Lastimosamente el pugilato entre la energía fósil y las llamadas renovable desatiende realidades y favorece la arrogancia humana. Los debates que pululan en el entorno global sobre que conviene si la energía supuestamente “renovable” o las fósiles o nucleares típicamente soslayan realidades fundamentales; en particular, el que la ideal es la más económica, que nos permita lograr una transición hacia otras aún más económicas y no contaminantes.
El meollo del asunto que tantos no advierten es que estas transiciones o cambios no pueden ser forzadas por mandatos gubernamentales; que tales evoluciones deben surgir del mercado cuando tales fuentes energéticas sean rentables, seguras y duraderas y quien bien lo advierte son situaciones como las que se dieron recién en España y Portugal.
Los gobiernos no están para dictar tipos de energía o uso de máscaras contra enfermedades virales; de la misma manera que no están para dictar como nos sentamos en el retrete. Lastimosamente, lo que es y para que son los gobiernos está muy mal entendido. En el 2023 el presidente Joe Biden, si es que lo era, declaró que la energía eólica y solar ya eran más económicas que las fósiles; lo cual era completamente falso y demuestra bastante bien por qué no debemos dejar ciertas cosas en manos de gobernantes torcidos.
Cuando los malos políticos ponen malas políticas por delante de las realidades del mercado, obligando al mismo a seguir senderos irreales y torcidos; se dan apagones como el que vimos o cosas mucho peores, tales como la Primera o Segunda Guerra Mundial. Y tengamos claro que el “mercado” somos todos; es la división del trabajo, esa que origina en la libre acción humana y no por mandato de una asamblea o un presidente. Y, al respecto de todo ello, también debemos ver que los poderes gubernamentales no están para ‘inventar la ley’ sino para descubrirla, ya que la verdadera ley, la de Madre Naturaleza, ha estado allí mucho antes que ellos… ¡desde siempre!
Entonces, el secreto y la habilidad del buen gobierno y gobernante está en descubrir la realidad y seguir su curso. La energía eléctrica es un bien de consumo tal como lo es el arroz, el transporte, la educación y tal; y la función gubernamental no es dictar sino evitar abusos. Cuando los gobiernos se vuelven dictatoriales se van dando toda clases de diabólicas distorsiones.
Hay aspectos de la energía eléctrica en los cuales poco nos ponemos a cavilar; tal como el que la misma debe ser vendida tan pronto como se produce, pues no hay manera de almacenarla; al menos no con las baterías de hoy. La energía hidroeléctrica sí, siempre que llueva copiosamente. Lo cierto es que debe existir un balance entre la producción y la demanda; y en eso fue que falló el sistema en España y Portugal. En fin, desatendieron a la Madre Natura, al mercado, a la división del trabajo y a la libertad humana.
A diferencia de la disque renovable, la fósil se puede almacenar y está allí disponible para arrancar las plantas cuando la demanda lo requiere. En el caso de la nuclear, las plantas atómicas no pueden de pronto aumentar su producción rápidamente.
Por otro lado, tal como ocurre en Panamá, está el mantenimiento de la red de distribución, a la cual no le hemos dado el mantenimiento y la renovación requerida; que es otro problemita relacionado a la interferencia indebida del gobierno en lo que no es gobierno; ¿o es que nos olvidamos que nuestros gobiernos son accionistas del negocio eléctrico?
En fin, el asunto tiene mucho más rabo, pero creo que ya pueden ver que en demasía no la hacemos nada bien.
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