La reciente disolución de la League of Social Democrats —el último partido pro‑democracia que aún celebraba protestas callejeras— marca un hito sombrío en la historia de Hong Kong. Bajo la coacción del régimen, este partido decidió disolverse ante la imposibilidad de operar bajo una vigilancia omnipresente y un peligro legal constante.
Este desmantelamiento no ocurre en el vacío: es la culminación de un proceso sistemático de absorción política y cultural por parte de China. Desde que entró en vigor la Ley de Seguridad Nacional en 2020, Beijing ha actuado para eliminar cualquier forma de oposición institucional .
Una gradual clausura de derechos políticos
Según Freedom House, Hong Kong pasó de un estatus de “parcialmente libre” (scoring ~40/100) a una realidad de silencio y miedo (freedomhouse.org). Antes un laboratorio de libertades —con pluralismo político, prensa vibrante, y espacio para la crítica— ahora es una ciudad con una sola voz: la del partido único. Lo que otrora era autonomía garantizada por el principio “un país, dos sistemas”, se ha reducido a una mascarada jurídica detrás de uniformidad autoritaria.
Las reformas electorales de 2021 y la promulgación del artículo 23 han reforzado este proceso, imponiendo filtros de lealtad que excluyen toda disidencia . Así, el sistema que antes permitía cierto disenso hoy está deliberadamente construido para excluirlo.
La disolución de organizaciones y la persecución sistemática
La más reciente disolución de la League of Social Democrats se suma a un largo registro: el Civic Party desapareció en 2023, la Democratic Party inició su proceso de disolución en abril de 2025 , y decenas de ONG, medios y sindicatos fueron clausurados o intimidados .
Combinado con arrestos masivos —más de 300 bajo la NSL, 85% de ellos por expresiones legítimas según Amnesty International— surge un ambiente de autocensura y miedo, donde cualquier voz crítica es considerada “subversiva”.
¿Qué se pierde cuando desaparece la disidencia?
- Pluralidad de ideas: sin oposición formal, la deliberación pública se empobrece gravemente.
- Controles democráticos: sin partidos adversarios, no hay rendición de cuentas real.
- Espacio civil: con medios, sindicatos y sociedades civiles destruidos, el sistema se queda sin contrapesos.
- Seguridad jurídica fracturada: la discrecionalidad reemplaza la previsibilidad.
Hong Kong se convierte así en un modelo de cómo una entidad que alguna vez fue libre puede ser absorbida casi sin disparar un tiro, solo a través del silencio, la ley y la presión institucional.
Comparativas globales
La dinámica que hoy vive Hong Kong ya se observa en otros lugares. En Hungría, la izquierda recurrió a controles en medios; en Rusia, a leyes restrictivas; en Turquía, a detenciones por opinión. Lo común es el mismo mecanismo: legalidad formal para justificar autoritarismo real.
Pero lo que hace a Hong Kong único es su transformación en apenas cinco años —de un polo de libertad a una región “cerrada” — según el CIVICUS Monitor.
Reflexiones clave para democracias en riesgo
- La legalidad no es legitimidad: lo que está permitido por ley puede seguir siendo profundamente injusto y opresivo.
- Un solo partido, cero libertad: cuando solo una voz es escuchada, la democracia muere.
- Silencio visible: la autocensura suele ser el peor síntoma de un régimen represivo.
- El control sofisticado es más eficiente: el poder actual opera sin tanques, con corrupción legal y presión silenciosa.
Rumbo irreversible
Lo que antes fue Hong Kong, modelo de competencia política y prensa abierta, hoy es una ciudad muerta políticamente, absorbida por Beijing poco a poco, sin bombas, sin invasiones, pero con leyes, presión económica y jurídica.
La disolución de la League of Social Democrats solo es la confirmación de un rumbo irreversible.
Para quienes valoramos la libertad, queda una pregunta urgente: ¿Estamos atentos al silenciamiento de nuestra propia sociedad, sutil o legal a través de códigos, filtros o leyes? Porque lo que comienza en otro lado puede replicarse acá, si no actuamos con convicción.
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