticos.
Y, por “obstáculos”, no sólo hablo de controles de precio sino de leyes perversas e incumplibles; muchas de las cuales emanan no a través del proceso legislativo formal sino por intermedio del cuarto poder del estado constituido por todos esos funcionarios que se pasan todo el día ingeniándose para ver cómo le hacen la vida imposible a quienes montan empresas. Unos porque quieren justificar sus puestos y otros porque quieren facilitar coimas.
Más tristes son las mismas asociaciones empresariales que caen en el rejuego demagógico. Muchos del sector empresarial se sientan en una mesa tripartita (empresa/laboral/gobierno), aduciendo que es con el fin de llegar a un acuerdo laboral de salario mínimo. La cruda realidad es que lo más probable es que están allí para figurar; ya que jamás llegan a un acuerdo y el gobierno de turno se lleva el supuesto triunfo.
La Prensa, citando a la ministra de trabajo, Doris Zapata, dice que: “…busca impactar en la reactivación de la economía.” Y no dudo que así será. Lo que queda por ver es la clase de impacto. La economía no es algo que se puede manejar por control remoto.
Si los votantes creen que un aumento del Salario Mínimo ayuda a los trabajadores, entonces los politicastros tendrán un incentivo para agregar demagogia al caldo. El verdadero Salario Mínimo es cero; es decir, será lo que recibirán los que no logren trabajo. Si aumentas el precio de un producto o servicio, bajará el consumo. O, como ocurre hoy día más y más, que los emprendedores comenzarán a contratar robots.
Pero el Salario Mínimo por dictamen estatal no sólo afecta lo que pagan los empleadores sino quienes lograrán empleo o quienes lo pierden. Probable es que el trabajador habilidoso salga favorecido y no así el joven sin experiencia.
Y como se ha dicho tantas veces: Si un aumento de 0.20 es tan bueno, por qué no uno de $20.00? Absurdo creer que el Salario Mínimo es como los letreros de velocidad en las calles; que pueden ser dictados al capricho de burrócratas.
A fin de cuentas, el tema de fondo es si queremos socialismo o empresarialismo. El socialismo es totalitarismo y el empresario creen en la libre empresa. Simplemente, no podemos legislar eso que llaman “salario de vida”, que es lo que necesita la gente para poner la paila en casa, igual que no podemos dictar cuanta yuca sembrará el agricultor para alimentar a su familia. La economía no queda sujeta a las leyes de los gobiernos sino de acción de los particulares; como bien lo señala nuestra constitución.
Y, como dice el título de este escrito, el Salario Mínimo viola lo que ni el Creador optó por violar; vale decir, dar al ser humano la libertad para hacer el bien o a equivocarse; ya que sin ello ni siquiera somos humanos.
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