Entrevista a Christine Lagarde, presidenta del BCE, realizada por Dominique Seux, Federico Fubini, Thomas Hanke y Carlos Segovia y publicada el 19 de mayo de 2020 en la Web del Banco Central Europeo.
Emmanuel Macron y Angela Merkel proponen un fondo europeo de recuperación de 500.000 millones de euros. ¿Le parece suficiente para que el BCE no tenga que hacer el esfuerzo solo?
Las propuestas de la iniciativa franco-alemana son ambiciosas, concretas y bienvenidas. Allanan el camino para una emisión de deuda a largo plazo de la Comisión Europea y, sobre todo, permiten la asignación de una importante ayuda presupuestaria directa a los Estados más afectados por la crisis. Esto demuestra el espíritu de solidaridad y responsabilidad mencionado por la Canciller la semana pasada. No puede haber un fortalecimiento de la solidaridad financiera sin una mayor coordinación de las decisiones a nivel europeo.
¿Los países europeos están saliendo gradualmente de la fase de contención. ¿Cuál es el impacto económico en la zona euro?
Estamos ante un ‘shock’ considerable y desconocido en tiempos de paz. Debemos afrontarlo con determinación para ayudar a nuestras economías a recuperarse lo antes posible y evitar una crisis social. Nuestros escenarios consideran una recesión de entre el 5 y el 12% para la zona del euro este año, con un escenario central del 8%. Revisaremos nuestras proyecciones el 4 de junio, pero en el peor de los casos, anticipamos una caída del 15% del producto interior bruto sólo en el segundo trimestre. En realidad, es difícil evaluar el efecto del desconfinamiento en cada país, especialmente si tenemos que incluir la hipótesis de una segunda ola de la epidemia en otoño. Hay un factor que parece probable: si hay una segunda ola, su impacto económico debería ser menos grave, ya que la experiencia está dando sus frutos.
En esta crisis, ¿cuál es el papel del BCE? Según los Tratados, no incluye el crecimiento y el empleo en su mandato…
La estabilidad de los precios está en el centro de nuestro mandato, con una inflación inferior, pero cercana, al 2%. En circunstancias como las actuales, cuando la inflación -y las expectativas de inflación- están muy por debajo de nuestro objetivo y la economía está en profunda recesión, el BCE debe aplicar una política monetaria tan acomodaticia como sea necesario para estabilizar tanto la inflación como la economía. Debemos intervenir siempre que haya un riesgo de endurecimiento de las condiciones financieras. Y debemos asegurarnos de que la política monetaria se transmita a todos los países de la zona del euro, en todos los sectores. Este es el propósito de nuestro instrumento extraordinario, el programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP).
¿Merecen ayuda todos los países en los que parece que la política monetaria no está produciendo los efectos deseados?
Por supuesto que la merecen. La transmisión de la política monetaria es tan importante como la propia política monetaria.
La crisis financiera de 2012 y después la crisis de la deuda de 2015 en Grecia amenazaron el futuro del propio euro. La crisis económica de hoy es mucho más fuerte. ¿Existe el riesgo de que la eurozona se rompa?
No. La situación no es para nada la misma. Esta vez no se trata de una crisis financiera e inmobiliaria que se ha extendido a toda la economía, ni de una crisis en la que un país se ha puesto al margen del resto al haber aplicado una mala política económica. Es un golpe simétrico, que afecta a todas las economías al mismo tiempo. Para proteger la salud de los europeos, los responsables políticos han decidido cerrar parcialmente sus economías. Por consiguiente, es importante que todos los países vuelvan a arrancar en buenas condiciones utilizando todos los instrumentos disponibles.
¿El riesgo de ruptura del euro es por lo tanto cero?
Sí, y recuerdo que el euro es irreversible, está consagrado en los Tratados.
Los diferenciales de los tipos de interés de las deudas de los países del sur de Europa son mayores que a principios de marzo, a pesar de las medidas que ha tomado: ¿está satisfecha?
Insisto: es nuestro papel asegurar la correcta transmisión de la política monetaria en todos los países de la zona del euro. Seguiremos actuando sin pestañear. Desde que el BCE anunció el 18 de marzo el PEPP, el diferencial italiano (frente al tipo a 10 años del Bund alemán) ha disminuido considerablemente. También ha bajado la prima de riesgo de España y la de Portugal.
¿Cómo valora la reacción de los responsables políticos ante la crisis? En 2012, el “whatever it takes” de su predecesor se produjo después, y no antes, de que los gobiernos europeos contrajeran compromisos…
A nivel nacional, los Gobiernos han tomado medidas para afrontar el desafío. Entre las ayudas directas a los hogares, las moratorias y los avales al sector privado, han puesto sobre la mesa el equivalente a 20 puntos del PIB de la zona del euro. Eso es mucho. Por su parte, la Comisión Europea ha eliminado las limitaciones del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y ha desbloqueado los mecanismos de ayuda estatal: esto era esencial. Pero hay un límite a todo esto: el esfuerzo ha sido demasiado asimétrico. Dependiendo del país, varía entre el 2% y el 40% del PIB, si añadimos las ayudas directas y los avales. Los países económicamente más débiles, que en algunos casos son los más afectados por el virus, no tienen el margen de maniobra presupuestario para hacer el esfuerzo necesario para que sus economías vuelvan a ponerse en pie. Por consiguiente, la solución es un plan de estímulo fiscal europeo rápido y sólido para restablecer la simetría entre los países a medida que salen de la crisis. Claramente, este plan debe proporcionar más ayuda a los países que más la necesitan. Proporcionar esta ayuda colectiva interesa a todos los Estados miembros.
¿Qué espera del Consejo Europeo?
El Consejo tiene una inmensa responsabilidad y estar a la altura de la gravedad del daño económico y del sufrimiento social. ¿Qué se ha hecho hasta ahora? 540.000 millones de euros ya están potencialmente disponibles, entre lo que proviene del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE): los avales adicionales a las empresas (centradas en las pymes) prometidas por el Banco Europeo de Inversiones; y el plan SURE de la Comisión Europea para cofinanciar el trabajo a tiempo parcial, que debería ponerse en marcha a partir de junio. Las líneas de crédito del MEDE no son como los programas de rescate del pasado. Son ofertas de préstamos equivalentes a hasta el 2% del PIB de cada Estado, a tipos muy bajos y con condiciones mínimas. Basta con que el solicitante demuestre que los fondos se destinan a gastos sanitarios directos e indirectos para combatir la pandemia. Este paquete de medidas de apoyo es bienvenido, pero es claramente insuficiente para hacer revivir la economía de la zona euro.
¿A cuánto debe ascender?
Estimamos que el total de las necesidades de financiación adicional de los Estados, generadas por esta crisis, sólo para el año 2020, se sitúa entre 1 y un 1,5 billones de euros. Algunos alcanzarán fácilmente las cantidades necesarias, mientras que otros van a necesitar la solidaridad financiera comunitaria. Su tamaño y composición dependerán de la ambición de los jefes de Estado o de Gobierno, guiados por Charles Michel y Ursula von der Leyen. Este plan europeo de recuperación, que espero sea rápido y masivo, también tendrá que centrarse en la inversión en bienes públicos de interés común, aquellos que es mejor financiar juntos que solos, porque eso es más eficaz. Incluyo aquí la seguridad sanitaria, la transición hacia una economía más ecológica, más digital y más protectora de la biodiversidad.
Si el Consejo Europeo no crea un fondo de recuperación suficiente, ¿pueden los países más vulnerables contar aún con el programa de rescate del BCE (OMT) y bajo qué condiciones?
El programa OMT sigue siendo un instrumento importante en la caja de herramientas europea, pero fue diseñado para la crisis de 2011-2012, que es muy diferente a ésta. No creo que sea el instrumento más adecuado para hacer frente a las consecuencias económicas de la crisis sanitaria creada por Covid-19. Hoy en día y ante tal choque sistémico, es el PEPP, nuestro programa de compra de valores públicos y privados de 750.000 millones de euros, el más apropiado.
Su importe fue calculado en marzo, cuando teníamos una idea aún imprecisa de la recesión. Si sus previsiones cambian en junio, ¿será éste el momento de revisarlo al alza?
Sobre este tema, hemos sido y somos muy claros: no dudaremos en ajustar el tamaño, duración y composición del PEPP tanto como sea necesario. Utilizaremos toda la flexibilidad necesaria dentro de nuestro mandato. No tenemos ningún obstáculo psicológico.
La situación presupuestaria de Italia, España y Francia era difícil incluso antes de la crisis. ¿No le da escalofríos su situación actual? ¿Se debería abandonar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento?
La prioridad hoy en día es ayudar a las economías a recuperarse. Los Estados gastan y las deudas aumentan en consecuencia, y la relación deuda/PIB subirá porque estamos en recesión. Todos los países del mundo están viendo aumentar sus niveles de deuda: según las previsiones del FMI, la deuda de los Estados Unidos alcanzará más del 130% del PIB a finales de 2020, mientras que la zonadel euro estará por debajo del 100%. Hablo de una media, por supuesto, porque hay diferencias entre los países de la zona del euro. Pero para evaluar la sostenibilidad de la deuda, no debemos centrarnos en el nivel de la deuda con respecto al PIB. Hay que tener en cuenta el nivel de crecimiento y los tipos de interés vigentes. Estos dos factores son decisivos.
Creo que esta crisis es una buena oportunidad para modernizar las modalidades del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que ahora está suspendido. En el pasado se han hecho propuestas innovadoras, incluso por parte del FMI, que deberían ser examinadas de nuevo. Se debe medir su relevancia y eficacia. Creo que los términos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento tendrán que ser revisados y simplificados antes de pensar en restablecerlo, una vez que hayamos salido de esta crisis.
¿Qué opina de la idea de los coronabonos como forma de mutualizar la deuda?
Lo importante es que todos los países europeos se den cuenta de lo interdependientes que son: una cadena de fabricación de automóviles alemana puede pararse porque no hay piezas de repuesto italianas, españolas o francesas. La integración comercial dentro de la zona del euro es tan fuerte hoy en día que es obvio que a todos los países, especialmente a los más fuertes, les interesa que los más débiles se recuperen. De lo contrario, todos salen perdiendo.
Si el plan de recuperación europeo combina las subvenciones comunitarias y los préstamos a muy largo plazo, con tipos de interés bajos, destinados principalmente a los países que más los necesitan, habremos dado un gran paso adelante en la solidaridad financiera europea.
¿Qué considera préstamos a muy largo plazo? ¿10, 30, 50 años?
En el caso del fondo europeo de recuperación, el plazo de vencimiento de los préstamos debería ser de unos 10 años como mínimo, pero es evidente que unos plazos más largos ayudarían a repartir los costes de la crisis a lo largo del tiempo. El BCE, por su parte, está comprando valores con vencimientos muy largos, hasta 30 años.
¿Qué es lo que realmente está en juego en la decisión del Tribunal Constitucional de Karlsruhe? ¿Su independencia, la primacía del derecho europeo o la actitud de Alemania hacia la UE – o el propio euro?
Hemos tomado buena nota de esta decisión. El BCE está sujeto a la legislación europea, rinde cuentas ante los miembros del Parlamento Europeo y, en última instancia, responde ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. En diciembre de 2018, el TJCE dictaminó sin lugar a dudas que las compras de títulos del Estado por parte del BCE (programa PSPP) cumplen plenamente con su mandato y la legislación europea.
¿Pero no es esto un serio desafío al orden jurídico europeo? Europa se construyó en base al estado de derecho …
Europa es una arquitectura del derecho; la Unión Europea está construida sobre un orden jurídico muy claro. Y la independencia del BCE, garantizada por los Tratados, es un pilar del pensamiento monetario alemán. Esto es lo que le da al BCE la fuerza para cumplir su mandato.
¿Puede usted, a pesar de esta decisión, seguir utilizando sus programas de recompra de deuda?
Sí, el fallo del propio Tribunal Constitucional alemán es explícito: dice que el programa PEPP decidido en el contexto de la pandemia no se ve afectado por este fallo. No temo ni por el programa frente a la pandemia (PEPP) ni por el programa anterior, que se refiere a las compras de deuda a partir de 2015 (PSPP). Ya digo que el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas dictaminó que estaba en conformidad con los Tratados en diciembre de 2018. Nos mantenemos firmes en la búsqueda de nuestro objetivo de estabilidad de precios.
¿No teme que surjan dudas en los mercados financieros y que esto limite la eficacia de su política?
El PEPP es un programa de compras selectivas y limitadas en el tiempo y responde a circunstancias excepcionales. Las demás instituciones europeas también han tomado medidas excepcionales en esta crisis.
¿La legitimidad del PEPP está asegurada por la excepcionalidad del momento?
Está absolutamente justificado por esta conmoción excepcional.
¿Pero cómo va a posicionarse el Bundesbank y participar – o no – en los programas del BCE bajo estas condiciones?
De acuerdo con el Tratado, todos los bancos centrales nacionales deben participar plenamente en las decisiones y en la ejecución de la política monetaria de la zona del euro.
¿El Bundesbank tiene libertad de criterio?
Cada banco central nacional de la zona del euro es independiente y no puede aceptar instrucciones de los gobiernos. Esto está establecido en los Tratados.
¿Pero cuál es el papel del BCE en este conflicto?
Mi convicción es clara. El BCE recibió un mandato de los Estados miembros de la UE cuando redactaron y ratificaron el Tratado. El BCE está sujeto a la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Seguiremos siendo responsables ante el Parlamento Europeo y explicaremos nuestras decisiones a los ciudadanos europeos.
En los próximos años, ¿cómo podrán los países más endeudados deshacerse de las deudas contraídas por el virus? ¿Serán canceladas, alargadas, reducidas?
La solución es generar un crecimiento sólido y sostenible que, con el tiempo, permita amortizar la carga de la deuda y permita que nuestras economías se desarrollen de forma armoniosa para satisfacer las aspiraciones de nuestros ciudadanos.
Entre algunos economistas, la idea de la deuda perpetua ha tenido cierto éxito intelectual.
Es, en efecto, un debate… intelectual
Estuvo en Washington a la cabeza del FMI, volvió a Europa hace unos meses, ¿qué le sorprende?
Volví a Europa con las mismas convicciones: nuestros modelos de crecimiento deben evolucionar, profundamente, para anticipar y frenar el cambio climático; la desigualdad es un peligro; la globalización debe ser más respetuosa con el ser humano. Desde este punto de vista, Europa tiene valores fundamentales y preciosos que inspiran al resto del mundo y que nosotros debemos defender.
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