La celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá es una buena noticia para los católicos del istmo. Sería absurdo negar la trascendencia religiosa, cultural, mediática y social de un acontecimiento así. No obstante, es un error que el gobierno panameño pretenda asociar la visita del Papa Francisco con un supuesto boom inversor que poco o nada tiene que ver con este tipo de reunión.
Echemos un vistazo a los datos. En el año 2008, Australia acogió la Jornada Mundial de la Juventud. Sin embargo, como refleja el siguiente gráfico, la entrada de inversión extranjera directa no se comportó de modo distinto tras la celebración de la reunión católica.
España celebró la edición 2011 de la JMJ, con idéntico resultado. Tal y como pone de manifiesto el siguiente gráfico, el volumen de inversión extranjera no muestra cambio alguno tras la celebración del evento.
Un par de años después, en 2013, la JMJ llegó a Brasil. Una vez más, la curva de inversión extranjera se mantuvo indiferente, sin cambios entre la situación previa y el escenario posterior a la visita del entonces Pontífice, Benedicto XVI.
Polonia es el último país que ha organizado una Jornada Mundial de la Juventud. Según el informe de Inversión Mundial que elabora la ONU, el flujo de inversión extranjera directa hacia el país del Este de Europa se redujo en 2017, año siguiente a la celebración del evento. Durante dicho ejercicio, la inversión foránea cayó de 14.000 a 6.500 millones.
Parece evidente, por tanto, que la relevancia de la JMJ se circunscribe al plano religioso, cultural, mediática o social, pero no se extiende al terreno económico. De hecho, no hay que olvidar que estos eventos implican ciertos costes para el sector productivo: cierre temporal de oficinas, vacaciones forzosas de trabajadores ocupados en zonas cortadas por motivos de seguridad, aumento del gasto público, etc.
Pero, entonces, ¿qué puede hacer Panamá para aumentar su competitividad en el ámbito de la inversión internacional? Y, mejor aún, ¿qué recetas pueden ayudar a mejorar la captación de capital foráneo y crear, al mismo tiempo, un entorno más atractivo para quienes ya operan dentro del istmo? Quizá la mejor respuesta a esta pregunta es la que nos ofrece el Foro Económico Mundial en su Índice de Competitividad.
De acuerdo con la encuesta de ejecutivos incluida en dicha publicación, el 18% de los empresarios menciona la ineficiencia burocrática de las Administraciones Públicas como el primer factor que les impide hacer negocios e invertir con facilidad en Panamá. Un 15% cita la corrupción, un 14% lamenta la falta de conexión entre educación y mercado de trabajo y un 10% se queja de regulaciones laborales excesivamente restrictivas.
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