NUEVA YORK – “¿Por qué hubo una orden para empezar a matar?”, preguntó sin rodeos Fang Zheng.
Su simple pregunta, entre una inmensa cantidad de otras preguntas relacionadas, no ha obtenido respuesta desde hace casi 30 años. Pero Zheng –una víctima convertida en activista, cuyas piernas fueron aplastadas por un tanque durante la masacre de la Plaza Tiananmen– todavía sigue luchando por la verdad.
El baño de sangre del 4 de junio de 1989, llevado a cabo por órdenes del Partido Comunista Chino (PCCh), se cobró la vida de una multitud de estudiantes chinos que protestaban por una reforma democrática. El régimen sigue negando cualquier implicación, y en China la búsqueda en Internet sobre el incidente o cualquier tema relacionado continúa estando censurada.
El PCCh había presionado a Zheng, que ahora tiene 55 años, para que dijera que resultó herido por un accidente de tráfico, pero él se negó a hacerlo. La historia de Zheng trae de recuerdo la imagen de la foto de la masacre reconocida en todo el mundo como el “Hombre del tanque”.
La búsqueda de la “verdad” por parte de Zheng tiene tres niveles de significado, en primer lugar que los altos funcionarios del PCCh admitan y asuman su responsabilidad de lo ocurrido. En segundo lugar, que el pueblo chino se entere de los hechos, el cual ha sido arrancado de las páginas de los libros de historia. Y por último, que el PCCh dé a conocer todos los detalles de lo sucedido, incluyendo el número de muertos.
En una entrevista con La Gran Época antes de su discurso en el Foro de Oslo por la Libertad de 2018, Zheng, ahora en una silla de ruedas, afirmó que el PCCh no ha cambiado desde la masacre.
“Lo que el PCCh está haciendo hoy es solo una continuación de lo que sucedió hace 30 años. Aunque sus líderes cambiaron de Deng a Jiang, de Hu a Xi, sus principios e ideología no han cambiado”, declaró en la conferencia mundial anual de defensores de los derechos humanos.
Dijo que lo único que cambió fueron los métodos que utiliza el PCCh para controlar a la gente, agregando que este persigue a todo aquello que no se alinea con sus propios intereses. Como ejemplo, contó que sería imposible que alguien escribiera algo relacionado con el 4 de junio en WeChat (la aplicación de mensajería más popular de China), ya que las autoridades rastrearían y filtrarían sus comentarios.
“También usan tecnología similar para poner a la gente bajo vigilancia. Siguen los comentarios de todos en Internet y luego los utilizan como evidencia de actividades ilegales y los arrestan”, agregó Zheng. “La tecnología moderna se convierte en una herramienta útil para que el PCCh reprima a la gente, […] la hace incapaz de hablar. Este es el estado actual de China”.
“Muchos chinos, especialmente los jóvenes, todavía no saben de la masacre. Hay dos razones detrás de esto, una es el control del PCCh, así que a menos que ellos busquen [la información], no lo sabrán. Además, el ambiente es de mucha presión, la gente está acostumbrada a autocensurarse porque tiene miedo de meterse en problemas. Si sabes la verdad, esto ya de por sí podría ser un ‘crimen’”.
Un recuerdo patente
Hace tres décadas, Zheng era solo uno de los muchos estudiantes en la abarrotada Plaza Tiananmen que pedían libertad, democracia y el fin de la corrupción del régimen chino. También recuerda que estaban saliendo pacíficamente de la plaza hasta que la atmósfera dio un giro drástico.
“De repente fuimos atacados por tanques del Ejército Popular de Liberación [del PCCh] que vinieron por detrás. […] Mucha gente murió allí cuando fueron arrollados por los tanques. Así fue como perdí mis piernas”.
“No tenemos idea de cuánta gente murió. […] ¿Quién dio la orden? ¿Por qué dar la orden? Esto también es algo que estamos preguntando y todavía estamos buscando una respuesta porque el PCCh no permite que la gente hable de este tema en absoluto”.
Aunque existen estimaciones contradictorias sobre el número de muertos, un cable diplomático británico secreto que fue filtrado el año pasado alegó que al menos 10.000 personas fueron asesinadas durante la masacre de la Plaza Tiananmen, citando una fuente del régimen comunista chino.
Mientras los estudiantes estaban evacuando el área, fueron sorprendidos con un ataque con gas. Durante el caos, una estudiante se desmayó por la conmoción y Zheng la recogió. Mientras la ayudaba, un tanque se acercó rápidamente y Zheng solo tuvo tiempo de empujarla fuera del peligro.
Zheng fue arrastrado varios metros por el tanque, que le aplastó las dos piernas. Más tarde fue enviado al hospital y sometido a una doble amputación. También tuvo que enfrentar constantes investigaciones por parte de agentes que lo acusaban de ser violento y de haber provocado el ataque.
A pesar de tal persecución, Zheng continuó diciendo su verdad y luchando contra el relato del gobierno de que él y sus compañeros manifestantes habían desencadenado el ataque.
Zheng también pidió que la estudiante testificara a su favor, pero ella se rehusó y negó haber estado con él, para así evitarse problemas con el PCCh.
Atleta antes y después de su lesión, Zheng se convirtió en campeón nacional de lanzamiento de disco para discapacitados. Pero pronto se le negó la posibilidad de participar en grandes eventos porque el PCCh temía que dijera la verdad. Ahora vive en el Área de la Bahía de San Francisco, EE.UU, y continúa abogando por la verdad sobre la Masacre de Tiananmen y el régimen comunista chino.
Por Bowen Xiao – La Gran Época.
Add Comment