Nuevamente regreso a meditar acerca de las observaciones y advertencias de Frédéric Bastiat cuando habló sobre “lo que se ve y lo que no se ve”. Obviamente que el pánico ante el novedoso “bicho” (virus) provocó una reacción de espanto; algo así como cuando sientes que algo te camina sobre el pie descalzo y al mirar ves que es un escorpión. En ese momento no meditas: Que si es venenoso o que no está allí para picarte sino porque tu pie estaba en su ruta y tal. Reacción sensata… si quieres minimizar la posibilidad de que sea venenoso y que te pique, deja que siga su rumbo. Pero no, reaccionas con espanto, tiras una patada y el bicho sale volando y cae sobre tu esposa, que se cae y se rompe la cabeza, o lo que sea.
De forma análoga, pocos se han detenido a vislumbrar los efectos del cierre denominado cuarentena total a corto, mediano y largo plazo; y, si lo hiciesen, tal vez verían que la patada (cierre total) fue lo peor que pudimos hacer. Hemos causado una brutal interrupción de la cadena de suministros que nos está llevando a una recesión con consecuencias aún no vislumbradas. Y todo ello en medio de graves situaciones económicas y endémicas que vienen de arrastre, tal como lo de la CSS, el NODUCA, planilla gubernamental desmedida y, en síntesis, un sistema más diseñado para la destrucción de riqueza que para su creación. Y, también, lo que no se ve es cuan frágil es nuestro sistema económico y el estándar de vida al cual se ha apegado parte de la población.
Se habla de un desempleo que puede ascender al 20%, lo cual significa que en muchos sitios del país sea mucho más alto que eso. En la mañana escuchaba noticias acerca de la siempre fatal Mesa Tripartita y me pregunto qué engendro saldrá de allí. Ojalá en esta ocasión mi pesimismo esté completamente errado. Pero, lo que necesitamos es soltar las riendas al corcel productivo y me cuesta ver no sólo que el sector laboral lo entienda o quiera entender, sino que lo mismo aplique al empresarial y gubernamental.
El otro “no se ve” es cuán largo será el descalabro económico. No olvidemos de que una verdadera recuperación no sólo debe superar al COVID sino al virus de la corrupción endémica gubernamental; esa que, a su vez, ha propiciado una corrupción empresarial.
A todo esto, ahorita para capear el virulento temporal y sus efectos económicos, el gobierno está endeudando hasta los que aún no han pensado en nacer. ¿Realmente estamos seguros de que manejamos bien el asunto del escorpión sobre el pie? Y, a todo ello con un sistema político y gubernamental amañado a un ayer caduco y empobrecedor. Sí, yo sé que habrán buenas intenciones, pero lo que se requiere va muchos más allá de intenciones. Se requieren cambios brutalmente impopulares, tales como los que se atrevió a hacer el presidente Pérez. Ya veremos…
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